XXII.

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Gwen tiene varios minutos mirándole. Como todos lo que lo conocen, cree que solo por ser ciego, no puede sentir cuando alguien posa su mirada sobre él. Como Gwen, justo ahora.

El día en la oficina ha pasado tan lento que Matt casi celebra cuando llega la hora de almorzar. Puede oír a alguien más desearle feliz cumpleaños alegremente a Eddie en la oficina de recursos humanos, puede oír a Sam contarle un chiste malísimo a Scott en los cubículos de las oficina y a Gwen colgar una llamada.

Ella vuelve a mirarle. Matt suspira.

—Gwen... ¿Tengo algo en la cara?

—Lo siento, lo siento. —dice ella, rápidamente, sintiéndose levemente avergonzada de haber sido descubierta.— Sé que he estado mirándote como una acosadora todo el día... Lo lamento. Es solo que... ¿Estás bien? Te siento extraño hoy.

Matt traga con lentitud. Empieza a levantarse de la silla y escucha como Gwen imita su acción en el escritorio en frente de él. Antes de poder evitar la pregunta, siente como Gwen camina con rapidez hacia él y espera una respuesta.

—Yo... Estoy bien. —dice Matt, mientras suelta la respiración que no sabe que estaba aguantando. Gwen le mira con atención.

— ¿Seguro? Sabes que puedes hablar conmigo. —ella murmura, preocupada. La mano de Gwen se posa en su hombro y le brinda una calidez que Matt ha estado necesitando después de todo lo de ayer.

—Seguro.

Puede sentir a Gwen mover la cabeza, pero aún la siente tensa cuando ella toma su brazo para caminar hacia el comedor. Gwen no hace más preguntas. Matt se lo agradece sin decirle.

Después del evento con Billy, Matt apenas y pudo cerrar los ojos en la noche y no encontraba motivación en la mañana para poder llegar a la oficina. Desayunó con su padre esa mañana, lo escuchó hablar con entusiasmo sobre las siguientes peleas planeadas para el gimnasio y actuó como si nada hubiese pasado. Pudo hasta reírse de los chistes de su padre y pudo responder vagamente las preguntas que le hacía, incluso si una presión se posaba en su pecho y casi no le dejaba respirar.

Llegar al trabajo fue la parte más difícil. Sostuvo una conversación rápida y poco profunda en el metro con Frank, que se oía alegre y sereno esa mañana y que de alguna manera había logrado distraer a Matt en su camino al trabajo. Cuando llegó al gran edificio, sintió todo de él achicarse aún más mientras caminaba hacia la entrada.

Scott lo saludó a penas entró, siempre tan sonriente como todas las mañanas que venía a cumplir su turno. Se encuentra a Emma en el ascensor, que le habla con tranquilidad y le pregunta qué tal la mañana. Matt sigue preguntándose si debería de decirle a alguien. Cuando Emma llega a su piso, le sonríe antes de salir y Matt siente su oportunidad marcharse.

Después tiene que enfrentarse a Gwen, que es detallista e inteligente y nada se le escapa. Ella parece notarlo algo distraído en la mañana cuando le habla entusiasmada a Matt sobre sus hijos y él no se ve tan concentrado como siempre.

Matt aprecia su interés. Sabe que aunque decida marcharse, la amistad con Gwen se mantendrá, porqué ella es simplemente maravillosa.

Gwen y él se mueven con los demás por los pasillos para llegar al comedor. Escucha la voz de Sam exclamar algo incomprensible para él o para Gwen en una mesa, pero que hace a Eddie quejarse en su asiento y a Scott reírse a la par.

Después de elegir en la gran variedad de comida que se ofrece para comer ese día en el comedor, de que el olor a comida le ataque la nariz por algunos minutos y de que Gwen se queje de que no hay sopa de elote esa tarde, ambos terminan sentándose en la misma mesa que Scott, Eddie y Sam.

Red hair, black sweater, blind eyes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora