Capítulo XX

477 43 0
                                    

Capítulo XX

La noche de la segunda fiesta importante había llegado, Giulia y Darella habían procurado buscar sus vestidos con cierta anticipación, ambas habían comenzado como las clases de música y eso hizo se volvieran más cercanas. La mujer en esta ocasión eligió un vestido color plata, favorecedor y elegante, Darella en cambio usó uno color lavanda, aunque ese tono no era del todo adecuado para su tipo de piel, el modelo del vestido hacía que todo lo demás fueran detalles secundarios. Ella lucía demasiado bien con el puesto y estaba preparada para pasarlo bien, después de todo Gianfranco había prometido que este baile sería diferente. Claramente la confianza entre ellos crecía y había un aprecio que aunque aún es similar al de una amistad, poco a poco empezaba a haber algo más. Gianfranco es quién estaba cayendo en la cuenta de ello, no le molestaba pero sí era extraño, solo hubo una mujer en sus años de juventud que se ganó todo su amor y así como lo ganó lo destruyó.

La llegada de los De Rosa al evento no pasaba desapercibida, mucho menos con su invitada que había tenido tan buena impresión de parte de todos los que la conocieron. Ni bien llegaron Darella fue acaparada por un grupo de mujeres bastante animado que no paraban de preguntarle cosas, para su suerte Giulia las conocía de antemano y pudo salvarla de un momento incómodo. A su vez Gianfranco también fue acaparado por amigos de sus padres y suyos, el único que pude escapar fue Gino quién rápidamente divisó a Marianna y hacia ella. Estos dos pasaron todo el tiempo juntos, nadie se atrevía a invitar a bailar a la joven dado que, podrían ser víctimas de sus comentarios y quedar en evidencia si cometía algún error, Gino por su parte no tenía interés de sacar a bailar a nadie. En pocas palabras ambos jóvenes estaban excluyéndose voluntariamente, aunque muy divertidos sumidos en su propio humor.

Un pequeño grupo de personas observaban todo con mucho interés, Arthuro esperaba el momento justa para ir hacia Darella y captar su atención, Annette en cambio estaba lista para iniciar la segunda fase de su plan. Ella necesitaba convencerlo de ir consigo a un lugar un poco más privado, pues estaba convencida de que con ello lograría hacerle recordar lo bien que la pasaban juntos. Celine estaba allí, apoyando a su amiga, quién además se encargaría de liberar el camino para que Annette pudiera llevarse al joven a un cuarto cercano. Todo estaba perfectamente planeado y cada uno se comprometió a llevarlo hasta el final.

Eventualmente Giulia logro dirigir la conversación hacia otro lado, liberando a Darella, momento que Arthuro no desaprovechó y pronto se acercó a la joven.

-Darella Dumont, que placer volver a verte-dijo el joven ni bien estuvo lo suficientemente cerca.

-Lo mismo digo, Arthuro-respondió con cierto disgusto pero mostrándose amable y cortés.

-Es una pena ver a una dama bonita sola, ¿Me permite usted el placer de hacerle compañía?-Arthuro era insistente, pero se mostraba paciente.

-No veo por qué no-dijo entonces, aceptando su compañía que de hecho no tenía razón de peso para rechazar.

Ambos estaban conversando sobre algunas cosas superficiales, pero al menos era agradable, Darella se mostraba distante en todo momento sin embargo, Arthuro poco a poco iba ganando un poco terreno en la conversación. Él encontró la manera de hacerle hablar más y a su vez que fuera natural y agradable para ambos, no hizo ningún tipo de acercamiento invasivo, no podía hacerlo con ella de esa manera. Para Arthuro, ella era la diferencia, la excepción a la regla, sabía que nunca sería como Annette o Celine, tampoco como las jóvenes que solo aspiraban a un buen matrimonio por el dinero y la posición, en ella él veía cierta pureza de corazón y eso era lo que le había captado por completo.

Darella no podía decir que le desagradaba del todo, pues al pasar cierto tiempo con él incluso podía decir que era simpático, aún así no era lo mismo como con Gianfranco, con él tenía un tipo de relación más unida e incluso era más natural. Sin embargo ambos jóvenes pasaron un momento agradable, conversaron e incluso él la convenció de bailar una pieza. Sintió mucho la falta de Gianfranco, eso no lo podía negar pero él joven no se veía por ningún lado.

Tal y como lo habían planeado, Celine despejó el terreno para su amiga, entreteniendo muy sugerentemente al hombre que conversaba con Gianfranco, encontrándose solo y "libre", pensaba en ir a buscar la compañía de su prometida, cuando una joven que ya conocía se apareció mostrándose coqueta.

-Tanto tiempo, Gianfranco-susurró la joven de manera atrevida, sabía cómo provocar al hombre que tenía en frente.

-Annette...

-Necesito tu ayuda con algo-dijo la joven, cortando cualquier excusa que él pudiera decir, se acercó demasiado acariciando sus brazos con lentitud- ¿Me ayudarás verdad?

Lo fue guiando lentamente hacia un lugar apartado, Gianfranco estaba completamente perdido en aquella provocación de esa joven que un tiempo atrás fue su amante, con quién había pasado muy bueno momento, pero solo fue eso. Sin embargo Annette sabía cómo hacer que él perdiera el control, ese joven fue su amante mucho más tiempo que cualquier otro y no pensaba perderlo por una joven que a su parecer carecía de gracia.

Llegaron a la habitación que ella había preparado con anterioridad, y lentamente comenzó con sus trucos de seducción que sabía funcionaban con él, cuando sus labios rozaron su cuello hasta llegar a la boca una mano la mantuvo alejada. Pero no se rindió ahí, no podía hacerlo, decidió que necesitaba un poco más de estimulación y siguió con sus trucos. Aun así lo que ella no sabía es que Gianfranco no la veía precisamente a ella, sino que imaginaba cómo sería si Darella lo tocaba de aquella forma, de inmediato negó aquello, la joven no lo haría de esa forma. No era tan descarada como Annette mucho menos tenía tanta experiencia, se la imaginaba más dulce y apasionada, siendo completamente honesta a sus emociones... Annette no lo era, ella solo hacía lo que sabía le hacía gozar a sí misma y a su acompañante, nada más no había sentimientos de por medio.

Cuando todo aquello estaba por salirse de control, él la detuvo de manera definitiva.

-No creo que pueda ser de ayuda, lo siento-dijo alejándola con cuidado y comenzando a arreglar su traje.

-¿Qué es lo que dices?-cuestionó complemente molesta y confundida.

-Lo que oíste, no estoy de humor para esto, lo siento.

-Vamos cariño-volvió a acercarse, esta vez siendo mucho más directa- sabes que puedo ponerte de humor en un segundo.

-Annette, es suficiente-dijo en tono serio alejándola de nuevo, siendo cuidadoso de no lastimarla- pasamos buenos momentos y no lo niego, pero ya no estoy en posición de seguir con ello.

-¿Cómo? ¿Te están obligando acaso?

Gianfranco no respondió simplemente se fue de allí, mientras la joven estaba que no la calentaba ni el sol, no podía creer que ese hombre se le había negado, cuando eso nunca antes le había sucedido. No iba a desistir, tenía que llegarle de otra forma y sobre todo, averiguar qué es lo que lo ataja.

Darella estaba conversando muy a gusto con Arthuro, ambos reían con ganas cuando Gianfranco apareció en su campo de visión, se veía un poco confundido y serio, pero ella no dejo de quitarle la mirada hasta que él la vio. Compartieron una sonrisa silenciosa, en ese momento él entendió muchas cosas, el verdadero motivo para rechazar a Annette de esa forma era esa chica. Quería seguir con aquello que empezaba a sentir, descubrir cómo era querer a alguien de esa forma, querer a alguien como Darella, de una naturaleza para nada común.

Annette necesitaba comprobar algo, por lo que salió tras Gianfranco y a sabiendas de que Darella le observaba, tomó la mano del joven y lo acercó al punto de simular un beso que no fue.

El Amor y El DeberDonde viven las historias. Descúbrelo ahora