CAPÍTULO 40: APRENDIENDO A PERDONAR

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Yo le doy la mano en un apretón firme y siento como mi cuerpo responde a su contacto, nunca me había sucedido.

-Gracias, señor.
-Le deseo mucho éxito- me dice sin soltar mi mano.
-Es muy amable, señor.

Nos interrumpimos al escuchar pasos y ambos nos giramos para ver cómo se acerca un fotógrafo con la cámara lista. El tipo del traje se acomoda frente al fotógrafo y me entrega con la mano izquierda mi reconocimiento a la excelencia académica.

-Yo... yo... Lo había olvidado... Es mi culpa...- balbuceo y trato de no llorar.

-Ana, solo queremos que comprendas que también para Christian es difícil. Él no pensó en saber de ti otra vez, también lo olvidó hasta que poco después de que lo descubrieras le llegará el anuario, y cuando lo vió, fue cuando te recordó, cuando te vio en el aeropuerto de Savannah, solo lo cautivaste por qué te le hacías conocida...
-¿Te das cuenta? Siempre has sido tú, y nunca lo notaste- me dice Mia.

Al pensar en todas esas veces que lo ví y no le presté interés, me doy cuenta de cuánto me he equivocado. Mi madre y mi abuela... De no haber sido por ese día que salí a correr no lo habría vuelto a ver.

Dios.

Sin querer ni poder más me dejó caer en el suelo y comienzo a llorar. Ya no quiero ser fuerte. No quiero estar sola. Ya no.

Lloro, grito, me desespero por lo tonta que he sido, y por qué tal vez he perdido al único hombre al que le he dado mi corazón.

-Ana, calma. No todo está perdido...- me dice Mia tratando de animarme.
-Si lo está. Él me odia. No se han entrado... Christian ayer me encontró en una situación muy incómoda y complicada y me dijo que estaba logrando que me odie y que iba a desaparecer de mi vida. Ya lo perdí...- les explico y sigo tirada en el suelo llorando.

-Elliot, necesitamos refuerzos- dice Mia preocupada.
-No podemos llamar a su abuela, nos va a despellejar vivos...-le responde su hermano también preocupado.
-Christian no creo que sea buena idea, los dos necesitan darse tiempo...- vuelve a hablar Mia.

Solo oír su nombre me hace romperme en pedazos.

¿De verdad lo he perdido?

-Ya sé quién puede calmarla- dice Elliot después de pasarme una caja de pañuelos y un té.
-¿Te volviste loco? Ethan está en su curso.
-Ethan si, pero no mi Kate.

Eso fue lo último que escuche antes de seguir llorando.

Cuando me doy cuenta, vamos de nuevo en el auto de Elliot y yo no puedo parar de llorar. Siento como detiene el auto en frente del edificio del Seattle Times.

Yo no puedo articular palabras, el dolor las lágrimas, el nudo en mi garganta me impiden decirle a Elliot que me lleve a mi casa.

-Quedate con ella, yo iré por Kate- le dice Elliot a Mía.

- Ok, ve rápido, esta mujer se va a quedar seca de seguir así- dice Mia y se sienta al volante.

Elliot, sale rápidamente del auto y va corriendo hacia la puerta de cristal.

-Tranquila, por favor- me pide Mía.

¿Como voy a estar tranquila, después de saber la horrible historia de Christian? Después de todas las barbaridades que le dije, soy una mierda de persona. No merezco nada de él, ni siquiera su desprecio por hacerle creer que me follaba al chico de ficción. Soy lo peor.

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