Pasitos, y unas manitos cubriendo mis ojos. Las toco, no son las de mi niña. ¿Qué carajos? Manuel balbucea, y siento sus dedos apartando a quien sea que me esté tocando.

— ¿Cómo está la prima más querida en el mundo? —Esa voz. Sonrío mientras mis ojos están siendo liberados. Giro la cabeza y encuentro a Aithana, mi pequeña y muy...muy...muy rubia sobrina. ¿Y cómo no? Eric y Ava son tremendamente rubios, normal, la niña les ha quedado como una princesa. Más atrás, veo a sus padres.

Dejo el sofá y voy con mi prima, quién ha hablado, increíblemente espectacular, así se ve. Los aires alemanes le tienen preciosa. Nos fundidos en un abrazo cariñoso que no dura mucho, puesto que mi niño se enoja por ser apachurrado. Saludo a Eric, a quien extrañamente, Manuel si deja que le toque. Puede que sea por el parecido con su padre, pero, eso ni de loca se lo digo a mi loco amor. Se pone celosísimo. La muñequita me abraza, aprovecho para apapacharle, ya que mi hijo se ha quedado prendado con su tío. Él, Aithana y Manuel se van en busca de las niñas, aunque también les digo quienes les acompañan.

— ¡Ava, Ava, Ava! —exclamo emocionada. Y esta vez sí le puedo abrazar como se debe. —Tanto tiempo sin verte.

—Lo sé, Phoe. Pero ha sido mi trabajo, este año ha sido tan bueno como complicado, he recibido el ascenso, pero también más cosas por hacer.

—Ni siquiera nos hemos visto en las fiestas navideñas pasadas, y eso que vine aquí. Te extraño, tonta.

—Yo también, tontísima. Pero me han enviado a Grecia, y la familia es la familia, mi hija y Eric se fueron conmigo. Sin saber que después... —se queda en silencio.

— ¿Qué pasa, Ava? —le pregunto. Su cara refleja tristeza, y se le escapa un suspiro. —Dime, prima, ¿Qué sucede?

—Las cosas no van bien, mi ascenso nos está llevando al declive en la relación. No consigo sacar tiempo suficiente para estar con Eric y Aithana, discutimos todos los días, nos confrontamos por toda. Y Aithana, ella puede estar con cualquiera antes que conmigo. Eric y yo, vivimos en la misma casa, pero estamos más lejos que nunca. Desde hace meses dormimos en habitaciones separadas, aunque han habido ocasiones en las que parece hacerse solucionado. Pero, al día siguiente, pese a la pasión derrochada o las palabra bonitas, volvemos a ser dos desconocidos. —Murmura con tristeza. —La semana pasada estaba estresada, cansada de todo, y él, con sus problemas de la empresa, discutimos, le dije que lo mejor sería poner distancia entre ambos. Entonces, se fue a un hotel, no ha regresado a casa. Hasta hoy, que la señora Judith nos invitó, y tememos que venir a jugar a la familia perfecta. —Miro sus ojos, están húmedos, me rompe el corazón.

— Ava, un divorcio no deben tomarlo a la ligera, y menos dejarlo ser solo por una discusión. Si bien entiendo que algo se rompió, deben tratar de unirlo, el trabajo no debe separarlos. —Ella niega con la cabeza, se siente culpable. — ¿Todavía se quieren?

—Yo lo amo, pero no sé si él lo hace conmigo aún. Sabes que defendí lo nuestro con mis padres, me vine aquí por él, dejé Seattle por buscar la felicidad. Y creí tenerla, pero todo se ha complicado. Eric no vuelve a la casa, y yo... Temo que no lo haga nunca más. Aceptó el divorcio sin rechistar. No sé qué hacer, no quiero hacer sufrir a mi hija, eso me mataría. —Se limpia las lágrimas, y temo por otra cosa. Phoebe, no me he sentido bien, pensé que era la acumulación de problemas, pero no. —Se acerca a mí y susurra: —Creo que estoy embarazada.

Me quedo sin reacción, madre mía, ¡Qué sorpresita!

—Eso es maravilloso, Ava. Un bebé nuevo en la familia, ¡Qué emoción!

—Sé que un bebé es una bendición para todos, pero no quiero que Eric piense mal, tengo miedo a que crea en cosas que no son.

— ¿Cosas como qué?

TRES ZIMMERMAN PARA UNA GREY (THREE)Where stories live. Discover now