cap 7

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Enero, 28






Lucía.


Mi madre es de ese tipo de mujeres que nunca se cansa de cuidar niños, de esas que dedican toda su juventud en cuidar de manera abnegada a sus hijos, pero que no se conforma sólo con eso, por lo qué se le hace casi tan necesario como respirar, el cuidar de la misma forma a sus nietos. Tanta es su necesidad, que en ocasiones su palabra a la hora de consentir, imponer o levantar castigos sobre los niños, tiene más peso que la de los mismo padres.

Esto le molestaría a cualquier nuera; el que tu suegra tenga más poder sobre tus propios hijos, el que quiera cuidarlos como sí fuera la madre, y encima parecer la madre, enojaría y pusiera en tela de juicio la relación nuera/suegra. No obstante, a Kate, esto no le importa, de hecho parece agradecerlo, cada que respira. Ciertamente mi cuñada es una chica jóven, que debido a uno que otro problema con sus embarazos tuvo que dejar de hacer muchas cosas; entre ellas posponer su carrera.

Ahora que sus niños están más grandes, agradece a mi madre el tiempo y cariño que les da, mientras ella termina la universidad, y mi hermano trabaja a la par de mi padre.

Llevo todo el día analizando eso, sentada en la banca alta de la isla de la cocina, con mis dedos en la taza de café que cada dos por tres vuelvo a llenar, y los ojos fijos en los niños que mi madre mantiene quietos mientras ella se esmera junto a una empleada por preparar postres, y la cena. Liam y Antonella, son niños revoltosos, no saben estar tranquilos, pero aún así mi madre se las apaña para mantenerlos quietos, sentados en una mesita infantil.

-Ya basta.- la voz de mi madre llena mis oídos, haciéndome levantar la vista a sus ojos cuando su mano se posa sobre mi taza.-Entiendo ahora porqué no puedes dormir.- me quita la taza y se la lleva al lavado, haciéndome soltar un suspiro.- ¿Quien podría sí ingiere café de la misma forma que ella?- bromea con la empleada que se ríe a su par.

-Tía Líana, ¿Que le paso a tu cabello?-pregunta Liam con un tinte divertido, haciéndome girar la cabeza sobre el hombro cuando junto a Antonella, se echa a reír.

Lía, que parece más un zombie que una madre primeriza, atraviesa la entrada de la cocina con su bebé en brazos, dedicándole una mirada de fingienda molestia a su sobrino, haciendo así que las risas infantiles aumenten.

¿Me pareceré a Líana cuando...?

La corriente que avasalla mi pecho con el mero pensamiento, hace que mi subconsciente calle. Sí ella luce así, con la ayuda de mamá, de Kate, mía y hasta la de nuestro padre y hermano ¿Como carajos voy a lucir yo, estando del otro lado del país y únicamente acompañada de un hombre que por lo único que está haciéndole frente a esto, es por obligación?

-Cuando seas padre, juro pellizcar a tu bebé para que lloré todo el día, y tu lindo cabello rizado, parezco un nido de ratas.-bromea con el pequeño mientras su nena empieza a sollozar, cuando la risa de todos la hace despertar.

Líana hace un puchero que indica que está a punto de venderle el alma al diablo, y es entonces cuando mi madre la socorre, quitándole a la bebé de los brazos, minandola a ella y también a Líana. Le pide que se siente, la trae chocolate caliente, y todo esto, sin dejar que le bebé suelte un solo quejido.

Tiro mi cabeza sobre la barra, cerrando los ojos y replanteándome toda la situación. Yo no soy mamá, soy más Líana en todo este asunto.

¿Y sí todo sale mal? ¿Qué tan malo puede ser quedarme en casa después de anunciar que tendré un hijo, y que este no tendrá un padre?

Mi Hermoso ErrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora