Contarle a mi hermana fue raro y difícil. Pero a la vez, liberador. Al fin alguien de familia lo sabía.

Cuando le conté de nuestra pelea de hace tres años, estaba furiosa.

— Joder, y yo queriendo que vuelva a casa. Mierda, ahora mismo la llamo para romperle la cara. — sí que se puso violenta. Tomé su mano, obligándola a sentarse. Me miró, esperando más. — Si alguien me tratara así, la odiaría toda mi vida.

Me reí. Entonces, no había conocido el amor verdadero.

Nunca apoyé los ambientes tóxicos. Pero el amor a veces dolía. Dolía cuando no era correspondido, cuando no era suficiente o cuando este se acababa.

Dolía cuando querías que esa persona fuera feliz, aunque no fueras parte de eso. Dolía cuando das todo de ti para que esa persona sea feliz; incluso perdiéndote a ti mismo.

Pero cuando buscabas amor de forma desinteresada; donde querías que fuera ella, antes que tú mismo. Era el verdadero amor.

Porque podías pensar antes en alguien más, que en ti mismo.

Pero aquello, era algo toxico sin duda.

— A veces pasa, Sofi. Lo hemos arreglado. Ella me buscó por lo del trabajo que te conté. Hemos hablado de eso y lo hemos solucionado. Somos otras ahora. — le sonreí

A ella no le pareció justo, pero trató de entenderlo.

Cuando encontrabas el amor real. Era cuando podías hacer cosas por esa persona. Y esa persona, podría hacer cosas por ti.

Era cuando dejaba de ser toxico y era algo de dos personas enamoradas que buscaban la felicidad mutua. Sabiendo que esa misma felicidad, eran ellos.

Le conté todo, hasta la primera platica; llegando hasta la última, el día en que nos encontró.

Tenía una opinión, no sabía si quería esperar a escucharla

— Camila, es raro. — cortó. — No lo sé. Parece que le gustas, parece que trata de seducirte y jugar contigo, parece que solo es algo normal. No lo sé. Es confuso.

Y lo soltó. Y en medio de todas mis confusiones; jamás pensé que pudiera gustarle.

— ¿Gustarle? — me reí, ella me miró y parecía tan seria.

— Tienen ciertas actitudes extrañas que dos mejores amigas no hacen. Tay es mi amiga y no hacemos ni la mitad de cosas que ustedes hacen. — explicó, sonando como una loca.

— Vamos, no creo gustarle. Sí, no somos esas mejores amigas; pero ¿Qué mejor amiga le cuenta que le gusta a la otra y siguen igual? Claramente hay cosas raras, pero no somos las amigas normales de siempre. Somos mejor que eso. — expliqué, desechando la idea de gustarle.

Me miró, sin creerme.

— En fin, ya la perdoné. ¿Cuándo se casan? — la empujé. Esta niña no era seria nunca. — Camila, te quiero. Eres una excelente hermana y no dejaras de serlo por más que seas una lesbiana. Podría gustarte lo que sea y te seguiré queriendo. Eso no define lo que los demás sientan por ti. Créeme. — pasó su brazo por mi cuello, acercándome a ella en un abrazo.

Era un poco más grande que ella, así que tuve que agacharme.

— Además, faltaba presencia LGTB en la familia. Si no eras tú, era yo. Qué bueno que te sacrificaste. — solté una carcajada. La empujé, era una idiota. — Va, ya. Te quiero y sigues siendo mi héroe, Kaki. Siempre. — sonreí con lo último. De niña no dejaba de decirme así y luego creció. Dijo que era estúpido y nunca lo volvería a decir. Y después de tantos años, la escuchaba decir ese apodo. — Díselo a nuestros padres. Tantos comentarios que hacen y estos te lastiman. Además de que ellos están esperando otra cosa. Ya sabes, con nuestra familia.

Como si pudiera gustarte |#CAMREN#|Where stories live. Discover now