Capítulo XIV

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Capítulo XIV


El matrimonio Forth conversaba animadamente con los De Rosa, dejando a los jóvenes a un lado para que siguieran hablando a gusto. Era un situación realmente incómoda para Darella ya que podía notar el disgusto de Gianfranco así cómo la falta de discreción de Arthuro al verla, es casi como si lo hiciera a propósito.

-No esperaba tener el placer de tu presencia, Gianfranco-comentó entonces Arthuro en un tono malicioso, molestando adrede.

-Créeme que la tuya no me produce ningún tipo de placer-respondió este otro completamente molesto, pero modulándose un poco.

-¿Cómo ha estado señorita Dumont?-cuestionó Arthuro pasando por completo de Gianfranco-disculpe la formalidad pero aun no he obtenido su permiso para llamarle por su nombre.

Darella lo examinó un segundo con seriedad, pero pronto sonrió con amabilidad y decidió tomar simplemente una postura serena y tranquila ante este sujeto, aunque se podía notar a kilómetros sus intenciones confiaba en la familia De Rosa, ellos no permitirían que las cosas se salieran de control bajo ningún punto. Además debía de admitir que desde que llegó a la casa había depositado cierta confianza en Gianfranco, quería pensar que podía contar con él.

-He estado bien, gracias por preguntar-respondió con un tono amable, pero sin dar pie a seguir la conversación, no tenía intenciones de continuar hablando con él.

-A puesto a que debió aburrirse estando encerrada este día, quizá sea oportuno para usted si organizamos un paseo-comentó entonces, ignorando por completo la mirada de enfado que le dirigía Gianfranco.

Aunque la joven le miro de una forma que parecía a punto de aceptar la oferta, denegó con educación y elegancia, aquello le dió cierta tranquilidad al joven De Rosa, ya tenía suficiente como para tener que soportar la presencia incómoda de Arthuro otro día más.

Antes de que Arthuro pudiera reprochar algo, informaron que la cena estaba lista y todos pasaron al comedor, en la mesa el tema fue completamente trivial, salvo por alguna que otra pregunta un tanto incómoda de la señora Forth a Darella sin embargo, Giulia estuvo atenta y pudo sacarle de aquel embrollo. Arthuro no paso nada de ello por alto, comenzaba a sospechar sobre la verdadera razón de la estadía de la joven en ese lugar y si aquello resultaba ser cierto o no tampoco le importaba mucho pues había encontrado en ella algo que le atraía demasiado aunque no terminaba de averiguar qué cosa era.

Carlo se mantuvo al margen de todo, limitándose a dar algún que otro comentario pues su atención estaba puesta en su hijo que no cambiaba ese semblante molesto por nada, temía que estallara de un segundo a otro.

Arthuro eventualmente trato de sacarle algún tema de conversación en la mesa a la joven Dumont, pero fue educadamente silenciado y prácticamente rechazado por una dulce pero corta respuesta de parte de ella. No es como si eso fuera a tirarlo para atrás, su negativa le parecía más un truco para llamar su atención o eso pensaba.

Llegado el momento del café, todos estaban en la sala disfrutando a la par un poco de pastel que fue traído especialmente para la ocasión.

-La vela está perfecta para poco de música, ¿No lo crees así Giulia?-comentó la señora Forth con una sonrisa sincera y mirada amable.

-Lo que dices es verdad-respondió de la misma manera Giulia- Darella, cariño, ¿Tocarías algo para nosotros?

La joven asintió lentamente mientras dejaba su taza en la mesa, había lanzado una rápida mira a Gianfranco quién le observó intrigado, realmente quería escucharla tocar una pieza pero ella no se veía completamente segura de ello.

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