cap 4

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Al escuchar la voz que solo había oído un par de veces, mi piel se eriza y me levanto de inmediato, encontrandome con el rubio que me mira burlon, vistiendo un chandar gris y una camisa de algodón negra.

—No soy una niña— digo tratando por todos los medios de no sonar como una patética borracha.— Mucho menos de papi.

Dicho esto, trato de irme, caminar lejos y encerrarme en casa y pasar sola, la vergüenza de que me hallara tirada en el piso. Pero tan pronto como doy un paso al frente el mundo bajo mis pies se tambalea sin piedad alguna, y cuando creo que estoy a punto de volver al suelo, un brazo fuerte me rodea por la espalda, y el señor Evans termina pegándome a su pecho.

Alzó la mirada para encontrarme con los ojos que brillan bajo las luces nocturnas y las espesas cejas. Nuestros labios quedan a centímetros y trago saliva cuando nuestros alientos se mezclan.

—Además de decir malas palabras, la niña esta ahogada en alcohol. — susurra con sorna y desvió la mirada, rompiendo así la tensión.

—No es su problema, señor Evans. — corto, dejando que alcohol domine la parte razonable de mi cerebro.

Él solo sonríe y busca una vez más mis ojos, acercándose aún más a mi rostro cuando nos volvemos a acercar. Intento alejarme cuando mis pensamientos se van por un camino muy, muy equivocado, pero sólo consigo que el hombre que me sostiene me apegue con más fuerza contra él.

El corazón se me acelera y me veo en la obligación de entreabrir los labios para no perder el curso de mi respiración. Evans se acerca más a mi boca y yo me veo paralizada entre sus brazos, incapaz de alejarme y sólo me quedo allí parada esperando el beso que llega en menos de nada.

El beso me toma por sorpresa y el sabor a whisky que desprende sus labios, se mezcla con el del tequila de los míos. El ritmo que emplea al besarme es acelerado, me cuesta un segundo seguirle de la misma forma, pero lo consigo, y gimo intencionalmente cuando entre sus dientes apreta mi labio inferior antes de abandonar mi cintura y tomar mi mano.

Se encamina conmigo a paso rápido y mi corazón retumba en mi caja torácica, pero no hago nada, ni me reprimo, ni me niego, simplemente me dejo llevar por el momento y lo sigo decidida, ignorando las advertencias que suelta mi débil subconsciente, esas misma que casi ni se oyen, y se callan completamente cuando juntos, atravesamos la puerta principal de la casa del jardín.

Evans cierra trás de mí, y no espera un segundo más antes de pegarme a la puerta a mis espaldas y continuar besando mis labios, pero esta vez a eso, se le unen caricias. Sus manos viajan desde mis pechos, por mi abdomen y cintura, se van a mis glúteos y aprieta antes de seguir bajando, mientras su boca experta baja de mis labios al mi cuello y viceversa.

Sus manos se van al final de mi vestido y sin siquiera pensarlo, mete sus manos por debajo y sus palmas frías palpan a placer la piel desnuda de mis nalgas. Jadeo cuando posa sus manos sobre cada lado de mi cintura y me incita a caminar apretandome fuerte de allí.

Escucho a mis espaldas, una puerta abrirse cuando una de sus manos deja mi cintura, tras eso y sin dejar mis labios sigue andando hasta que se separa levemente y me observa con la mirada cargada de deseo.

Se moja los labios con la punta de la lengua y ladea la cabeza antes de empujarla con una mano hacia atrás. Mi cuerpo es recibido automáticamente por el colchón suave de la cama, y eventualmente acorralado por el cuerpo grande del hombre que se me viene encima y restriega su erección en mi sexo, haciéndome soltar un inevitable gemido.

Evans pasa sus manos por debajo de mí para posteriormente bajar el cierra a mis espaldas y sacar la prenda por mi cabeza.

Paso mis manos por su torso aún vestido, de arriba hacía abajo, al llegar a la orilla de su camiseta tiro de ella hacia arriba hasta que desaparece de mi campo de visión, lo mismo hago con su pantalón, mientras él deja besos desde mis labios hasta mis pechos.

Mi Hermoso ErrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora