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|Summertime sadness, Lana del Rey|

Keira

El beso se torna salvaje, casi violento. Coel aferra sus manos frías y grandes a la cintura de Keira, que pasa las suyas por el cabello del chico, dando pequeños tirones de vez en cuando. Coel, en un rápido movimiento, empuja a Keira contra la baranda, y a ninguno le importa si se caen, pues no sufririan daño alguno, además de que están tan metidos en el beso, que apenas se darían cuenta.

Finalmente, se separan, tomando aire, agitados. Pero sin separarse, con las frentes juntas, y los ojos cerrados.

- Te voy a contar. - Dijo, entre suspiros, Coel. A Keira el corazón le saltó.

- Si no estás listo... - ella no puede terminar, pues unos fríos labios atrapan los suyos una vez más.

- Quiero. - su voz es firme, decidida, y Keira piensa que ama cuando se pone así.

- De acuerdo - una sonrisa se dibuja sin consentimiento en sus labios, y Coel sólo puede pensar en cuantas ganas tiene de tener esos labios. Pero ya lo había dicho.

Keira se sienta en la baranda, dando un saltito, y así quedando sus pies colgando. Su espalda se mueve de atrás a adelante peligrosamente.

- Bájate - Keira hace como si no lo escuchara - Keira...

Ese tono de advertencia la pone tanto, que se mueve más.

En un rápido movimiento, Coel agarra a Keira en sus brazos y la pone en el suelo. Y esa es su manera de cuidarla, ya que no conoce otra.

- Ok - Tona una gran bocanada de aire. Apoya sus caderas en la baranda mientras Keira se sienta refunfuñando en el suelo - No conozco a mis padres, fui dejado en la puerta de una mansión. Los dueños de esta me encontraron a la mañana siguiente, y desde ese día me entrenan para que "sirva de algo". Tienen mucho dinero - hace una pausa - mucho. Y cómo toda la gente con dinero, trafican drogas y... mujeres.

Esta avergonzado. Y Keira nunca lo había visto así.

- Los primeros días estaba a cargo del transporte de mujeres - sus ojos perdidos. Esos que a Keira tantas veces le habían parecido misteriosos y vacíos - pero no podía, así que me mandaron a supervisar las drogas. Todo era una maldita mierda, y ellos hablaban sobre eso como si fuera normal. Me enseñaron a usar armas y defensa. Era un maldito juguete - Sus manos apretadas en puños - y entonces me pasó. Me desmaye y... Me pasó lo mismo que a ti. Para ese entonces ya tenía que ir a la universidad. Así que empecé a buscarte, pues me habían dicho sobre las almas gemelas. Pasaba mucho tiempo afuera y eso a ellos no les gustaba, entonces me escapé y... aquí estoy.

Para es entonces, Keira ya se había parado y estaba acurrucada en el pecho de Coel, sus ojos estaban húmedos y se imaginaba todo lo que había sufrido Coel en su vida. Y se sentía tan mal, en realidad, porque su historia era tan parecida a la suya, parecía un espejo de su sufrimiento. Él estaba contando su propia vida, pero a la vez, era la de ambos.

Y, como sólo ellos podían, se besaron hasta el cansancio, besos salados por las lágrimas, y Keira no recordaba la última vez que había llorado así.

[...]

- Esto... no sé qué decirte, Keira - y no la culpaba. Ni ella sabía cómo reaccionar.

Peligrosa Where stories live. Discover now