"Keith..." el ronco tono de voz de Lance se reprodujo nuevamente en su cabeza, junto a la imagen del chico desnudo sobre su cuerpo.

—Oh por... —Fue entonces que reaccionó, sintiendo los latidos de su corazón dispararse a mil por hora, su estómago encogerse y el tono carmesí extenderse por todo su rostro, deshaciéndose de la última pizca de sueño que le quedaba. Su expresión confundida y avergonzada era genuina, la última vez que había tenido un sueño húmedo era cuando tenía dieciséis y ni siquiera había sido con alguien real.

Levantó la vista, apartando la atención del rostro de Lance para evitar sentirse... maldita sea, es que ni siquiera sabía qué demonios era lo que estaba sintiendo. No era sano para nadie simplemente recordar cómo te lo hacían, así, de la nada. Notó como los tenues rayos de luz comenzaban a reflejarse sobre el cristal de la ventana y el suelo de la habitación, ¿qué hora era? —Mierda —soltó al ver que pasaban de las seis de la mañana en el reloj digital del cubano. Su alarma no lo había despertado y si no se daba prisa, perdería la primera clase con Zarkon y con ello, uno de los últimos exámenes del periodo.

Estiró el brazo por encima de su cama, tomando una de sus almohadas para colocarla en el suelo y dejar la cabeza del castaño con cuidado, porque a pesar de todo, no tenía el corazón para dejarlo en el suelo por completo y despertarlo ya no era una opción, al menos no, si lo que quería era evadir preguntas incomodas.

Y por unos instantes se quedó así, con la mano aun sosteniéndole la cabeza y con los dedos enredados entre las suaves hebras castañas de su mejor amigo. Observándolo en silencio, perdiéndose y apreciando cada detalle de él como lo había hecho tiempo atrás en el balcón.

<<Sus labios... >> pensó, deteniendo su vista violácea sobre ellos. Jamás les había prestado atención, eran bonitos, ni tan gruesos, ni tan delgados y parecían ser suaves, como en su sueño. Recordó la sensación que se sentía cuando él rozó con ellos su cuello entero, erizándole nuevamente la piel.

La noción del tiempo había desaparecido para Keith, ni siquiera se percataba de que comenzaba a cortar la distancia que existía entre ambos. Estaba dejándose llevar inconscientemente por los instintos y la curiosidad de un sueño.

—Mmh... —Lance frunció el ceño, moviéndose un poco antes de acurrucarse contra la almohada. Keith inmediatamente retrocedió, volviendo en sí. ¿Qué estaba haciendo?, ¿qué demonios estaba haciéndole Lance?

El azabache se levantó, tomando los apuntes que se encontraban en el suelo con rapidez, metiéndolos en el interior de su mochila antes de comenzar a cambiarse. Cuando terminó, tomó su teléfono celular y se colgó la mochila al hombro, dirigiéndose hacia la salida. Pero justo antes de tocar la perilla, observó su reflejo sobre el espejo que se encontraba colgado detrás de la puerta y el reflejo de su mejor amigo dormido. El tono carmesí sobre sus mejillas se intensificó más al ver al moreno y su corazón volvió a dar otro vuelco dentro de su pecho.

<< Estúpido Lance y estúpidos sueños hormonales de mierda. >> refunfuñó para sus adentros, sacando los audífonos del bolsillo pequeño perteneciente a su mochila y colocándoselos con una canción aleatoria a todo volumen.

Salió de la habitación un tanto alterado, bajando las escaleras. Realmente no era por el sueño que había tenido con Lance, sino, la razón detrás de aquello. Era consciente de que las personas algunas veces soñaban con alguien que no tenía nada que ver en sus vidas o incluso, personas que ves en la calle, pero al ser Lance... había algo que le ponía los nervios de punta. Keith comenzaba a notar que todo lo que tuviera relación directa o indirecta con el cubano le afectaba, desde el estúpido comportamiento extraño que Lance comenzó a tener esa semana hasta los sueños de los cuales no era culpable.

El chico llamado LANCE - Klance AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora