CAPÍTULO 39: NADIE ES PERFECTO

3.4K 385 28
                                    

POV CHRISTIAN

Aunque odie reconocerlo, Kate alimentó mis esperanzas de obtener el perdón de mi Ana, no será fácil; pero no descansaré hasta lograrlo.

Me interrumpo al escuchar en el pasillo que Andrea menciona sobre una reunión de emergencia con Cristina y Anastasia. Me emociona saber que Ana vino a mi empresa...

No te emociones, estúpido. Ella te odia. Me recuerdo a mí mismo. Maldita sea... Optimista, Grey, sé optimista. Recuerda que tienes que ser paciente. Le debo de dar espacio.

Reemprendo mi camino a recepción y veo a Olivia, quiero estar al tanto de esa reunión; una ventaja de Olivia es que es muy observadora y cotilla. Ella al poner al tanto a Andrea, me pondrá al tanto a mí, no perderé detalles de mi nena.

-Olivia, un favor.
-¡Si, señor Grey, lo que necesite!
-Por favor consigue del piso veinte carpetas para los expedientes de Taiwán y de SIP.
-Enseguida, señor. No tardaré-

Me irrita que me mire con su cara de cordero degollada, pero necesito que mire todo y venga a contarle a Andrea...

Tras diez minutos escucho el timbre del ascensor y yo solo estuve de pie tras la puerta de mi oficina. Sé que soy infantil al hacer estas chorradas, pero no puedo involucrar a Welch o a Barney.

-Estaban pesadas, gracias...

Esa voz... ¿Es mi Ana?

-No agradezcas... Fue un gusto- escucho una voz mesurada y timida, ¡Es mi Ana!
-¿Dónde te dejo estas cajas?
-Pues dejarlas bajo el escritorio, por favor.

Salgo de mi oficina ansioso. Sé que esa voz es de mi nena. Ella está aquí. Necesito verla ahora!

-Perdón por la pregunta, pero, ¿por qué todas las mujeres empleadas son rubias?- escucho que pregunta mi nena.

Ana y su curiosidad.

-Es una orden que viene desde presidencia- responde Olivia...

Hasta que da una respuesta inteligente ésta tarada. Resoplo y continuo mi recorrido. Salgo y mi decepción es grande. Ana no está aquí. Se fue rápidamente.

Seguramente huía de mi y de nuevo mi corazón se rompe. No quiere verme.

-Olivia, si ya tragiste las carpetas, comienza a ordenar los expedientes en cada una.
-Por supuesto que lo haré, señor. No tardaré- escucho que le responde alegre Olivia.
-Gracias, señorita Blandino.

Me retiro hacia el ascensor y voy al piso veinte, tengo que verla, no me importa que me odie, que me golpee, que me grite. Solo quiero verla.

Llegó al piso veinte y vienen y van los empleados. Me complace ver que todos trabajan con eficiencia. Al verme solo me saludan y continúan su recorrido, voy a la sala de juntas y en el camino encuentro a Cristina, qué habla por teléfono con Javier.

-¿Cuando vuelves?... Dios... No, todo está bien, pero sabes que me disgusta que estés lejos de casa... Comprendo eso, pero parece que te gusta que estemos lejos... No. Pero, ¿y tú?... De nuevo sola, ya... Me da igual, siempre haces lo que te da la gana... Si, cuando quieras.

La veo cortar la llamada y estar a punto de arrojar el celular. Se ve molesta.

-¿De nuevo con problemas?- le pregunto tratando de disimular que escuché todo.
-Hola, Christian. Lo normal con tu amiguito.

Me río. El pobre de Javier casi nunca gana una discusión, siempre es Cristina quien tiene la última palabra aunque éste equivocada.

- Lo compadezco al pobre hombre- le digo y recibo un pequeño golpe en mi cabeza por parte de Cristina.
-¿Cómo estás?- Me pregunta preocupada.
-A ti no puedo mentirte, estoy mal. Ya no sé que hacer para que Anastasia me perdone- le digo con tristeza.
-Dale tiempo, ella necesita sanar sus heridas. Tu y sus amigos la han lastimado y es normal que por ahora ella no quiera saber nada de ti ni de ellos.
-Menudo consuelo que me das- le digo.
-¿Quieres que te mienta? No lo haré, solo te haría daño. Por ahora solo te queda esperar.
-No sé, Cristina... no quiero perderla, la amo.
- Lo sé, y debo decir que nunca imaginé verte así. Por lo general solo te importaba que las mujeres te abran las piernas.
-¡Oye! Si mi madre te escucha hablar así...
- Si, si... ya sé lo que diría "una dama no debe referirse en esos términos"- su imitación a mamá me causa risas. -Que grato verte reír- me dice y se acerca a mi - todo saldrá bien, hermano postizo-añade abrazandome.
-Gracias- le digo por darme ánimos.
-De nada, Christian... Siempre has sido especial- me responde. Nos separamos y le digo: -Tu también eres especial-
- Lo sé cariño- acaricia mi mejilla. Ella es como Mía- solo por Javier no me propuse en casarme contigo- me atraganto con mi saliva y abro los ojos como platos- solo es una broma. No eres de mi tipo.
-Por supuesto que no, a ti solo te gustan los viejos.
-¡No le digas viejo a mi Javier!- Wow, ya se enojó.
- ¿No estabas enojada con él?
- Si, pero eso no significa que lo llames viejo cuando no lo es, solo te lleva veinte años. Además soy la única con derecho de decirle viejo.
-Casi nada- replico y soy premiado con otro golpe- ok... Lo siento.
- Será mejor irme... por cierto ¿No viste a Ana? Desapareció.
-La escuché hablar, pero cuando salí a buscarla no la encontré.
-Supongo que ya se fue. En fin te dejo- se acerca y besa mis mejillas

TE QUIERO SOLO A TÍ Where stories live. Discover now