HERIDAS: CAPÍTULO TRES.

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Me caí.
Simplemente me volví a estampar con el suelo.
Y Ben, de nuevo, volvía a empujarme.
Llegué a casa recogiendo todos mis pedazos mientras era incapaz de dejar de llorar.
Me ahogaba.
Era una sensación horrible.
¿Cómo aceptar que alguien a quién nunca olvidaste, te dejó de querer?
¿Cómo ha sido capaz de olvidarse de mí?
Pasaron por mi cabeza todos y cada uno de los momentos que viví con él como si estuviera ahí presente.
Incluso me imaginé por un momento que mi teléfono recibía mil mensajes diciéndome que todo había sido una mala broma.
Pero no.
Era la realidad, otra vez, estampándose contra mí.
Y esa realidad era Ben.
Todo era así con él. Necesitaba ponerle fin. Necesitaba dejar de necesitarlo. Necesitaba recuperar los años perdidos. Los momentos perdidos. Todo lo que perdí creyendo que ganaría.
Le esperé mientras que mis manos sostenían un trozo de mi corazón mientras que el otro lo llevaba guardado en el bolsillo.
Acepté que el tiempo sería una prueba y que mi victoria sería su vuelta.
Error.
Necesitaba olvidar su piel. Su tacto. Necesitaba no soñarle todas las noches ni hablar de él conmigo.
Ben había sobrepasado todo. Toda mi vida. Mi vida fue suya y me demostró que haría con ella lo que él quisiera.
Y lo hizo.
Porque no le importaba una mierda como estuviera yo.
Simplemente lo supe.
Supe que tenía que parar. Levantarme del suelo. Recogerme el pelo. Y olvidarle.
Supe que, por primera vez en mi vida, iba a querer olvidarme de él.
No por odio, ni siquiera por rencor.
Era un dolor tan raro que me hacía sentir cansada. De ser la tonta. La manejable.
Ben era dueño de mí.
Y fue así como entendí que la única dueña de mi vida tenía que ser yo.
Iba a olvidarle. Iba a demostrarle que mi corazón se había vuelto tan frío como el suyo.
Quería hacerle saber que no me importaba. Ni quién probaba sus besos, ni quién dormía en su pecho, nada.
Ben iba a ser ese capítulo cerrado con candado y quemado en una hoguera de un viejo aparcamiento.
Y me miré a mí misma. Por dentro.
¿Cómo has podido dejar que te hagan esto?
No era mi culpa.
¿Cómo has permitido llegar a esto?
No lo sabía.
¿Te lo mereces?
No.
Olvídale.
Lo haré.
Cambia para siempre.

Me desperté tarde. Supongo que dormir era lo único que me hacía sentir bien en ese momento. Abrí el frigorífico y di un pequeño sorbo a una botella de agua. Fue ahí cuando recibí un mensaje y he de admitir que el corazón me saltó del pecho creyendo que podía ser Ben. BASTA YA.

Había una fiesta. Esa noche. En casa de Davis. Un amigo de Ben. Por lo tanto, Ben estaría ahí.
Y sentí que era el momento perfecto para empezar a demostrarle que estaba bien sin él. Aunque era imposible que lo hubiera conseguido tan pronto.

Me iba a poner preciosa. Me propuse ser la más guapa de la fiesta y que Ben se quedara plasmado.
Iba a conocer otra nueva versión de mí.

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