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|tRuTh, ZAYN|

Keira

Los ojos azules noche de Coel me miran con furia pura, y solo entonces me doy cuenta de la gravedad de la situación.

Si un Fluctúa robó el diario, eso significa que uno de nosotros nos está traicionando, y eso significa que estamos en más serios problemas que antes, porque el traidor está entre nosotros, o más específicamente, entre Coel y su padre.

Decir "esto es terrible" es quitarle gravedad al problema.

Coel empieza a caminar decididamente, dándome la espalda. Lo agarro por el brazo antes de que haga cualquier estupidez, y él se voltea con sus ojos destellando rabia.

Oh no...

- Vámonos, Coel - Le digo, lo más rápido que puedo, mientras lo empiezo a empujar hacia la puerta del final del pasillo - Dime, por favor, que tienes la piedra esa para teletransportarnos - le pido, moridiendome el labio inferior a la vez que lo sigo empujando.

- ¿Para qué? - Su voz rebalsaba de molestia, trago saliva.

- Vamos a ir a un lugar alejado - Digo sin pensar - Así la gente no nos ve desaparecer.

Él no dice nada, solo me extiende la preciosa piedra, que se siente helada al tacto. Me asombra que no se haya dado cuenta de la terrible excusa que le dí, puesto que si podemos desaparecer aquí, pero no para ir al reino. Me golpeo la frente mentalmente por mi falta de inteligencia.

Pero lo cierto es que no quiero ir a allá, porque si ahí está el traidor, Coel no tardará mucho en ir a buscarlo. Y no de una muy buena manera, que digamos.

Cuándo llegamos a la parte más alejada del patio, le tomo la mano a Coel. Está agotado, y respira entrecortadamente con mucha fuerza, sacudiéndo su cuerpo. Está luchando con Dioniso, pero no es muy fácil al parecer.

- No lo dejes salir, por favor - Susurro, con la piedra en la mano, apretandola fuerte.

No te haría daño nunca, Keira.

Y desaparecemos detrás de un árbol, en el patio de la universidad.

[...]

Abro los ojos lentamente, haciendo una mueca de dolor, por una punzada en mi nariz. Me llevo la mano a la cara, y compruevo que me está sangrando la nariz. Me empiezo a alarmar.

- ¿Coel? - Él está totalmente normal, parado, mirándome.

- Es normal que la primera vez que la uses te pase eso - Dice, serio. Deduzco que sigue molesto, por lo que me apresuro antes de que destruya el bosque.

- Ok, escúchame - Le digo, una vez que me paré y limpié la nariz - Dioniso vive dentro de tí, y ahora está esperando salir por tu ataque de ira, así que te pido que te controles si no quieres que todos los humanos de alrededor se enteren de que hay seres sobrenaturales viviendo entre ellos - Él solo me devuelve la mirada dudosa - Por favor, te puedes hacer daño a ti y a mí - Eso pareció convencerlo, porque su mirada se suavizó un poco.

Se sentó en la hierba, pasándose ambas manos por el rostro, con un suspiro de exasperación.

Me arrodillé frente a él y le acaricié el cabello. Se sentía sedoso y frío, mis dedos se escabullian en la negrura de su cabeza, y él solo enterró su cara en sus manos. Soltó un sonoro suspiro.

Peligrosa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora