20©-Honest

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Me arrepentí de mis palabras al instante.

Algo desapareció de sus ojos. Algo se apagó, para dejar paso a una idiferencia y a un vacío que helaban la sangre.

Dió un paso atrás y fijó su mirada en la pared de detrás.

-Tienes razón- susurró, devolviendo su mirada a mí. Maldije cuando sus labios temblaron y alargué la mano para tocarle, pero dió otro paso hacia atrás- ¿Qué va a saber uno como yo de amor?

Y tras susurrar aquello, frunció el ceño, bajó la cabeza y salió a paso rápido, dando un portazo.

Salió de su propio apartamento.

Yo me quedé en la mitad del salón, con la boca abierta. ¿Qué cojones acababa de hacer, dios? Me llevé la mano a la cabeza y rápidamente salí detrás de él.

Cuando llegué al aparcamiento, maldije, porque su coche no estaba. Y yo no podía seguirle porque no tenía coche alguno. Le di una patada a la rueda del coche a mi lado cuando caí en la cuenta de que nisiquiera podía volver a su apartamento, ya que la puerta estaba cerrada.

Y la llave que me dió está en mi casa, a kilómetros de aquí.

Me apoyé contra la pared, jadeando por la carrera que me había marcado y decidí esperarle sentada en las escaleras del bloque de pisos. Nunca me perdonaría por lo que acababa de hacer.

¡Joder, Grace! ¡Sabías su pasado, cómo le faltó el amor de su padre y el de su madre, cómo prácticamente no tuvo amor alguno en su vida... y aun así le sueltas eso!

Desde luego, merezco el infierno.

Me había alterado demasiado cuando entendí entre línes de sus palabras que me quería, que sentía algo por mí. Creí que me estaba tomando el pelo solo para acostarse conmigo.

Pero entonces pensé en la vez que lo hicimos por primera vez en su coche. Si quisiese lo que hay en medio de mis piernas, no habría dicho eso.

Eso solo me sirivió para sentirme más culpable y empecé a llorar, con la cabeza enterrada entre las manos.

Más tarde, una Cam bastante alegre se encontraba riendo al otro lado del teléfono.

-No entiendo- susurré, frunciendo el ceño- Creí que no soportabas la idea de verme con él.

Se mantuvo unos segundos en silencio.

-Como te dije una vez, Grace, fui amiga suya... y en el fondo lo sigo siendo. Y si sé algo de él, es que está destruido y en el fondo cree que... que tú le puedes salvar- susurró y mi corazón dió un vuelco- Y mientras, tú ciega, detrás de alguien con el que ni siquiera sentías una pizca de emoción...

Tragué saliva, cuando mis manos empezaron a temblar. ¿Y si yo no podía salvarle? ¿Y si sólo podía salvarse a sí mismo?

-Pero yo tengo miedo.- dije con un hilo de voz- Demasiado miedo. Porque no sé si podré...

Me cortó con un gruñido, recordándome de pronto a mi Dante.

-Creeme, sé que eres la Beatriz de ese Dante- una carcajada salió de mi boca sin remedio y mis ojos volvieron a empañarse- Solo esperemos que no acabes como aquella Beatriz, muerta.

Suspiré y asentí. Desde luego, Dante sería de todo, menos mi poeta atormentado.

-¿Ahora, señorita enamorada, me dejarás volver a coñar con mi Orlando Bloom?- puse los ojos en blanco y observé de reojo al conserje que llevaba mirándome horas antes, preguntándose qué haría yo ahí sentada- Prometo llamarte si me llama o si logra cogérmelo más tarde.

LA LISTA DE HANNAH✓Where stories live. Discover now