16 -"Daremos un paseo"

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Pasé largo tiempo sin conciliar el sueño

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Pasé largo tiempo sin conciliar el sueño. Mi corazón latía con frenesí y la felicidad que me envolvía, al recordar sus labios sobre los míos, era algo que me impedía dormir. Estar en una relación era como sentirse renovado, como ver el mundo con otros ojos, como despertar luego de un largo letargo, como si en el mundo no existiese nada más que felicidad. Comprendí por qué la gente solía decir que el amor era color de rosa.

Pensaba en eso antes de escuchar a mi tía caminar por el pasillo, hasta la puerta de mi habitación. Quería asegurarse de que hubiera llegado temprano. Caminó hasta el lateral de mi cama. Tuve que mantenerme quieto y con los ojos cerrados. En cuestión de segundos, ella volvió siguiendo los pasos que la habían llevado hasta mí y cerró la puerta sin hacer ruido, pretendiendo no despertarme.

Sabía que debía hacer lo que rondaba en mi mente. Sin pensarlo dos veces, me levanté de la cama, cambié mi atuendo, tomé una chaqueta y mi teléfono. Abrí ligeramente la ventana de mi habitación. Después, abrí la puerta sin hacer ruido. Sigiloso, bajé las escaleras y caminé hasta el acceso principal.

Quería sorprender a Madeleine.

Una vez estando fuera de casa, corrí hasta llegar a la vivienda de mi novia. Eran las 10:30 de la noche y deseaba que ella aún estuviera despierta. Era temprano, aunque por las calles había muy pocas personas. Eso siempre ocurría los lunes. Los viernes era más fácil verlos por las calles.

El cielo estaba despejado y había poca contaminación lumínica que me permitía ver la luna y las estrellas. Era verano, en ese momento el viento no era gélido, contrario a lo que ocurría durante la madrugada.

Al llegar, me paré sobre el césped frente a su ventana y le envié un mensaje pidiéndole que se asomara.

Esperé algunos segundos hasta recibir una respuesta. Preguntaba sobre el motivo de mi petición, no hizo falta decirle más, sabía que, en cuestión de segundos, iba a verme a través de su ventana.

La vi sonreír.

—¿Qué haces aquí? —preguntó dejando ver una sonrisa.

—Quería sorprenderte, ¿no te gustó?

—Claro que sí, tonto. Pero...

—No me quedaré mucho tiempo —dije interrumpiéndola—. ¿Vienes?

—¿Qué? Estás loco.

—Vamos. Será divertido.

—No puedo, Evan. Mis padres...

—Te cuidaré, lo prometo.

Madeleine lo pensó durante un buen rato. No la culpaba, sus padres estaban durmiendo y la emoción de llegar a ser descubiertos, en muchas ocasiones se convertía en un miedo incontenible.

Sin decir nada, cerró la ventana y apagó la luz de su habitación. Por un momento llegué a creer que no iba a acudir a mí, pero a poco de sentirme decepcionado, con la mirada fija en su ventana, escuché un ruido ligero proveniente de la puerta principal, giré mi vista y la vi saliendo de su casa.

Un amor para EvanWhere stories live. Discover now