Capítulo XXVI

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Capítulo XXVI

La noticia del compromiso recorrió todo el país y un poco más allá, donde la familia de los reyes era mucho más que conocida, también Belmont era más que bien conocido no solo como hombre de negocios sino como ya parte de la gran familia real, pues es más que sabido que desde el momento en que se oficializó el compromiso de su hija con el joven De Rosa, él comenzó a notar los beneficios que conllevaba.

Aquellas noticias llegaron a varios oídos indebidos, que a su vez era solo cuestión de tiempo de que supieran, Arthuro recibió muy mal la noticia y no le importo dejar a su padre en plena negociación de matrimonio con una duquesa francesa, unión ventajosa para ambas partes que él no tendría problemas en cumplir pero primeramente deberá atender asuntos relacionados con sus más oscuros deseos.

Arthuro no era nada tonto, siempre supo que no tendría ningún tipo de oportunidad con Darella Dumont, ni aunque hubiese llegado a convencerla de dejar a Gianfranco o haberla enamorado, su familia no permitiría ese tipo de unión y eso bien lo sabía, sin embargo la atracción y el deseo que sentía por ella le impedían obedecer a la razón. No podía dejarla, no podía dejar que Gianfranco se la quedara, ella tenía que ser solo suya.

Como todos los hombres poderosos, él tenía a disposición ciertos servicios que no había tenido oportunidad de usar hasta ahora, envió un par de cartas y se encaminó a su ciudad. No contaba con mucho tiempo.


Darella y Gianfranco fueron invitados como pareja a un baile importante, organizado por la familia Richt, la cual posee una íntima relación con los reyes. Claramente Gino y Marianna también fueron invitados, ellos serían sus acompañantes aquella noche, pues el matrimonio De Rosa había decidido no ir y disfrutar de ese tiempo a solas.

Giulia insistió en que llevaran a su chofer, no le gustaba la idea de que su hijo conduzca de noche y con el cansancio encima, sentía cierto mal augurio en esos días.

Marianna lucía un vestido color rosa palo que fascinó a Gino, quién por cierto no dejaba de alargarla al punto que le empezó a resultar incómodo y no tardó en decirlo.

Darella en cambio, portaba un vestido azul oscuros con destellos color plata que le asentaba perfecto, aquel color resaltaba sus ojos y daba la impresión de suavidad a su piel. Gianfranco se lo dijo muchas veces desde que salieron de la casa, pero sentía que nunca estaba demás mencionarle lo hermosa que se veía. Algo que entendió con mucha meditación y observación, no debía vestirse para los hombres como siempre le habían dicho sino para sí misma, todo se transmitía en la forma en la que lucía lo que llevaba puesto y en estos momentos se sentía poderosa y hermosa. Además de feliz, pues con Gianfranco no había más que pedir, su familia estaba bien, su hermana logró un matrimonio que resultó mejor de lo esperado y según los dichos de Belmont, su hermano estaba feliz con su prometida. Una sonrisa genuina adorno su rostro esa noche.

Al llegar ambas parejas acapararon la atención un buen rato, Gino y Marianna eran los que sorprendían pero a fin de cuentas la pareja gustaba, no solo se veían bien juntos sino que se notaba el cambio en la actitud del joven; Darella se había ganado un lugar interesante desde que llego y empezó a tratar a las personas con la amabilidad que la caracterizaba, por ello la pareja con Gianfranco al principio fue un choque pero también terminó gustando ya que ambos lucían exquisitos juntos. Tal y como era de esperarse Gino no dejó a Marianna ni un segundo, ella siempre había llamado la atención tanto por su belleza como por su actitud explosiva, ahora que él se había propuesto el cortejo los ojos estaban aún más sobre ella, claramente no permitiría ningún tipo de mal comentario o insinuación aunque ni siquiera era necesario pues Marianna podía defenderse muy bien.

Gianfranco estaba intentando llevar una conversación con calma pero le molestaba de sobremanera la forma en la que el caballero con el que hablaba se refería a su prometida, era un hombre importante y no podía cometer ningún tipo de indiscreción pues todo estaba en una balanza. Darella en cambio se vio en un pequeño aprieto, pues tres caballeros ya le habían solicitado un baile con sus respectivos hijos y como lo demanda la etiqueta no podía negarse, al menos sin una razón de peso y no la tenía. Por lo que paso gran parte de aquella primer estancia en el lugar conversando y bailando con los jóvenes que si bien uno de ellos, lanzó comentarios insinuantes y en cierta forma ofensivos, ella supo actuar con amabilidad y cortesía. Estaba siendo observada y evaluada, eso lo sabía a la perfección, por ello apenas si pudo pasar algo de tiempo con su prometido.


La noche avanzaba y la pareja estaba cada vez más alejada, Gianfranco no podía librarse de las conversaciones mayormente vacías, de la misma forma que Darella que por algún motivo estaba siendo llevada con cada baile que aceptaba un poco más apartada del salón. No lo notó en el momento ya que, al ser un evento privado y con tanta concurrencia no era necesario especular demasiado con la seguridad, ¿O sí?

Marianna estaba conversando animadamente con el hijo de un comerciante árabe que estaba de visita junto con su padre esos días.

-Vaya, no esperaba menos de alguien que viaja tanto-comentó la joven entre risillas.

-Bueno es parte de mi vocación, aunque claro ir en busca de cosas hermosas no podría denominarse como trabajo-respondió el joven que miraba a Marianna con mucha intensidad, enfatizando su comentario que paso desapercibido por ella.

-A puesto a que has visto y obtenido muchas de ellas...

-También he aprendido a distinguir bellezas Marianna, es una de las primeras cosas que se aprende en este oficio.

Marianna estaba tan concentrada que no se percató de que Gino estaba a su lado hasta que este entrelazo sus manos. Aquella escena desconcertó un segundo al comerciante, pero pronto una sonrisa burlona se dibujo en su rostro.

-Distinguir y valorizar lo bonito, que oficio más interesante-comentó Gino mirando fijamente al joven de piel morena y ojos verdes brillantes.

-Por supuesto, así como puedo decir que la belleza que porta Marianna no solo es exótica sino que es fascinante-solto el comentario con galanteria que no agrado nada.

Claramente lo hizo para molestar a Gino, sin ánimos de ofender y eso le causo cierta gracia a Marianna pero no dejaría pasar eso por alto.

-Es halagador que lo piense así, aunque de momento solo me importa lucir bella ante sus ojos-respondió la joven enfatizando el agarre con Gino a la vez que se inclinaba un poco hacia él.

-Si cambias de parecer, siempre puedes escribirme-dijo el joven antes de desaparecer entre las personas. Aunque aquello lo había en serio, podía notar que la relación de esos dos era sincera y por más atractiva que le resultaba la joven no interferiría.

En cuanto se alejo lo suficiente, Marianna encaró a Gino con una sonrisa burlona.

-¿Celoso? ¿De verdad?-cuestionó divertida la joven acercándose peligrosamente a los labios de Gino.

El joven De Rosa le miró a los ojos y rápidamente le deposito un fugaz beso en la comisura de los labios, que conllevo al sonrojo de la joven.

Gianfranco al fin se había liberado, esperaba encontrar a su prometida cerca pero no estaba por ningún lado y eso empezaba a asustarlo un poco. Sin cambiar la expresión neutro de su rostro fue a buscarla con la mirada entre las parejas de la pista de baile pero no tuvo suerte, busco a su hermano para que le ayudara a dar con ella pues era extraño que no lograra encontrarla, Darella no es una persona que desaparece por que sí, ni siquiera es de aquí no conoce mucho la ciudad y si salió puede ser muy peligroso. Tal vez sonara exagerado, pero él sabía muy bien el tipo de personas que había en ese baile, las verdaderas caras tras esas máscaras de perfección que presumían.



Hola, ¿Cómo están pasando este último día del 2018? Aquí les he traído un capítulo más y muy posiblemente más tarde suba otro, ¿Les gustaría?

Espero que pasen unas muy lindas fiestas, gracias por leer =) =)

El Amor y El DeberWhere stories live. Discover now