Me reí haciéndo reír a Erika y negué con mi cabeza.

-Muy observadora, Erika.

*

Mi jornada laboral había culminado y solo tenía ganas de algo, comerme a besos a mi prometida que la extrañaba como loca.

Salí de la universidad y el auto del amor de mi vida se encontraba estacionado mientras Lauren se apollaba en este de brazos cruzados. Malditamente sexy.

No aguanté las ganas y corrí hacia ella, me lancé a su cuerpo y nos fundimos en un abrazo cálido.

-Te extrañé mucho, mucho.

Le decía mientras me arropaba con sus brazos.

-Te extrañé demasiado también.

Me respondió y dejó un dulce beso en mi frente.

Me separé para tomar su cuello y acercar su boca a la mía, nuestros labios se tocaron y hambrientos se deboraron.

Nos separamos por la falta de aire y miré detenidamente esos orbes esmeralda que tanto me enloquecían.

-¿Nos vamos?

Me preguntó con una sonrisa y asentí.

Caminé hasta la puerta y Lauren se me adelantó para abrirla. Siempre tan atenta.

-Gracias, mi amor.

Le agradecí y subí.

Cuando estuvo instalada en su asiento partimos hacia la clínica.

-¿Cómo estuvo tu día, mi amor?

Me cuestionó mientras su mano se ubicaba en mi vientre acariciandolo lentamente.

-Mucho sueño ¿Y el tuyo cómo estuvo, bebé?

Le respondí y solté una pequeña risa. Acaricié la mano de Lauren sobre mi vientre y ví su sonrisa crecer, adoro ser la causante de eso.

-Lo mismo, también con unas malditas ganas de salir de la oficina y robarme a mi prometida para hacerle el amor.

Sonreí y mordí mi labio, las ganas de que me hiciera suya aumentaron pero debía controlarme, estabamos de camino a monitorear a nuestra criaturita.

-¿Quién es la salvaje ahora?

Pregunté con gracia y le señale mi cuello. Lauren lo miró de reojo y comenzó a reír. Amaba tanto su risa.

-Deberías ver esto.

Quitó la delgada bufanda que traía y ahí entendí el por qué la traía. Su pálido cuello estaba mil veces peor que el mío, siquiera se veían espacios entre los chupetones.

-Dios mío, Lauren ¿Te duele?

Me acerqué deprisa para acariciar con mis dedos los moratones.

-No demasiado, amor. Tranquila.

Trataba de calmarme pero ni yo misma podía creer lo que fui capaz de hacer.

-Lo siento tanto. No me dí cuenta de lo que hacía, amor.

Tomé su mano y acaricié sus dedos que se encontraban ahora en la palanca de cambios.

-No te preocupes, mi vida. Estamos a mano.

Me miró y ambas reímos.

-¿Cómo te has sentido?

Dijo volviendo a posar su mano en mi vientre.

-Bien, bien. No me ha dado mucho problema más que algunos mareos solamente.

Sonreímos y Lauren detuvo el auto, habíamos llegado.

La hija de mis padrinos.|Camren (G!P)जहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें