cap 18

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James

Todo lo que Lucía me ha dicho duele como el demonio, pero no tengo nada que reclamar, y eso hace que mi enojo crezca de repente. Cuando la escuché gritar mi nombre y luego ví sus piernas mojadas y el miedo plasmado en su rostro, supe lo que estaba pasando: Lucía iba a dar a luz.

—James, duele—gime, justo cuando estoy entrando a la clínica.

Ya he avisado Claudia y nos está esperando con su equipo para llevarla directamente a la sala de partos.

La miro y su rostro está comprimido por el dolor, hay lágrimas en sus mejillas y eso provoca que el sentimiento de culpa se cuele en mi interior, porqué talvez si yo na la hubiese alterado tanto, ella no estaría dando a luz ahora, Solo tiene treinta y siete semanas.

Al llegar la tomo en brazos y me dirijo hacía la puerta dónde tal y como dijo, Claudia se encuentra junto a dos enfermeras y un enfermero, con una camilla. Rápidamente la suben y la llevan por un pasillo, yo los sigo tratando de no soltar su mano.

La meten en una habitación y Claudia me saca cuando intento entrar también, dándome instrucciones de ir a otro lugar donde me darán un uniforme y luego regresar aquí si quería estar presente en el parto.

Una vez que ya estoy preparado me voy a la sala de partos. Lucía está se encuentra lista para empezar y me acerco a ella en el momento exacto en que le piden pujar por primera vez. Claudia le grita que lo haga más fuerte, cuando con la tercera la bebé aún no se asoma.

Aprieto su mano y me encorvo para dejar un beso en su frente. Sus ojos bañados en lágrimas me observan y niega presa del dolor y el desespero.

—¡Lucía! ¡Tienes que hacerlo rápido!—grita Claudia, y en su rostro vislumbro la preocupación que me hace tragar saliva.

—Tu puedes nena, vamos. Hazlo.—le Susurro—Ap la cuenta de tres ¿Está bien?— ella asiente y le hago señas con los dedos a Claudia.— Uno...dos...¡Tres!— cierra los ojos con fuerza, soltando algunas lágrimas, su rostro se enroje con el esfuerzo y yo solo puedo mirarla hasta el llanto de un bebé, se roba mi atención.

Vuelco mi mirada hasta encontrarme con la de Claudia, quién entre sus manos sostiene un pequeño cuerpecito que agita sus menudos brazos.

—¡Felicidades!—alude la doctora con una sonrisa, tendiendome a la bebé qué llora con desesperación.

La tomo nervioso, sinceramente nunca había cargado un bebé en toda mi vida, Claudia me ayuda a hacerlo bien y una vez que la sostengo sin ayuda, me tomo el tiempo de mirar a mi hija detalladamente; su piel es rosada, sus ojos están cerrados, no puedl ver su color. Pero su cabello es rubio como el mío, sus mejillas regordetas y conservan un fuerte color carmín.

Es hermosa.

Contener el mar de sentimientos que me abarcan al por fin verla, tenerla y conocerla, me llena los ojos de lágrimas y todo el amor que le guardado en los últimos meses crece de una manera que me lleva a cuestionarme sí en serio he amado antes. La adoración es inmediata y en este preciso instante supe que ya no necesitaba nada del mundo porqué estaba sosteniendo lo único que quería para mí, lo único que quería en todo el mundo. Ella es mi mundo.

—Quiero verla, James— La voz de Lucía me hacenl girar la mirada que antes estaba sobre mi niña, para posarla en ella que parece muy cansada.

Avanzo hasta ella, colocando a mi pequeña en frente suyo. Al verla sonrió y beso su frente con lágrimas en los ojos, para asentir débilmente y quedarse sin conciencia en un segundo.

Las maquinas empiezan a sonar y Claudia me saca del lugar con una enfermera. Mi pulso se acelera y a gritos llamo el nombre de Lucía intentando pasar nuevamente al lugar dónde ella está pero la enfermera no me dejaba.

—Señor, no se preocupe, la señora estará bien, solo esta cansada, fue un parto difícil.— dice, y la miro desconfiado —tenemos que llevar a la bebé a revisión, ¿Dónde estan sus cosas?—pregunta y caígo en cuenta que no hemos traído ninguna de las cosas de mi bebé.

—Lo siento, esto fue de improvisto, pero ya alguien  traerá las cosas de la nena.

—Esta bien, no se preocupe.—susurra quitándome a la bebé de los brazos—Estarémos en la sala de recién nacidos.

Avisa y me apresuro a llamar a Marco y para ordenar que trajera el bolso que Lucía tenía preparado para cuando esté dia llegará.

.........

Actualmente me encuentro mirando a mi hija desde el pasillo gracias al cristal que permite la vista al lugar donde se encontraban los recien nacidos, a parte de ella solo hay dos niños más y son varones. Aún no he tenido noticias de Lucía y la incertidumbre me estaba matando. La clínica me ha registrado como el representante legal de mi pequeña bebé, puesto que al parecer su madre aún no ha despertado. Marco había llegado hace unos minutos me entrego el bolso y se retiró.

—Es hermosa, James. Idéntica a tí—alude Claudia tocándome el hombro.

—¿Como está Lucía, Claudia?—es lo primero que pregunto al girarme.

—Está bien, solo fue un desmayo.—asegura tranquila—Ven, sientate.— señala mas bancas que están frente al cristal—Fue un parto algo difícil, James, sí Lucía hubiese tardado un poco más, tu hija se hubiese asfixiado, pero afortunadamente todo estáa bien—explica y no digo nada— ¿Te dieron el acta de nacimiento.

—Si.— Murmuro sacando el papel que la enfermera me había entregado-ese  que afirmaba que yo además del padre era el  representante de mi bebé- y tendiendoselo.—tienes que firmarlo.

—Si, lo sé —susurra sacando un lápiz de su bolsillo y firmando el papel —veo que aún no le han puesto un nombre— dice al ver la linea donde tiene que estar el nombre de mi bebé, vacío.

—Aún no lo hemos decidido.—Sonríe y asiente, volviendo su vista a la ventana.—¿Puedo ver a Lucía? —pregunto un poco ansioso.

—Por supuesto James, ya está en una habitación, le diré a la enfermera que traslade a la bebé hasta allá y en la mañana se podrán ir.— me sonríe y llama a la enfermera que se trae consigo la cuna dónde está mi bebé.

Se encamina conmigo hasta una habitación, deja la pequeña cuna con mi hija dentro a un lado de la cama donde yace Lucía dormida, y se marcha, no sin antes darme instrucciones de como darle el biberón a la niñs por sí se despertaba.

Me acerco a la cama donde estaba Lucía y acaricio su rostro sonrojado por el esfuerzo de hace unas horas. Mire la hora en mi reloj y son las nueve de la mañana.

—Te amo, Lucía— se sintió de maravilla decirlo y aunque sabía que ella no lo recordaría, se sentía liberador. Le dí un leve beso en los labios y ella se removió un poco, me separé rápidamente, aún estaba dormida, me acerqué a la cuna donde estaba mi hija y besé su frente, luego me sente en el sillón que estaba en frente de la cama mirándolas a las ambas. A mis princesas.

Mi Hermoso ErrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora