Capítulo XXI

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Capítulo XXI

Claramente se podía ver como aquella joven tan bella le plantaba un beso a Gianfranco, aquello le causó una incomodidad que no había experimentado antes, desagrado y enfado pero sobretodo decepción. No se quedó a observar toda la escena, no necesitaba ver cómo se rompían todos los buenos pensamientos y sentimientos que albergaba. Arthuro observó la escena a su lado, sintiendo aquella oportunidad como la única para acercarse verdaderamente a la joven que tanto le había cautivado. Ofreció acompañarla a tomar aire al jardín, ambos sabían que no podía irse pues eso armaría un escándalo silencioso en aquel evento. Algo se había roto en ese momento, y Gianfranco pudo sentirlo, viendo a lo lejos como la joven se iba junto con Arthuro al jardín.

-No quiero volver a verte-sentenció molesto el joven De Rosa.

-Eso lo veremos cielito-respondió la joven con una sonrisa amplia en el rostro, no se quedó más tiempo ya que tenía una cita más interesante que ver como Gianfranco daba pena.

El joven sabía que lo único que podía hacer era esperar, hablar ahora con ella solo empeoraría las cosas aunque no le agradara para nada la idea de que estuviera a solas con Arthuro.

El jardín era demasiado bonito como para opacarlo con aquella tristeza que cargaba, no podía terminar de asimilarlo, tenía la esperanza de que lo que sea que comenzaba a formarse entre ellos era real, pero ahora sentía que simplemente era una bonita farsa. Nada de lo que había o habrá entre ambos sería real, todo es parte de un contrato, ya lo sabía pero quería pensar que al menos los sentimientos podrían hacerlo diferente.

Una mano ajena se acercó a su rostro y recogió una lágrima traicionera, atrayendo su atención hacia su acompañante.

-Una dama como tu, no debería derramar lágrimas por alguien como él-dijo Arthuro, en un tono tranquilo, sabía cómo calmar a una persona pero no espero que le afectara verla de esa manera por alguien más.

Aunque él sabía de todo ese plan, no planeo que le afectara tanto, Darella le encantaba en muchos sentidos y no se detendría ante nada para conseguirla, nunca pensó que se sentiría de esta manera ante alguien mucho menos en la posibilidad de formalizarlo, pero si se trataba de ella lo haría no había ninguna duda de ello.

-Tú deberías estar adentro, disfrutando de la fiesta y no ver como amargo la noche-respondió la joven en un tono quebrado, no estaba de ánimos para nada, si pudiera volvería a su hogar y olvidaría todo como ya lo hizo una vez.

El joven sonrió, y tomo su mano con cuidado, propiciandole una leve caricia reconfortante, no había palabras correctas para momento asi por lo que solo se quedaron en silencio. Más de dos horas pasaron en lo que la joven volvió a recuperar la compostura y volvieron al baile, su presencia no fue extrañada y eso le dio cierto alivio ya que no quería exponer al amable matrimonio que le había acogido.

Gianfranco estuvo muy al pendiente de la joven, no le quitaba los ojos de encima y no para de pensar en cómo haría para remediarlo, Darella no tenía idea de cómo era su vida antes de conocerla por lo que todo esto le era nuevo. Ambos habían comenzado algo además de un acuerdo matrimonial entre familias, no quería que aquello se perdiera por el simple hecho de que Annette se había encaprichado con él. Ahora que Arthuro se mostraba interesado en ella, dudaba, pues no era de forma lasciva sino al contrario, por primera vez lo estaba viendo ser serio con alguien. Eso lo convertía en una real amenaza, no solo lo movía la rivalidad sino ahora el afecto de la misma dama ¿Cómo pasó esto? ¿Cómo pudo dejar que todo se le viniera abajo tan pronto? La joven se iba a tener que enterar de todo en algún momento y eso lo sabía pero pensaba que quiza podría hacerlo él, que escuchara las cosas de su boca y no de alguien más. Nada quitaría el hecho de que lo había arruinado por completo.

El Amor y El DeberWhere stories live. Discover now