XXXI.

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Frank, en algunos momentos del día, verdaderamente que no tiene nada que hacer.

Cuando Lisa se va a la universidad, y Frankie al colegio y María toma sus largas siestas o insiste en que no necesita su ayuda, Frank no tiene nada que hacer.

Lisa le dice que puede ver películas, algunas son de cine clásico, o independiente y son tan excéntricas en ocasiones que a Frank le parecen irritantes. Frankie le dice que puede ver series, pero Frank no es muy amante de las series. María le dice que lea los libros que hay en la casa, pero los ha leído todos a este punto.

La vida de amo de casa es aburrida, ya entiende porque tantas mujeres se rehúsan a vivir una vida así. Frank había vivido su vida en constante movimiento, haciendo cosas, ejercitándose o peleando. Y ahora estar estancado, sin hacer nada es... Extraño.

Para hacer las cosas peor, Matt está demasiado lejos de él. Y no solo físicamente, si no que está en otras cosas. Foggy, Karen y él habían conseguido un apartamento lo suficientemente grande para ellos y que fuesen capaces de pagar. Todos estaban emocionados. Cuando Matt no estaba estudiando y preparándose para graduarse, estaba mudándose a su nuevo apartamento.

Frank lo había ayudado a mudarse, pero igual siguen sin verse tanto como él quisiera. Matt está distraído, abrumado y estresado. Y Frank puede tener momentos aburridos en ocasiones, pero buscar y recoger a Frankie del colegio, cocinar, limpiar, ordenar, ayudar a María y calmar a Lisa son cosas parte de su día a día. Y muy pocas veces ambos pueden coordinar sus horarios y hablar aunque sea unos minutos de cualquier cosa.

Si se lo piensa un poco, con lo apretado que es normalmente su horario, debería alegrarse de tener pequeños momentos calmados y aburridos en las tardes. Pero es que hoy todo es aburrido. Hace un calor que ya es  insostenible y no hay nada que ver en la televisión que valga la pena. Ya ha lavado los platos, ya ha lavado la ropa, es demasiado temprano para cocinar el almuerzo y no puede tomar una pequeña siesta.

Así que, indiscutiblemente aburrido, Frank decide que tiene que salir de este apartamento. Conocer más Manhattan, hablar con algún vecino que no tenga nada que hacer, tal vez pedir algún otro libro en la biblioteca pública. Cualquier cosa. Cualquier cosa es mejor que estar sin hacer nada en esta casa.

Se lleva las llaves que María ha asignado como suyas y sale por la puerta, casi ansioso. Como un niño sobreprotegido que no ha salido de casa en mucho tiempo.

Y entonces es cuando ve a Beth, bajando las escaleras. Su cabello castaño está sujeto en una alta coleta y está usando ropa deportiva esa mañana. Frank la ha visto pocas ocasiones por el edificio, saludos cortos y conversaciones cordiales que solo duran hasta que llegan a su piso han sido lo único entre ellos.

Ella escucha sus pasos y le mira por encima de su hombro, una sonrisa amable apareciendo en su rostro. Frank no tarda en devolvérsela.

—Hola, vecino. —saluda ella, dándose la vuelta para mirarle mejor. Frank llega hasta donde ella yace, en uno de los escalones, la sonrisa aún en su rostro.— ¿Qué haces por aquí?

—Nada... Solo, conociendo el edificio. Esta tarde es muy aburrida.

—Dímelo a mí. Cuando Carol se va a trabajar y mi hijo a la escuela, verdaderamente que no tengo mucho que hacer aquí.

— ¿Tienes un hijo?

—Sí. Su nombre es Rex. Tiene siete.

—Es una época difícil, ¿verdad? Mi hijo menor tiene seis.

—Es difícil, pero siempre lo es. Digamos que lo único que quiere hacer es jugar videojuegos y leer cómics pero estoy bien con eso. A veces siento que se olvida del mundo a su alrededor, pero es mejor que ver cómo se pierde en el, ¿sabes de lo qué hablo?

Red hair, black sweater, blind eyes.Where stories live. Discover now