Capítulo XXIV

473 41 0
                                    

Capítulo XXIV

Darella volvió a la casa con un sentimiento extraño, la confesión repentina de aquel joven le había desestabilizado por completo, pues no se lo esperaba. Sin embargo estaba un poco ansiosa por oír todo lo que Gianfranco tenía que decirle, ya que el sentimiento que guardaba hacia ese hombre se afirmaba cada vez más y no sería capaz de sacarlo, no de nuevo.

Fue al lugar acordado y lo vio ahí, sentado pasando las hojas de un libro un tanto antiguo, admirar a aquel hombre se había convertido en una dicha, él era realmente apuesto.

-Lo siento, no te escuche llegar- dijo de pronto, poniendose de pie para ir hacia ella, la mirada que sostenía era extraña en ella.

La joven sonrió levemente, su cercanía encendía algo en ella que no terminaba de comprender, no era momento para pensar en ello, primero tenía que escucharlo. Aún así se besaron castamente, Gianfranco comenzaba a volverse adicto a los besos de aquella joven.

-Tenemos una conversación pendiente ¿Cierto?-dijo ella de pronto, poniendo un poco de distancia, realmente necesitaba oír su versión de los hechos.

-Bien, pero antes de comenzar quiero que sepas que yo-hizo una pequeña pausa y tomó la delicada mano de la joven entre las suyas- realmente te quiero, mucho más de lo que podría llegar a imaginar.

La confesión fue algo intenso que provocó una explosión de emociones en Darella, pero intentó no pensar en ello de momento, pues el sentimiento era mutuo y ambos lo sabían, simplemente Gianfranco quería dejarlo en claro antes de comenzar a relatar su vida de libertinaje.

Darella escuchó en completo silencio y con mucha atención todo lo que Gianfranco le decia, que por cierto procuró ser lo menos gráfico posible pues no quería asustarla más de la cuenta, sabía muy bien como había sido la educación de ella y algo así, aunque es típico para caballeros, no lo es para una dama. Sin embargo, nada de lo que dijo pudo asustar o impresionar a la joven, ya que había oído de las libertades de los hombres de sociedad y no se esperaba menos de alguien con un parentesco con la realeza; lo que sí le molesto realmente fue la aparición de aquella mujer en el relato. No era tonta, sabía que no podía competir con alguien así, a pesar de todo la educación que tenía y la imposición social y moral, le impedían comportarse de una forma tal libertina como ella. En cierta forma tenía un poco de envidia, pues a la mujer parecía no molestarle lo que decían de ella aun cuando es una dama de sociedad.

Gianfranco terminó casi una hora después de haberse encontrado con todo lo que hizo en un pasado cercano, antes de conocerla, más que nada quería dejarle en claro que todos aquellos actos quedarían en el pasado, pues no estaba dispuesto a perderla y mucho menos quería que viva en la ignorancia de no saber sobre él.

-Realmente he dejado todo atrás, desde que pedí tu mano lo decidí, quiero algo real y duradero-dijo entonces con convicción mirándola fijamente a los ojos.

-¿Eres consciente de que eso implica una completa entrega? Sabes bien que no dejaría pasar nada por alto, creo que en este tiempo que pasamos conviviendo lo has notado-dijo la joven, aun un poco a la defensiva.

-Creeme todo quedó atrás, tampoco tienes que preocuparte con aquella mujer pues no volveré a tener ningún tipo de contacto con ella-reafirmó el joven, nuevamente tomando su mano y depositando un pequeño beso en ella- me entregaré por completo a tí, pero tú ¿Lo harías? ¿Me dejarías ser dueño de tus sentimientos?



Marianna cuidaba de Gino mientras ambos se dirigían en un coche hacia la casa de la joven, ninguno habló después de aquel beso pero se permitieron estar muy cerca el uno del otro, casi como si se necesitarán. Gino estaba muy seguro de lo que haría, aquella mujer se había tan profundo en su ser que intentar sacarla sería imposible y aquel beso lo había comprobado. Para ella en cambio, solo confirmó el hecho de que ese joven tan molesto se había ganado su afecto por completo y eso le asustaba, pues conocía mejor que nadie la reputación de Gino, dudaba que él fuera a tomarla en serio. Todos esos pensamientos le hacían dudar, quizá aquel beso no fue más que un capricho del joven, algo pasajero que quedaría en el olvido muy pronto, pero para ella era distinto, no era el primer beso que daba ni nada parecido pero si era el primero con el que sentía algo y eso le asustaba. Siendo además plenamente consciente de su propia reputación a los ojos del resto de la sociedad, no es que le importarán las habladurías ni nada de eso pues sabía muy bien quién era ella y nada de lo que pudieran decir le haría cambiar, pero no era tonta, sabía que esa repercusión negativa afectaba a como la veían incluso personas que no la conocían de nada.

Cuando llegaron a la casa, ella estaba dispuesta a despedirse del joven desde ahí, pues no pensaba hacer que le acompañara adentro para alimentar las ilusiones de su madre.

-Olvídalo-dijo Gino de pronto, bajando junto con ella.

-¿Qué haces?

-Solo observa-dijo el joven galante, con una sonrisa pícara en su rostro.

Marianna no sabía que esperar por lo que simplemente dejo que le acompañara, no iba a ponerse a pelear con él delante de la casa.

Tal y como se lo esperaba, dentro estaba su madre con un par de sus amigas que recibieron a Gino entre una mezcla de asombro y cordialidad, claramente no lo esperaban mucho menos con una venda escandalosa que apenas si había cubierto con el saco. Una pequeña y cordial conversación se dió entre las mujeres y el joven De Rosa, hasta que él mismo pidió hablar con ella y su esposo en privado. Decir algo así frente a todos en la sala había sorprendido no solo a Marianna sino también a todas las presentes, aun así la mujer no se negó al contrario aceptó gustosa y fue a ver si su esposo estaba libre.

La joven le dedico una mirada confusa, no tenía idea de lo que se venía y Gino estaba más que listo para darle la sorpresa.

Al cabo de unos pocos minutos fue llamado al despacho donde los padres de Marianna le esperaban con completa curiosidad y cierta emoción, desde que ella fue presentada en sociedad no habían ni una sola propuesta de ese estilo lo cual era desalentador para una joven tan bella como ella.

Luego de una pequeña y cordial charla obligatoria en la que ambos se preguntaban por su salud y él era cuestionado sobre su familia, el compromiso de su primo y su hermano.

-Dime, ¿Qué te trae aquí el día de hoy?-cuestionó el hombre prestando atención a todas las reacciones del joven que tenía enfrente.

-Quisiera su permiso para cortejar a su hija-dijo muy seguro de ello Gino, viendo el asombro en el rostro de los padres de la joven.

Claramente no se lo esperaban, desde hacía tiempo habían llegado a la conclusión de solo podrían casar a su hija mediante un acuerdo previo, pero esto cambiaba todo.

-¿Estás seguro de eso?-se atrevió a cuestionar la mujer.

-Completamente, su hija a conquistado mi corazón y si ustedes me lo permiten quisiera cortejarla.

-¿En verdad quieres la mano de mi hija? ¿Sabes lo que eso conlleva?-repuso el hombre, estaba feliz del hecho de que alguien con familia noble pidiera cortejar a su hija, pero aún así dudaba.

-Sí, sin embargo primeramente quisiera poder cortejarla y que ella decida si aceptar o no mi propuesta.

La pareja se miró un segundo y ambos asintieron casi de inmediato, Gino estrechó la mano del hombre y beso la de la mujer. Estaba hecho, con esto acababa de comprometerse prácticamente con ella, estaba más que claro que no iba a arrepentirse pero aún así tenía dudas, no sabía cómo lo tomaría ella.

Cuando salió de ahí, dispuesto a darle la noticia él mismo a Marianna, ella se adelantó y lo acorraló en los pasillos procurando no ser vista por nadie en la casa.

-Alguien en verdad está impaciente-dijo él en un tono juguetón que no le hizo ninguna gracia a la joven.

-¿Qué es lo que tenías que hablar con mis padres?

-¿Tú que crees? Obviamente pedí permiso oficialmente para cortejarte-dijo con completa naturalidad.

-¿Qué? ¿Eres consciente de lo que eso implica?- la joven no podía caer en su propio asombro, no se esperaba algo así.

-Claro que sí, después de aquel beso, lo decidí así que espero sepas soportar mi presencia, a menos que me rechaces...

-No voy a rechazarte-dijo casi sin pensarlo, dándose cuenta tarde de ello.

Gino sonrió ampliamente y le dio un beso corto y suave, le encantaba la sensación de sus labios, las reacciones de ella, todo.


Hola, hola ¿Cómo han estado? Lamento haberme desaparecido tanto tiempo, pero aquí les traigo otro capítulo, la historia esta en su recta final como ya sabrán y dado a que estoy en épocas de finales en la universidad, la próxima actualización será dentro de unas dos semanas más o menos. Espero que les guste =)

Gracias por leer =) =)

El Amor y El DeberWhere stories live. Discover now