Sue

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c o r r e

Las piedras bostezan su nombre y el sol se recuesta perezosamente sobre el horizonte, como si tuviese mucho tiempo que perder.

Y un domingo de mangas cortas que sostiene helados derretidos, la dulce amargura del final de lo que se desvanece en sus manos y el principio de un nuevo amanecer que se pasea entre sus dedos como canicas a contra luz.

La idea de el río volando en el cielo y deslizándose en nubes dormilonas, la sensación de soñar con los ojos abiertos y volar con los pies enterrados en la tierra. Echar raíces y pender de las hojas que vuelvan con la brisa pasajera.

El mundo gira despacio y luego parece dar muchas vueltas, Sue se sostiene de los hilos sueltos de su abrigo y cierra sus ojos tratando de detener el tiempo. Destruye los relojes y saltan los minutos y las horas, rebotando incontenibles, mientras Sue cubre la luz de sus girasoles antes de echarse a correr en un intento por detener la efímera muerte de los pétalos.

¡Oh cuan breve y bella se ve la vida con ojos lejanos! Un horizonte cubierto de oportunidades infinitas, decisiones que ansían tomarse y caminos que se alinean para trazar el camino más bello a la cima del universo.

Y Sue corre mientras todos siguen dormidos.

Con el tiempo verán la marca de su miedo y la luz que se escapaba de las manos, el verano niega y susurra que no sea muy tarde cuando note que sus dedos se van pintando de negro y solo un pincel goteando días felices yace olvidado en la punta de sus sueños.

Como colores pasajeros y la naturaleza misma que se abstrae para ser sin miedo.

Estrellas perdidasWhere stories live. Discover now