Capítulo XXVII

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Capítulo XXVII

Los hermanos fueron en busca de Darella, Marianna intentaba dar con ella sin llamar tanto la atención, le parecía extraño que no estuviera cerca cuando hacía un par de minutos la había visto conversando con la señora Richt y su esposo.

Darella estaba siendo llevada a la sala de música por un hombre demasiado alto y grande, por su contextura no podía haberse hecho pasar por un caballero así que alguien más tuvo que hacerlo entrar, ¿Cómo termino metida en esto? El corazón parecía que iba a salirse de su pecho, estaba muda el sujeto que le sostenía con una brusquedad innecesaria le había mostrado la daga que portaba, más allá de todo tenía sentido de supervivencia.

La sala de música tenía un bello piano en el centro y varios sillones esparcidos en la habitación, en uno de ellos había dos sujetos, uno de apariencia más amable que lo reconoció de inmediato pues había bailado una pieza con él, el segundo sujeto tenía un semblante peligroso y muy a la vista un arma. No haría nada, simplemente esperaría a que llegara la persona a la que estaban esperando, pues aquello le parecía demasiado obvio y pretencioso a la vez ya que no habían salido de la casa de los Richt, podía escucharse la música del salón. Al cabo de un par de minutos que le parecieron eternos una cuarta persona ingreso en la habitación, no podía creer lo que sus ojos estaban viendo. El traje color verde oscuro se ceñía a su cuerpo dandole un aire elegante y fino, el color resaltaba su tono piel que se notaba ligeramente más bronceada y sus ojos grises brillaban, resaltando su rostro entre aquellos mechones de cabello castaño.

-Darella querida-dijo ni bien la vio con una sonrisa falsa en el rostro-¿Cómo has estado?

Ella no dijo nada, simplemente lo miro aun aturdida y temiendo por lo peor. Él hizo una seña para el sujeto la soltara e intercambió un par de palabras, los tres asintieron y salieron de la habitación dejándolos completamente solos. El corazón de la joven comenzo a latir demasiado deprisa, estaba nerviosa y no paraba de temblar, nunca se imagino en una situación así.

-¿No vas a hablarme? ¿Acaso estas molestas cariño?-cuestiono en tono serio acercándose lentamente hacia la joven que inconscientemente había retrocedido.

-¿Qué vas a hacerme?-logro preguntar al cabo de unos segundos, con la voz quebrada, estaba a punto de llorar.

-Oh por favor no llores amor, no voy a hacerte daño lo juro-dijo Arthuro en un tono mucho más suave, pasando una mano por la mejilla ya empapada en lágrimas de la joven.

Si bien no lo apartó de forma brusca si lo rechazó sutilmente haciéndose para atrás todo lo que podía, pero la pared estaba demasiado próxima y sin quererlo quedo atrapada entre este y los brazos de Arthuro.

Claro que para él no era nada fácil verla así de frágil y débil, pero le encantaba la idea que ahora estaba a un paso más cerca de ser solo suya, sus hombres estaban terminando los preparativos para sacarla de allí en media hora llevarla a un coche que habían dejado en la entrada y de ahí directo hacia una finca, en medio de la nada donde nadie podría encontrarla. Él iría a visitarla cada semana hasta el día de su boda con la duquesa, cuando eso ocurriese, la llevaría consigo a francia donde le conseguiría una casa en un pueblo apartado, viviría como su amante a los ojos de todos pero para los suyos sería su verdadera mujer. Aunque el plan parecía un poco surrealista y no contaba con el hecho de que Darella podía no llegar a quererlo nunca, eso iba a hacer todo mucho más complicado, aunque se mantenía optimista al respecto.

-¿Por qué Arthuro? ¿Yo que te he hecho?

-Darella yo no quiero hacerte daño, solo deseo pasar el resto de mi vida a tu lado-respondió este, acariciando el brazo de la joven en el que quedo la marca del agarre.

El Amor y El DeberWhere stories live. Discover now