HERIDAS: CAPÍTULO DOS

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Casi no puedo describirlo. Era como si me ahogara. Como si todo lo que había construido en mi mente se despedazara delante de Ben.
Ni siquiera lloraba por tristeza. Era rabia, decepción, y no con él, si no conmigo.
De creer que Ben me había estado esperando con las mismas ganas que yo.
Estúpida.
No noté que Ben me había seguido hasta que escuché su voz detrás de mí.
- Vamos, Cris. - Eso me hizo detenerme, pero aún seguía de espaldas. - No sé porqué pero no era esto lo que quería. Todo ha sido... tan raro.
- ¿Esto es todo? ¿Raro? ¿Es lo único que tienes que decirme? ¿Pasar de mi puta cara desde el momento en el que después de dos malditos años decidiste a venir? - Me giré hacia él más vulnerable que nunca. - ¿Esto es todo? - La voz se me agrietaba y Ben no supo cómo reaccionar.
- Mira, Cris... -Tragó saliva y se acercó a mí- He estado fuera dos años, claro que me he acordado de ti, todos los días desde que me fui. Pero, ha sido tanto tiempo el que ha pasado que no sé qué es lo que tenías en mente pero yo no lo tengo tan claro. Y por eso le pedí a todos que no te avisaran. No quiero ser egoísta, y sé que lo he sido... Es mejor que esto no sea más. Hemos cambiado, has cambiado, hemos crecido y seguro que este tiempo has conocido a alguien. Eres muy importante en mi vida, pero en este momento sé que ya no. Perdóname.
- Yo no he cambiado, el único que no es el mismo eres tú. No eres el Ben que conocí.

Fue lo único que pude decir antes de huir de allí.
Es que le odiaba, os lo juro que le odiaba.
Era un egoísta de mierda que me tuvo dos años rezando para verle volver y cuando vuelve no me quiere en su vida.
Como si yo no fuera nadie.
Como si no significa para él lo que él significa para mí.
Y otra vez era yo la débil, la tonta. Siempre sería así si se trataba de mi historia con Ben.
No quería que me avisaran y allí estuve haciendo el ridículo.
Como todo este tiempo.
Dos años en los que Ben fue el centro de mi vida aún sin haber estado presente, mientras que, yo, ya era un recuerdo el primer día que se marchó.
Le odiaba.
Y más me odiaba a mí.
Estaba tan segura de que debía olvidarle cuánto antes que eso me hacía castigarme aún más por haberme enamorado de él.
Hasta me daba vergüenza mirar a mi propia mejor amiga de pensar en el maldito ridículo.
Y me aterraba la idea de cruzarme con Ben por la calle y saber que nunca más sería mi Ben.
Todo el mundo hablaba de su regreso y por lo tanto de mí.
¿Cómo iba a decirle a toda esa gente que me preguntara por él, que simplemente dejó de quererme?
No iba a quedar así.
Le iba a olvidar tan rápido que hasta él mismo iba a dudar de si alguna vez lo amé.
Me lo juré.

¡TE ODIO!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora