28-"No se rinde"

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Regresamos a nuestras habitaciones a primera hora del día

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Regresamos a nuestras habitaciones a primera hora del día. Vimos y disfrutamos del amanecer. Pasamos de la alegría a la nostalgia y de la nostalgia a la felicidad. Fuimos un mar de emociones y creímos llegar a ser todo en ese momento. Compartimos experiencias estudiantiles, algunas graciosas, otras, algo tristes. Recordamos a los profesores y comprendimos que al final, cada uno de ellos siempre quiso lo mejor para nosotros.

También nos metimos a nadar. Recuerdo que la fiesta continuó entre música y vasos de cerveza. El sueño nos venció al llegar a la habitación y, aun así, los fuertes golpeteos de unas manos sobre la puerta, consiguieron despertarnos en cuestión de segundos.

—Por favor, un rato más —imploró Leo, al tiempo en el que se colocaba la sábana sobre la cara.

La cabeza me dolía, podía intuir que, al resto de los chicos, también. Recordando que no estábamos en casa, que había una programación y que no se trataba de nuestras madres, hablándonos al otro lado de la puerta, nos levantarnos a regañadientes de la cama.

Tomé una ducha rápida para obligarme a despertar, me vestí, cogí el teléfono y salí de la habitación para ir a desayunar. Mis compañeros de habitación iban a alcanzarme enseguida.

Al bajar, observé a la mayoría de los chicos del colegio haciendo fila para tomar sus alimentos. Se observaba la felicidad que nos albergaba, incluso se percibía en las conversaciones y en las risas que había en cada grupo de amigos.

—¡Evan, por aquí! —Escuché a Carly llamarme a la lejanía. Se encontraba sentada junto a sus compañeras de habitación, en una mesa localizada al fondo del lugar. El ambiente se percibía sereno, y el aspecto del sitio influía en ello. Era similar al restaurante al que había acudido con los padres de Madeleine, con esas mesas de manera pulida y muy bien barnizadas. Con sillas cómodas y adornos florales en cada esquina del cuarto y alrededor de los pilares que sostenían la techumbre.

—Buenos días, chicas. —Saludé una vez estuve frente a ellas. Tomé el asiento disponible al lado de Maddy, me acerqué a ella cariñosamente y le di un beso en los labios.

—Buenos días —respondieron al unísono.

—¿Qué tal la resaca? —preguntó Hannia burlándose.

—Digamos que he tenido mejores.

—¿Y los demás? —preguntó Leila.

—Tomando una ducha. No deben tardar en aparecer por acá.

Aime pasó cerca de nuestra mesa. Me dirigió una mirada juguetona y me saludó con cariño. Aunque en sus palabras pude percibir algo más, aquello que, en toda chica, provocaría celos. Se me estaba insinuando.

—Buenos días, Evan. ¿Dormiste bien?

—Buenos días, Aime —miré de reojo a Madeleine para percibir su reacción. Tampoco quería que pensara que entre Aime y yo existía algo más que amistad—. Muy bien, gracias.

Un amor para EvanTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang