2-"¿Eres nueva cierto?"

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Después de haberme alisado y peinado el pelo, tomé mis cosas y salí como un rayo antes de que mi madre gritara de nuevo, apresurándome para ir a la escuela

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Después de haberme alisado y peinado el pelo, tomé mis cosas y salí como un rayo antes de que mi madre gritara de nuevo, apresurándome para ir a la escuela.

Era mi primer día, aunque hacía tiempo que las clases había iniciado, de hecho, estaban por terminar. Lo sé, eran finales de mayo. A papá lo habían transferido a la ciudad por cuestiones laborales. Si aceptaba, tenía mayores posibilidades de recibir un ascenso. Eso era lo que más quería. No tuvo que pensarlo, aceptó de inmediato.

Al día siguiente nos estábamos mudando. Mi padre no quería que yo perdiera el año ni estaba dispuesto a apartarse de mí. Razón principal para apelar por mi transferencia en otro colegio, a ciertas alturas del ciclo escolar.

Y ahí estaba, alistándome para mi primer día de clases, en un maldito lunes por la mañana. En ese momento deseé no ir al colegio, quería tener un día más de descanso. Anhelaba con todas mis fuerzas, que los lunes no existieran, por lo menos no como día laboral. Era una utopía y sabía que no podía hacer nada al respecto. Significaba remar contra corriente y no ganar. Así es la vida, ¿no? Pocos se animan a hacerlo y salen vencedores. Sabía que no era mi caso y lo olvidé.

Con gran resignación, me apresuré a tomar mis cosas, me vi por última vez en el espejo, sonreí, salí de mi habitación y bajé las escaleras.

—Estoy lista —le dije a mi madre que ahora tenía el ceño fruncido—. ¿Nos vamos? —Ella había estado insistiendo en llevarme, por lo menos el primer día. No me quedó de otra más que darle gusto. Sabía que la escuela no estaba lejos y que podía llegar caminando a buena hora.

Estaba nerviosa. Todos iban a verme como la rara de la clase. Si tenía suerte podía quedar en eso, de otra manera, iba a ser la rara del colegio. Ya no debía extrañarme, había pasado mi vida entera cambiando de institutos, ciudades, amigos y casas. Siempre era lo mismo con papá y su trabajo. Ya debería estar acostumbrada, pero el primer día nunca era bueno.

—Nos vamos —dijo tomando las llaves de su automóvil para después, abrir la puerta y dirigirse hacia él. Yo iba por detrás, pensando en que perder un año no podía estar tan mal. Por lo menos, al inicio del ciclo escolar todos íbamos a parecer bichos raros—. Apresúrate —dijo ella al tiempo en el que subía al vehículo.

Subí en la parte de enfrente, mirando a través de la ventana del automóvil. El vecindario era bonito, siempre lo era. Afuera, sobre la banqueta, observaba a algunos chicos y chicas dirigirse hacia la escuela. Algunos con uniforme, otros con vestimenta casual.

Mi mamá sabía que, para despejar mi mente, era necesario reproducir música, y así lo hizo. Me conocía.

—Te irá bien —mencionó mirándome por escasos segundos para reconfortarme, después volvió la vista al frente—. Piensa que falta poco para terminar el curso, cuestión de días.

Claro, para ella era fácil. Quizá no recordaba cómo era la vida estudiantil.

No respondí y dejé que la música me tranquilizara. Me hacía desconectar del mundo. Sonaba Walking On A Dream de Empire of the Sun.

Un amor para EvanWhere stories live. Discover now