Capítulo 66

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Dicen que lo malo del amor es tener el corazón roto. Pero yo no creo eso. Yo creo que lo malo del amor es esperar a que te arreglen por dentro. Lo malo del amor es esperar a que te arregle la persona que te destruyó.

- Me marcho.
- ¿Me estás pidiendo que me vaya contigo?
- No.
Me senté al lado de Ben.
- ¿Ben?
- Necesito darme un tiempo para mí mismo.
- Vale.
- Quizás un par de meses.
- Está bien.
- Te escribiré.
- Ah, si.
- Creo que cuando vuelva seré mejor. También tendrás tiempo para pensar en tus cosas.
- No necesito tiempo, el que lo necesita eres tú, Ben. Y me parece genial que decidas hacerlo para mejorar.
- Sí.
- Me alegro, la verdad. De verdad que me alegro.
- Sé qué no es así. Y lo siento.
- Siempre estás pidiendo perdón.
- Me gustaría que dijeras lo que quieres decirme.
- Ben, que me alegro, que te marches mañana si quieres, de verdad. - Ben me miró y elevó las cejas- Me va a doler, como siempre. Pero no sé, ya estoy cansada, Ben, de sufrir y de pasarlo mal, me doy por vencida ya que estoy acostumbrada a echarte de menos. Y no me queda más remedio que sonreír cuando dices cosas estúpidas o decir que no me importa cuando realmente me mata por dentro. Aunque, tú sabes que yo te espero, siempre, y sé que aunque te marches, aunque desaparezcas tarde o temprano volveré a verte. Y volveré a caer. Y no sé.
Ben me besó y me agarró de la cintura pegándome a sus abdominales.
- Necesito despedirme de ti. - Ben me susurró. Coloqué mi mano en su pecho y sus latidos se aceleraban cada vez que le besaba. Le miré a los ojos.
- Te voy a echar de menos. - Susurré y me abrazó dejándome camuflada entre el grosor de sus brazos.
He de admitir que lloré mientras me tenía en sus brazos aún sabiendo que lo tendría de vuelta.
- No me llores, mi vida. - Me dijo y apoyé mi cabeza en su pecho.
Me senté sobre él y nunca antes le había besado como aquel día.
Necesitábamos una despedida.
Y no había manera mejor de hacerlo que siendo uno.
Necesitábamos decirnos sin palabras lo mucho que nos habíamos echado de menos.
Porque Ben y yo no necesitábamos palabras para hacerlo.
Las manos de Ben recorrían mi espalda.
Sus labios tenían un sabor agridulce que en cierto modo amaba probar.
Mis manos agarraban su pelo con fuerza.
Le había echado de menos.

El último abrazo que nos dimos antes de que se fuera y cogiera ese tren fue el que me dio más ganas de esperarle. Tenía fe en Ben. Yo sabía que cambiaría por mí.
Aunque mis ojeras eran fruto de su ausencia por la noche.
Su Chupa de cuero.
Sus ojos marrones.
Su rebeldía.
Sus gafas de sol.
Su manera chulesca de caminar.
Su ojos marrones.
Sus ojos marrones.
Es que, joder, eran sus ojos, tío. Lo eran.
Y la manera en la que deslizaba su pelo hacia atrás con su mano izquierda.
Cuando el humo salía por su boca recorriendo los labios de los que yo estaba enamorada.

No era nuestro final. Esto no podía terminar así.

Hay muchas maneras de amar a una persona.
Yo a Ben lo odiaba de lo que lo quería.
Me había enseñado a odiar su sonrisa.
Porque esa sonrisa era la que yo amaba.
No sé.
Y esto no iba a terminar así.
Lo nuestro no iba a terminar.

Y fue cuando Ben giró la cabeza y me miró.
Y me lo dijeron sus ojos.
Sus ojos me lo dijeron.

"Esperame, voy a ser mejor, te lo prometo"

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