Capítulo 1

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Dieciocho años después

Encontrarse en un bosque, frío a cero grados centígrados y con un aspecto antiguo pero aún así bonito y escalofriante a la vez, en pocas palabras, extraño, no es nada lindo y menos cuando te sientes tan confusa; no recuerdo como pude haber llegado a este sitio tan raro. Me olvidé de la cuestión de que había aparecido en ese lugar por “obra y gracia del espíritu santo”, empecé a caminar tranquilamente admirando su belleza, siempre me han gustado los bosques, los animales y todo lo que tenga que ver con la naturaleza, siempre me he sentido cómoda en ella; pero este tenía algo diferente, era un ambiente peligroso y hostil pero se contradecía con lo segundo que emanaba, era hogareño y por alguna razón me sentía segura. Atravesé unos arbustos un poco más grandes que yo y vi un árbol grande y maravilloso, era ancho y sus ramas eran llenas de hojas y unas que otras llenas de flores de un color poco habitual, un azul cristalino, algunas de sus raíces alcanzaban a sobresalir de la tierra, había algo en ese árbol que me hipnotizaba, tenía que olerlo, tenía que tocarlo, tenía que acariciarlo. Me acerque lentamente para lograr palparlo con las yemas de mis dedos, había algo que me atraía hacía él. Cuando ya estuve lo bastante cerca como para tocarlo, faltaban unos milímetros para sentirlo, ¡Crac!, me sobresalté, en tal bosque no había visto ningún animal mientras lo había estado observando y ahora que me percataba, que no había visto ni siquiera un ave en los cielos y tampoco había escuchado sus cantos. Estuve quieta más de un minuto, hasta que caí en cuenta que la sensación de hostilidad podría semejarse a sentirse vigilada por algo o alguien, como si alguien con una mirada penetrante me estuviera observando y sin esperar un segundo más empecé a correr, a huir de ese algo que me estaba mirando, sentía que venía tras de mí, tratando de alcanzarme, sus pasos eran entre ruidosos y delicados. No podía estar más cerca de eso que me perseguía, obviamente corría peligro en este lugar, tenía que salir de ahí lo antes posible, pero ¿Cómo podía salir, si ni siquiera sabía cómo había llegado?

Miré hacia atrás ya asfixiada de tanto correr y en ese momento tropecé, caí de espaldas, por un momento se me fue la respiración, en el mismo instante que la recuperé, asustada, me empecé a quitar las hojas que se habían enredado en mi pelo y después volteé a ver con qué me había tropezado y vi que era un zorro tendido en el suelo con un pelaje claro y brillante, el extremo de su cola era blanca como la nieve que se halla en la punta de los nevados más altos. Me acerqué un poco más para verlo mejor y en ese momento un escalofrío recorrió mi cuerpo… el zorro estaba muerto, degollado. Me paralicé, cerré los ojos y unos segundos después los abrí, pero ya no estaba en aquel bosque, estaba en mi casa, acostada en mi cama. Todo parecía normal, el computador estaba encima de la mesa de estudio, los cajones con mis prendas en su sitio, mi morral como siempre tirado en el piso al lado del peinador. Me senté y me fijé que a mi lado estaba Iván, mi mejor amigo. Fue como si todo hubiera sido una pesadilla. Sentí una sensación reconfortante, suspiré, pero mi alivio no duró mucho, vi un líquido rojo que emanaba del cuerpo de Iván.

 -Sangre- me dije asustada. Traté de gritar y no pude, era como si mis cuerdas vocales estuvieran atadas para que yo no lograra musitar ni una palabra, salté de la cama y corrí hacia la puerta, la abrí y en ese momento escuché unos pasos en el pasillo, los mismos pasos ruidosos y delicados; volteé la cabeza para ver por el pasillo y vi una sombra que se acercaba. Cada vez que daba un paso, sentía la muerte de Iván y la mía más cerca. Trataba de gritar, de correr, de pedir ayuda, pero ningún músculo de mi cuerpo respondía. Cuando ese algo ya estaba cerca de la puerta de mi cuarto me quedé sin respiración. Cerré los ojos con todas mis fuerzas, me agarré del marco de mi puerta, para impedirle el paso a la habitación  donde se hallaba Iván sangrando y a la vez para tener una fuente de apoyo para no caerme; en ese momento sentí que se paró al frente mío, parecía como si estuviera reparando cada minúsculo detalle en mí con su mirada, muy de cerca, tan cerca que podía sentir su respiración, pero no era fría como me la habría imaginado; al contrario, era cálida, tan cálida que sentía comomis músculos se relajaban, fue como estar cubierta con una manta frente a una fogata en el invierno, tuve que agarrarme más fuerte al marco de la puerta pues ya ni sentía mis piernas. Sentí que una sensación recorrió mi cuerpo por completo y la reconocía, a la sensación, era como si mi difunto hermano estuviera cerca, así me sentía cuando me daba un abrazo o como cuando montábamos a caballo juntos, y sin pensarlo di un paso hacia el frente y nuestras narices se juntaron, reprimí un grito en mi interior y me esforcé por no moverme, ese algo podía ser peligroso y cualquier movimiento brusco podría causar un gran efecto en la situación. Olí que de ese algo que estaba al frente mío se desprendía una esencia floral, pero había un pequeño toque de olor a sangre, eso me recordó a Iván, que lo debía proteger pasase lo que pasase, pero aun así no me dieron ganas de moverme, solo quería estar ahí. Empecé a pensar en cómo sería nuestra muerte, tal vez lenta, nos desgarraría miembro por miembro y nos vería sufrir, o tal vez rápida, un simple movimiento en nuestro cuello y nos degollaría igual que al zorro del bosque. No conozco que tipo de animal puede ser, pero rezo para que sea una muerte rápida.

Yo, con los ojos aún cerrados quité las manos del marco de la puerta, ya me sentía lo bastante fuerte para lograr mantenerme de pie, aunque fuese por unos segundos, lo suficiente para tratar de hacer algo, pegarle, patearlo o reaccionar de algún sentido, no me quedaría allí para averiguar qué clase de muerte me esperaba. Me enderecé, alcancé a sentir que eso estaba inclinado. ¿Por qué estaría inclinado?, nuestras narices están juntas ¿Es que no piensa hacer algo?

Sentí como me cogía la cara con sus dos manos, no tuve tiempo de reaccionar, Aquí viene mi muerte, va a ser rápida, lo sé, pero algo está pasando, con ternura su pulgar me recorrió la boca y lo ojos, y en ese momento me di cuenta que no estaba ahí por Iván si no por mí. Abrí los ojos extasiada por lo que iba a encontrar delante mío, y sorprendida lo único que alcancé a ver fueron un par de ojos negros como el cuero, tuve un repentino impulso de salir corriendo y pedir ayuda para Iván, después de todo se estaba desangrando, pero él apretó más su cara contra la mía y sus ojos se iban aclarando hasta que llegaron a un especie de azul cristalino, como las flores que había visto anteriormente en el árbol gigante, nuestros labios cada vez estaban más cerca, no podía permitirlo, no era lo correcto, pero por alguna razón seguía quieta como una estatua dejándome llevar por el momento. Mis labios estaban a punto de unirse con los de él y una parte de mí estaba dispuesta, no sé muy bien el porqué ni si esa parte era lo demasiado grande para que nuestros labios se unieran, aunque fuera peligroso, no tenía la suficiente voluntad para detenerlo y más pensando que podía ser peligroso en varios sentidos, con más razón no podían juntarse nuestros labios. Cuando estaba a punto de tratar de apartarme o decir algo para que eso no pasara él musitó, no, más bien fue como si soltara su último aliento de vida:

-No-

Su voz era angelical y melodiosa, sonaba similar a la de mi hermano. ¿Era mi hermano?, su voz, su presencia… se me hizo un nudo en la garganta, pero no podía ser mi hermano, el sujeto que estaba al frente mío tenía los ojos de ese azul cristalino, tan transparentes que parecía como si pudiera leer sus pensamientos, su pasado y demás, y los de mi difunto hermano eran  verdes oscuros y nada profundos, al contrario del sujeto.

Él cerró sus ojos y se fue apartando de mí delicadamente, y después lo único que vi fue el techo del avión.

Eternos - Secretos del pasado [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora