CAPÍTULO 42: AÚN TE AMO

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POV ANASTASIA

Christian me sostiene con fuerza mientras bailamos y me canta al oído against all odds y yo trato de no llorar.

Al terminar la canción me besa con ansiedad, ternura y mucho deseo...

Ay dios, lo amo pero no se me olvida todas sus mentiras.

-Ana, sabes que tenemos que hablar- me dice mirándome a los ojos.

Dios...

Sin soltar mi mano me saca de la pista de baile ante la mirada atónita de sus hermanos, Ethan, Kate y mi abuela.

A su paso toma una botella de Möet Chandon rosado, dos copas y me lleva a un cobertizo que está apartado de la carpa.

Abre la puerta y me invita a pasar con cortesía. Cierra ya que estamos dentro y me vuelve a guiar hacia unas escaleras, abre una trampilla y me hace entrar a una habitación.

Veo que tiene una vitrina que tiene muchos trofeos de remo de Harvard. Los miro y todos le pertenecen a Christian.

-Practiqué remo en la universidad- me dice al verme atenta que observo la vitrina.
-¿A qué me trajiste a este lugar?- le pregunto y giro para verlo y esperar su respuesta.
-A hablar. A mis hermanos, a mi cuñado, y a la bruja Kavanagh ya les diste derecho de réplica. Creo que es justo que yo también me explique y me disculpe- responde sin rodeos.

Lo miro con preocupación. Ya no estoy furiosa con el. No puedo evitar verlo y sentir compasión y tristeza, y también culpa. Yo de haber sido más atenta, él no habría tenido oportunidad de mentirme, y tal vez, ni la necesidad de hacer todo lo que hizo. Sé que hubiera pasado si yo le hubiera recordado cuando lo volví a ver: Enamorarme de él como sé y me desmostró que se enamoró de mi.

-Te escucho.
-Mi madre era adicta al crack- empieza decir
-¿Era?- replico. Eso no me lo dijeron Mia y Elliot.
-Si, ella murió cuando yo tenía cuatro  años- me estremezco al escucharlo.
-Lo...vlo siento.
-Ya no importa.
- ¿Y tú donde estabas cuando ella murió?- Le pregunto
- Estaba con ella... durante cuatro días, encerrado en un asqueroso departamento, sin nada que comer.
-¡Oh Dios!- ahogo un gemido con mis manos.
-Hasta que la policía me sacó de ahí- me aclara.

Cierro los ojos e imagino un niño de cuatro años con el cadáver de su madre. Es horriblemente espantoso.

-¿Como se enteró la policía que tu estabas con un cadáver?- pregunto en voz baja.

El cierra los ojos y suspira. ¡Yo y mi maldita curiosidad!

-Se enteró porque el proxeneta que estaba con ella los llamó.
-¿Proxeneta?
-Si, el puto loco que me hizo esto- se quita el saco y desabotona su camisa dejándome ver sus cicatrices en su pecho.

Siempre pensé que eran cicatrices de varicela.

-¿Son quemaduras?

La expresión de Christian, se ensombrece y endurece.

-Era el cenicero de ese hijo de puta- gruñe.

Siento una punzada en el pecho. ¡Fue torturado! ¿Que animal tortura a un niño? Mis lágrimas empiezan a caer por mis mejillas.

-No llores, Anastasia. No quiero que sientas pena por mi. No lo merezco después de lo que te hice- sus palabras están cargadas de dolor.
-Christian... ¿Porque no me dijiste?- él se acerca a mi y me abraza.

Reprimo el abrumador impulso de besarlo y decirle cuanto lo amo. Quiero ser su fuente de consuelo, quiero curar sus heridas, quiero curar mis heridas.

TE QUIERO SOLO A TÍ Where stories live. Discover now