23©-Fight

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Caminábamos de la mano por las ajetreadas calles de Seattle.

Decidí que pasaba del hermoso coche de mi hermoso novio y que prefería caminar de camino a mi casa. Éste fin de semana puede que sea el mejor hasta ahora en mi vida.

Y mi pecho se encoje solo de pensar que es el primero de posiblemente muchos. Elevé su mano a mi boca, para darle un casto beso y su mirada sorprendida y enternecedora me hizo sonreír.

Devolví la mirada a los altos edificios y a la gente ajetreada por el trabajo de los malditos lunes.

-Perdonad- un hombre que repartía propaganda nos interrumpió en la caminata- ¿Les importaría darme dos minutos de su tiempo?

Asentí con una sonrisa hacia el buen hombre, pero a la vez que yo asentía, mi hermoso novio negó.

-Lo siento, no queremos nada.

Y tirándome de la mano, me obligó a rodear al pobre hombre con la mirada decepcionada.

Mi boca no se cerró hasta que doblamos la esquina de la calle. Entonces frené con los pies y éste se giró. Sus ojos resplandecieron con el sol y casi me da un infarto por lo hermosa que era su mirada confusa.

-No me ha gustado nada lo que has hecho- ladré apretando la mandíbula y cruzándome de brazos.

Rodó los ojos.

-Iba a soltarnos un rollo que seguramente no nos iba a servir de nada- levantó los brazos, como si fuera algo obvio.

Negué con la cabeza.

A ésto me refería. Podía pasar de amarle a odiarle en segundos. Era un efecto de lo más raro.

-¡El pobre hombre se ha quedado decepcionado, maldita sea, Dante!- bramé y las personas empezaron a observarnos.

Éste se echó el pelo hacia atrás.

-Tranquila morena, está acostumbrado a eso. ¡Es su trabajo!- me agarró de las caderas cuando intenté resistirme- Anda, deja de montarla en plena calle- susurró contra mi oreja.

Dejé de resistirme en cuanto me mordió el lóbulo de la oreja y a mí me entró una carcajada.

Sonriendo, se separó de mí, pegando sus labios gruesos contra mi cuello.

-Sólo tú tienes el don de destruir un momento excitante, morena- susurró entre risas.

Me echó el brazo sobre los hombros, y seguimos nuestra caminata.

Cuando llegamos a mi casa, me alegré de no ver el coche de mi hermana. Eso significa que está trabajando, y así no tendría que esquivar sus miradas acusatorias hacia Dante.

Llamé al timbre, ignorando los pinchazos que me daba Dante en un costado y cuando abrió mi abuela, se le iluminó la cara al verle.

-¡Dante!- gritó alegremente arrojándose a sus brazos.

Vaya, abuela. Yo también existo, gracias.

Entonces fruncí el ceño cuando me dió un beso y nos dejó en el sofá sentados para traernos café. Que yo recuerde, mi abuela conocía a Dante con el nombre de Nick.

Le miré con el ceño fruncido y éste, cuando captó lo que pasaba, elevó las manos.

-Digamos que tuvimos una intensa charla cuando le pedí permiso para tenerte para mí el fin de semana- susurró acercándose a mí- Sabe lo de la lista de mi hermana también.

Le puse una mano en el pecho cuando el color me subió a la cara, con una sonrisa boba.

-Tenemos que continuar con la lista de Hannah- le dije seria y éste asintió.

LA LISTA DE HANNAH✓Where stories live. Discover now