CAPÍTULO 40: APRENDIENDO A PERDONAR

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POV ANASTASIA

Me dejan helada las palabras de Elliot.

Salgo corriendo de la casa de Christian y trato de no llorar. Al llegar a la carretera me siento sofocada. Escucho un auto que se detiene a mi lado y pasos, tras unas puertas cerrarse.

-¡Ana! Por favor, solo escucha- me dice Elliot a mi espalda.
-Te escucho, pero quiero tomar aire. Por favor...- trato de pedirle espacio.
-Vamos a mi departamento, en casa si papá y mamá se enteran, no quiero imaginar lo que le dirán a Christian, y no necesita un sermón... aún- propone y Mia y yo subimos a su auto.

Elliot conduce y nos lleva a un edificio tan lujoso y elegante que me parece increíble. Bajamos del auto y nos recibe un amable portero, que abre la puerta de cristal para que entremos. Sin decir una palabra entramos al ascensor y subimos al piso nueve. Al llegar al nivel, salimos del ascensor y caminamos por un corredor amplio y llegamos a un departamento con una puerta sencilla en color marfil.

Mia abre la puerta y me invita a pasar, tras de mí viene Elliot hablando por teléfono. Me sorprende ver el hogar de Mia. Tiene por todos lados fotos de ella con sus padres, con sus hermanos y con Ethan. Veo en una repisa sobre la chimenea una foto que me llama especialmente la atención. Son ella y Christian de pequeños. Se ve precioso Christian sosteniendo a una bebé de cabello negro y ojos grandes y expresivos.

-Mis padres lo adoptaron cuando tenía cuatro años. Tengo entendido que sufrió mucho con su madre biológica. Hasta que ella murió- comienza a decirme Elliot. -Nunca lloró hasta hace unos días.
-Siempre nos alejó de su lado porque creía que si su madre biológica no lo quería, no merecía que lo quisiéramos nosotros. Pero mis padres han hecho todo para hacerle ver que lo adoran. Nosotros también. Incluso cuando nos dolía que se aleje de nosotros, lo permitimos para que no se sintiera asfixiado- interviene Mia.
-Él nunca ha tenido nada como lo que tuvo contigo. En cuanto te conoció, fue otro. Me habló de ti cuando te dió tu título en tu graduación, lo olvidó, hasta que me dijo todo...- vuelve a decirme Elliot.
-¿Todo?- le replico asombrada.
-Él me confesó que se enamoró de ti. Que desde que te entregó el título en la graduación no te podía olvidar.

Me dejan a cuadros sus palabras. No puedo recordar cómo fue ese día. Maldición. ¡Haz memoria, Anastasia!

Mia me ofrece un vaso con brandy, y lo bebo de un trago. Al cerrar los ojos para  soportar el ardor me golpean cada uno de esos momentos en los que lo ví.

-Anastasia Rose Steele, alumna
Magna Cum Laude de la generación 2008-2012 en la licenciatura en letras modernas, especialista en Thomas Hardy y Sir Alfred Tennyson. Demos un fuerte aplauso a la mejor alumna de la Universidad Estatal de Washington.

Escucho como el rector de la universidad vocea mis logros académicos mientras me acerco al escenario. Estoy deseosa de que esto termine. Me dan nervios cuando soy el centro de atención, y no terminé de leer mi libro de Megan Maxwell...

Veo a Kate en el escenario junto a los demás profesores y ella me anima a sonreír, yo solo quiero terminar mi libro.

Al acercarme al rector a recibir mis documentos le hago una mueca que se asemeja a una sonrisa y enseguida camino hacia un tipo trajeado que mira su reloj con hastío.

No te preocupes, amigo, yo también quiero irme de aquí... Pienso para mis adentros mientras me acerco a él, y cuando lo tengo de frente me quedo asombrada por sus ojos grises.

Él parece que está por poner en su cara su falsa sonrisa cuando me mira y se queda tan pasmado como yo.

-Felicidades, señorita- murmura y me tiende la mano.

TE QUIERO SOLO A TÍ Where stories live. Discover now