Cap 49

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El beso era rápido, desesperado, pero luego tomó un ritmo lento y yo sólo estaba allí, sorprendida, no sabía que hacer ni como manipular mis sentimientos ante la revolución de emociones que sentía en mi interior.

Cuando logré por fin ser consciente de lo que estaba sucediendo, puse mis manos en su pecho y puse todas mis fuerzas para empujarlo.

Sólo logré moverlo unos centímetros, y lo miré directo a los ojos, había en ellos una emoción que no logré distinguir además del deseo claramente visible en su rostro.

-Esto está mal...- Murmuré aún cerca de sus labios- ¡Esto está mal, James!- grité en un susurro y alejándome de la nada, al mismo tiempo que pasaba la mano por mi largo cabello y le daba la espalda caminando en dirección contraria a la de él.

-Luce...- murmuro en un susurró.

-Vete - exigí enojada conmigo misma por lo que en ese momento estaba sintiendo.

-Luce...- volvió a murmurar.

-¡Vete! ¡Vete, James!- grité histérica, al borde del llanto. Caminé hasta la puerta principal y la abrí para que él saliera.

-Luce, yo...- dijo ya del otro lado de la puerta.

-Vete...- ya tenía lágrimas corriendo por mis mejillas, él me miró con culpa en su mirada- por favor- añadí a modo de súplica, él trago grueso y asintió marchándose de con la cabeza baja.

Al cerrar la puerta lo primero que hice fue sentarme en el piso con la espalda pegada a ella, y lloré.

Lloré por el beso, lloré por que él se había ido, por todo lo que sentí, por todo lo que siento, por el amor y el odio que le tengo... Lloré por todo.

.......

Eran las seis de la mañana, no he podido dormir ni un solo instante desdé lo que paso ayer, la mayor parte de la noche la pasé llorando y cuando no, paseaba de mi habitación a la de Harley tratando de olvidarme del beso, pero todo era en vano.

Me levanté de la cama sintiendo un dolor agudo en las sienes, producto de todas las lágrimas derramadas horas atrás. me introduje al baño, y miré mi reflejo en el espejo, una mujer, ojerosa, con los ojos y nariz rojos por haber llorado, tristeza, dolor, eso era lo que reflejaba el espejo, esa mujer era la misma de hace ocho meses.

Deseché esos pensamientos y me desvestí rápidamente metiéndome a la ducha, no quería rememorar todo eso, no quería escarbar el pasado.

Cuando acabé con mi aseó personal, fuí a hacer el de mi hija, y también a alimentarla.

Una vez de haber terminado con Harley, bajé con ella en brazos, y la dejé en un corral con juguetes y yo me senté en un sofá con la mirada en ella pero la mente concentrada en un recuerdo que no dejaba de divagar por mi mente y pronto me encontré llorando nuevamente.

Ya no podía seguir así, si no sacaba todo lo que tenía por dentro iba a explotar, necesitaba ayuda, y sola no la iba a conseguir, así que; metí mi mano en el bolsillo de mi short de estar por casa y marqué el número de la única persona que sabía que no me iba a juzgar.

-¡Hola hermanita, buenos días!- respondió radiante, y por un momento envidié su felicidad.

-Buenos días, Lía - traté en la medida de lo posible que mi voz no sonará extragulada pero fallé de una manera increíble, puesto que hasta un sonido lastimero salió de mi garganta.

-¿Que pasa, Lucí? ¿Estás bien? ¿Harley?- su tono risueño cambio a uno preocupado en cuestion de segundos.

-¿Recuerdas cuando me dijiste que cuando necesitara una psicóloga te no me cobrarías la cita?- dije tratando de reír en medio de mi llanto, para relajarla un poco.

-Por supuesto, pequeña, pero solo por ser tú- murmuró más tranquila y en un tono maternidad y conciliador- ¿voy o vienes?- preguntó después.

-Ven, por favor- dije con lágrimas nuevas en la cara.

-Estaré allí en quince minutos nena, no te preocupes - y cortó la comunicación.

Miré a Harley de nuevo, ella me miraba con sus grandes ojos azules, y luego me sonrió, una sonrisa que le dio un pequeño suspiro de paz a mi corazón.

........

La puerta principal sonó y me apresuré para abrirla, Líana estaba del otro lado de la puerta con Sophia en sus brazos y una pañalera en sus hombros, no resistí más y la abrace aferrándome a ella, que como pudo me devolvió el abrazo, no pude contener las ganas de llorar, al sentir la pequeña mano de Sophi acariciar mi cabello en una acción que pretendía ser conciliadora.

-Dime que pasa Lucí, me estás preocupando- dijo Líana una vez que ya nos habíamos sentados en el sofá mirando hacía las niñas su jugaban animadamente en el corral, ajenas a todo las cosas en el mundo.

-Pasa de todo, Lía, pasa que ya no puedo más, que ya no sé si obedecer a la razón o al corazón, y... Y no sé que debo hacer.- respondí con enojo hacía mí por sentirme tan vulnerable por un simple beso, mientras quitaba las lágrimas de mis mejillas con rabia.

-Tranquila, Lu. -concilió ella-Y dime, nena ¿cual es la situación que no toleras?- cuestionó atenta.

-Pues, ¡Esta! Esta dónde tengo que dividirme entré los que quiero y debo hacer- respondí - esta dónde está primero la razón que los sentimientos, esa es la situación en la que estoy desdé hace mucho tiempo- terminé diciendo.

-Tiene que ver con el padre de Harley- no fue una pregunta, sino, una afirmación, me sorprendí ante la manera tan rápida de descubrir las cosas solo con analizar unos segundos. Asentí sin decir una sola palabra -Bien, para ayudarte, necesito que me cuentes todo, Lucía. Absolutamente todo, desde que todo esto empezó.- aclaró poniendo énfasis en cada palabra y yo volví a asentir, le contaría todo a Líana, absolutamente todo.

Mi Hermoso ErrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora