Las reglas de la realidad virtual de VIA era asegurar el bienestar de todos los usuarios y lograr una desconexión segura. VIA está obligado a asegurar el bienestar físico y mental del usuario pasara lo que pasara y apartar aquellos recuerdos de la experiencia que pudieran disturbar su vida fuera.

Cuando el nuevo usuario firmaba su contrato con VÍA conformaba o se negaba a querer recordar ciertas cosas, conversaciones y situaciones. Dado que la experiencia dentro de VÍA era algo que aprendía del usuario para sacar el máximo partido a la experiencia. Se controlaba el ritmo cardíaco, respiración y recuerdos recurrentes.

Si bien era cierto que todo era válido dentro de sus sistemas, morir estaba programado para no ocurrir nunca y cuando la vida del usuario corriera un grave peligro la desconexión y expulsión forzada de la Red era el único recurso, con la consecuente desaparición de ese recuerdo.

Chris siempre se había preguntado quién estaba detrás de VÍA, quien veía las vidas de millones de personas  y actuaba como un dios poniendo y quitando recuerdos.

No tuvo mucho más tiempo de pensar en cosas tan grandes, porque esa voz llego alta y clara a él, aun cuando su mente ya debería encontrarse en la fase de reajuste antes de conectar de nuevo con su cuerpo.

"He vuelto a encontrarle, pero no me reconoce, todavía no. Empiezo a pensar que no puedo salvarle."

Cada centímetro en el cuerpo de Chris  creyó reconocer el tono de esa voz, calmado, dulce, tranquilo y seguro y con cierto acento que no parecía americano y con ella recuerdos de su experiencia en VIA.

Vio unos ojos claros que pertenecían, sin duda al dueño esa voz. Podía sentir unas manos que le acariciaban el cabello mientras la voz le hablaba y sonrió al notar unos labios junto a su oído que Le hacía sentir bien.

Era casi ironico. Más allá de la música adoraba la historia, casi se había inclinado por estudiar arqueología. Así que cuando VIA comenzó a ofrecer experiencias realistas en cualquier lugar y época, Chris no lo dudó. Esa misma pasión había estado a punto de matarlo.

Cuando le habían ofrecido vivir una aventura en VIA, lo primero que pensó fue en todas las posibilidades que visitar la antigua Roma le ofrecían.

No esperaba que una de ellas iba a ser probar el sabor de la muerte.

De nuevo, dejando que los recuerdos fueran a la deriva como un barco, la sonrisa más tonta apareció en su rostro cuando escuchó la última conversación con el desconocido de ojos verdes.

-Compraré tu libertad y nadie más podrá tocarte... ya, ya se que no eres esa clase de esclavo. Pero me revuelve el estómago pensar que alguien se sobrepasa contigo en la posada. Todo saldrá bien, siempre estaré contigo.

Había decidido dejar que fuera VIA quien decidiera al azar su vida en la otra realidad y ahora poco a poco, en la tranquilidad del hospital los recuerdos estaban volviendo.

Le había sorprendido encontrarse de esclavo trabajando en una especie de taberna o posada a las afueras de una nueva colonia romana de la que no había llegado a saber el nombre.

Al ser la primera vez que entraba en un sistema virtual de VIA, le sorprendió ver la ingente cantidad de detalles que un ordenador podía juntar sobre una época. Era todo tan real, que por un momento creyó, que verdaderamente había viajado en el tiempo.

En algún momento del día, entre recuerdos y pensamientos, se había quedado dormido. Tenía tantas cosas en la cabeza que no se había dado cuenta lo cansado que estaba.

Despertó varias veces durante los siguientes dos días, aunque su cuerpo estaba tan débil, que apenas lograba estar consciente unos minutos.

Cuando finalmente volvió en sí, la herida se había cerrado casi por completo, aunque todavía dolía como cuando le habían atacado. Por extraño que sonara, incluso dentro de su propia cabeza, pensar en la herida le hacía pensar en  una espada, una antigua, oxidada incluso.

Una VIA para volver a encontrarteHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin