27©- Sixty Nine

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-Ahórrate tus disculpas.

Su frase no me sorprendio cuando me sente en el césped a un lado suyo.

Me lo tenía merecido pero tampoco había echo nada malo, solo había dicho la verdad.

-No fui culpable de nada- el hilo que salió en forma de mi voz captó la atención de mi hermana- Eras mi hermana joder, y no es que te elijese a ti y les abandonara a ellos allí...-aprieto los ojos intentando borrar la imagen que apareció en mi mente.

-Eras una cría, Grace. Yo nunca hubiera podido culparte de nada--susurra mirando el cielo oscuro- No creas que te odio. Eres mi hermana- baja la vista a su manos unidas- Solo que yo cometí muchos errores dolorosos y no quiero que tu también...

-Peri es mi vida--la corté pero mi voz seguía siendo serena--Si tú cometiste ese error, si tú decididiste abortar por un gilipollas, si a ti no te tocó el príncipe azul, no quiere decir que a mí no vaya a pasarme.

Cuando levanté la mirada, me destrozó verla apretar los labios mientras las lagrimas se deslizaban por su tez morena.

Me levanté y me senté a su lado y no dudé en atraerla hacia mi. Apoyó la cabeza en mi regazo y nos mecimos suavemente mientras yo le acariciaba suavemente el pelo.

-Lo siento mucho. Siento haber estado tan distante estos años-cierro los ojos y asiento ante sus palabras.

-Siempre has estado perdonada, cariño.

Bajé la cabeza para darle un beso en la sien y así permanecímos un largo rato.

No reímos a carcajada abierta al recordar momentos de nuestra niñez, cuando todo estaba fenomenal.

Pero ahora las cosas parecen estar... Bien. Y con eso me conformo.

La sorpresa en la cara de mi abuela cuando aparecimos empujándonos y riendo por la mañana, fue evidente.

Nos miró con la boca abierta mientras estábamos desayunando y cuando a mí se me cayó un trozo de beicon en el pijama y mi herma procedió a cogerlo y llevármelo a mi boca, mi abuela lo entendió todo.

Y no le quedó otra que llorar. Nos veíamos patéticas mientras la consolábamos. Cuando despedí a mi hermana, que debía irse al trabajo, miré el reloj.

Eran casi las doce del medio día. Mi abuela estaba como cada martes en casa de su amiga para hacer yoga.

Yo cogí mis botas y salí con un solo objetivo en mente. Mi sexy y malhumorado novio.

¿Que porque malhumorado? Bueno, porque cuando entré y le encontré durmiendo, cogí la cacerola y la cuchara y empecé a pasearme por todo el apartamento cantando las canciones que cantábamos de pequeños en los campamentos.

Cuando se cansó de mí , me quitó la cacerola y cuando eché a correr, me la arrojó. No llegué a esquivarlo y aterrizó sobre mi frente.

Y aquí estábamos cinco minutos después, conmigo con una bolsa de hielo en la frente para bajar el chichón y con mi querido chico sentado en la mesa, intentando aguantarse la carcajada.

Cuando le fulminé con la mirada, rodó los ojos y me levantó para llevarme al salón.

Se había lavado el pelo por lo que los rizos que llevaba ayer desaparecieron y por lo que vi, también se quito la pintura de las uñas.

Era una pena, con lo guapo que estaba vestido de mujer.

-¿Cuántas veces tengo que pedirte perdón? No, ni siquiera debía de pedirtelo- elevé una ceja- ¿A quién se le ocurre despertarme cuando estoy durmiendo? Soy peor que un león hambriento, morena.

Arrojé la bolsa ya derretida a un lado y cogí la libreta de Hannah.

-He venido a hacer una cosa más de la lista y largarme- dije malhumorada todavía, pensando en cómo mo devolvérsela.

-Nos toca la numero 21- suspiré de alivio cuando vi que era algo que nos tocaba hacer a los dos. Noté su mirada pícara - Hacer preguntas Pervertidas.

Rodé los ojos y me posicioné sentada en el suelo. De repente se me ocurria más de una cosa para devolverle el golpe.

Frotó sus manos.

-5 preguntas cada uno. Se responde con honestidad--me señaló como si yo fuera aquí una mentirosa experta.- ¿Quién empieza?

-Las damas primero- le señalé y me ahorré mi risa cuando me fulminó con la mirada.

-¿Grande o pequeño?

-Grande. ¿Cama, suelo, o pared?

-Suelo, me gusta tener las marcas de una mujer en mi piel. En una cama se agarran a las sábanas.- responde tan ancho y yo crucee más fuerte de las piernas sin que se entere- ¿Fuerte o lento?

-Un intermedio. Ni lo uno ni lo otro. ¿Posición favorita?

-Aún no la hemos hecho pero es sentados en el suelo, contigo sentada sobre mi polla y con tu espalda apoyada en la pared, mientas yo te penetro sin cesar.

Mi boca se secó en en ese momento y tragué saliva sonoradamente.

Se escuchó perfectamente en el silencio y los colores subieron más a mi cara.

-¿Has hecho alguna vez el 69?

Fue mi turno de fruncir el ceño.

-¿Que es el 69?- dije con un hilo de voz.

Su sonrisa perversa me hizo saber que nada bueno me esperaba.

-Más tarde habrá que enseñarte pues- ronronea.

-¿Por delante o por detrás? - cambie de tema ya que eso pareció excitarle.

-Delante. Nunca me ha gustado el sexo anal.

-En algo coincidimos--susurro y me miró con una ceja alzada--Quiero decir, no es que lo haya hecho, pero no... N-no soy una fan de...

-Lo he pillado, morena- me miró con una mirada divertida.

Apreté los labios y asentí, nerviosa de pronto.

-¿Boca o mano?

Mi boca se abrió.

-Y-yo... Boca.

Lo dejé allí y pude ver que disfrutaba con mi incomodidad.

-¿Te tocas? - pregunto.

-Obvio- sonríe y después frunce el ceño, mirándome con los ojos entrecerrados- La última vez que te tocase.

Su lengua rozaba su labio inferior y mis manos formaron puños.

Negué y bajé la mirada. En cierto modo me sentía inferior porque él habia experimentado todo tipo de relaciones sexual y yo ni siquiera sabía algo obvio...

-No... No- con eso mi respuesta quedo clara y asintió, mirándome en silencio.- ¿Tu fantasía?

Me miró durante unos segundos de una forma tan penetrante que mis bragas se mojaron al instante.

-Hacerlo en una iglesia.

Mi boca calló y no pude evitar soltar una risa aunque dentro tambien me callé que eso era...

Tremendamente erótico.

-Pues no sueñes en cumplirla conmigo- sonreí y éste seguía serio.

-Ya veremos.

El silencio era tan tenso que se podría cortar y dando una palmada a mis muslos, me levanté .

Todo esto sin que su clara mirada se apartada de mi cuerpo.

-Yo... Mi abuela necesita ayuda. Por lo que...

Cuando pude respirar por fin al estar a punto de coger el pomo de la puerta para salir,un grito ahogado salió de mi labios cuando mi cuerpo fue aprisionado contra la puerta.

El cuerpo que me aprieta desde detrás, era musculoso y fornido. Sentí algo duro contra mi trasero y tragué saliva.

-Creo que nos queda algo pendiente por enseñarte, ¿no, morena?

LA LISTA DE HANNAH✓Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon