XI.

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Cuando Matt era muy joven, su mamá se fue.

Recuerda muchas cosas que en realidad, son algo borrosas. Recuerda su melena negra y su sonrisa abrigadora. También recuerda los diversos ataques de demencia y locura que hicieron que Matt más de una vez se sintiera increíblemente rechazado. No recuerda cuando se fue, sin embargo, recuerda a su padre sonriendo de soslayo hacia él y diciéndole que todo iba a estar bien, que estaban juntos en esto.

Matt había pasado los siguientes años después de eso siendo protegido por su padre a toda costa. Pasando las mañanas en las escuela y las tardes en el gimnasio. Después vino el accidente donde perdió la vista y todo se puso oscuro... literalmente.

Adaptarse a ser ciego había sido difícil, nada de películas con finales felices donde recuperaba la vista por algún milagro de Dios. Matt hubiese sido feliz de que hubiese sido así, había rezado porqué eso pasara desde siempre, pero cada mañana amanecía en la oscuridad. Con el tiempo comprendió, como el buen chico católico que era, que si Dios coloca algo en tu camino es para que avances desde donde está, que vendrás cosas mejores, que hay que sufrir para ser santo.

Así que había tratado de vivir de esa manera, aceptando de la mejor manera posible que nunca podría volver a ver. Y lo había logrado. Su padre y sus amigos, que se reducían a Peter, Foggy y Karen, acompañándolo en lo que podían. Tal vez todo el dolor que Matt había pasado, desde la desaparición de su madre hasta perder la vista, le había hecho más fuerte. Él estaba seguro.

Pero ahora, se encontraba en un dilema. Con nombre y apellido.

Se había escondido en las sábanas de su cama como un cobarde cuando había llegado de la pelea donde había besado a Frank. Porqué eso era otra cosa, había besado a Frank. Sin advertencias, sin intentos fallidos, solo lo hizo. Y no sabía como sentirse al respecto. Tal vez porqué había estado pretendiendo todo este tiempo que las cosas con Frank eran solo un crush estúpido que acabaría en cualquier momento. Que no llegaría tan lejos y que en unos meses, tal vez estaría metido en la falda de Elektra si ella se dignaba a responderle las llamadas y todo el asunto como Frank se evaporaría en el aire.

Pero no fue así.

Se sorprendió a sí mismo pensando en él, día, tarde, noche. Con el corazón repiquiteándole con fuerza cuando lo siente cerca y puede oler su aroma. Y él sabe que está mal. Mal, mal, mal. Tan mal que no puede ni siquiera hablar sobre Frank con Karen o Foggy cerca porqué se siente culpable. Tan mal que no puede evitar cohibirse cuando su papá bromea con él sobre todo el tiempo que se la pasa ahora en el gimnasio.

Está mal porqué Frank solo es dos años menor que su papá, tiene dos hijos y es increíblemente incorrecto.

Y a pesar de eso, ahí está. En el gimnasio, a las cuatro de la tarde, soportando un calor de mierda y sonrojándose como un idiota mientras Frank, probablemente, sonríe hacía él.

 Venga, debes de saber algo de boxeo. Tu padre es una maldita leyenda.  —le dice Frank, riéndose un poquito.—Debes de estar jugando conmigo, definitivamente.

—Boxeaba antes de perder la vista —responde Matt, sonrojándose mientras escucha la leve y ronca risa de Frank., luché un poco después de que me acostumbré a ser ciego, pero aún se me hace algo difícil.

Tienes el boxeo en la venas. Un poco de memoria corporal y estarás sano y salvo.

Escucha a Frank desabrochar los sujetadores de sus guantes y procede a colocárselos a él. Matt trata de ignorar el calor extendiéndose por él mientras siente los dedos de Frank tocarle las muñecas. Cuando tiene los guantes puestos, Frank coloca las manos en su cintura.

Quizá Matt pudo haberse desmayado ahí mismo, sobretodo cuando Frank se acerco a él. Pecho contra espalda, y el aliento de Frank chocándole la oreja. Oh, si Matt pudiese verlo ahora, daría todo por poder mirar a Frank justo ahora. A los ojos, justo a sus intenciones. Pero Matt no puede cambiar las cosas, desearía poder algunas veces. Se conforma con tener a Frank, tan cerca que si alguno de los otros boxeadores que están en el lugar los ve, habría muchas preguntas incómodas que responder.

Frank le murmura que movimientos hacer y Matt solo se deja llevar. Sus manos se mueven hacia el saco de boxeo y Matt se permite sonreír, mientras el calor de la voz de Frank le pega contra la oreja y le llega hasta las entrañas. Frank mantiene el toque en sus muñecas pero después lo desliza hasta su cintura y Matt siente que se puede morir, temblando ante su toque.

—En serio te extrañé todos estos días que no pudimos vernos. —le dice, suavecito, contra el oído.

No se habián visto desde hace una semana. Matt teniendo la universidad ahorcándolo y Frank pasando tiempo con sus hijos mientras su ex esposa andaba, de nuevo, en varias citas médicas.

—Yo no tanto.  —le miente, divertido. Frank se ríe contra su oído, llenando de sonido el lugar. Matt está asfixiándose de tanto calor y cariño justo ahora.

—No me mientas. —dice Frank, con un tono un poco más ronco pero igualmente algo vibrante por la risa. Matt siente un beso contra su cuello y se encoje ante el cariño. Se voltea unpoco y siente los labios de Frank tocando levemente los suyos. Matt se sonroja, pero simplemente lo deja.

Tal vez Matt no sea tan fuerte después de todo.


















mommy evelyn is back... bueno, mas o menos lmfao solamente vine a publicar esto y a perderme en las tinieblas again. Las extraño bebés, mi vida sin ustedes está llena de miseria, ideas inconclusas y auto-odio.

nos vemos algún día, si vuelvo a conseguir donde publicar; love y'all z4

Red hair, black sweater, blind eyes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora