Capítulo 11 - Autocontrol

Start from the beginning
                                    

—¿Qué? —Keith enfocó la vista en el reloj decorado con tazas de café que se encontraba colgado en la pared justo detrás de la caja registradora, dirigiéndose después hacia Lance aún somnoliento—. Me quedé dormido, ¿Por qué no me despertaste? Aún me falta acomodar los granos de café y-

—Ya terminé todo —Lance lo detuvo del hombro para que no se levantara del asiento, sonriendo—. Fue un día pesado y has estado trabajando hasta tarde en tu proyecto, además ya hiciste bastante aquí. Está bien por hoy, Keith.

—Pero...

—¡Eh, sin peros! —El mulato le dejó la llave de la cafetería sobre la barra—. Hora de irnos a casa, ve a dejar el mandil a tu locker mientras pongo a calentar el motor de la camioneta, ¿te parece? Ya cuando termines cierras la cafetería, te estaré esperando en la camioneta. Lance avanzó hasta la salida no sin antes girarse con su típica expresión juguetona—. No me hagas esperar tanto, greñas.

—Lo odio —Keith refunfuñó bajando del asiento y tomando la llave que su jefe en turno le había dejado sobre la barra.

Se dirigió hasta la sala de empleados donde se encontraba su casillero guardando el mandil que llevaba grabado su nombre, lo cerró y caminó hacia la salida acicalándose el cabello y pensando en el comportamiento de su mejor amigo, a veces no lo comprendía, tenía arranques de amabilidad excesiva y al siguiente segundo volvía a ser el chico egocéntrico y payaso de siempre. Le faltaba mucho por acostumbrarse al mundo de Lance McClain.

—¿Sabes que estaba pensando? —dijo Lance cuando Keith subió a la camioneta que Allura le había prestado. Tenía sus ventajas que los demás no supieran conducir y que Shiro la mayoría del tiempo se fuera con unos de sus compañeros de clase.

—¿Si Mike Wazowski guiña o parpadea? —El moreno se quedó pasmado, después miró a su amigo arrugando el entrecejo provocándole al azabache una gran carcajada acompañada después por una risa bastante larga.

—Keith, te odio —Lance echó a andar la camioneta observando periódicamente por el espejo retrovisor y golpeando el dedo índice contra el volante mientras lo movía por las calles—. ¡Por dios, necesito saber si guiña o parpadea! Esta incertidumbre me mata.

—Tal vez nunca seas capaz de saberlo —Su mejor amigo le dio un codazo mientras manejaba. El ojivioleta lo observó con atención apoyando el brazo en la ranura de la ventana recibiendo el fresco aire nocturno de California esperando que continuara—. ¿Y bien, que se te ocurrió?

—Antes de que vinieras a hacer mi cabeza un revoltijo de nuevo, estaba pensando que definitivamente teníamos que ser más extremos con el plan de enamorar a Shiro.

<<¿De nuevo? No le he hecho nada estos días. >>pensó Keith dejando continuar a su amigo.

—¿No sería increíble, por ejemplo, no sé, un concierto? Ese donde al final le declaras tu amor eterno y salvaje mientras todos gritan y él llora con una expresión de "Oh Keith, pídeme matrimonio y hazme veinte hijos".

—¿Estás hablando enserio? —El mulato asintió muy seguro—. ¿Y el concierto sería hecho por mí? —De nuevo asintió—. ¿Conmigo cantando? —Lance asintió con una gran sonrisa por tercera vez—. Estás muy mal, ni siquiera sé cantar.

—Bueno, con eso podría ayudarte, ¡pero tú le confesaras tu amor!

—¿Tu cantarás? —Lance afirmó con un monosílabo deteniéndose en una luz roja—. Ni siquiera sabes cantar.

—Por supuesto que sé cantar, mi voz es maravillosa y como plus, ¿adivina qué? También sé tocar la guitarra, soy toda una caja de sorpresas.

El chico llamado LANCE - Klance AUWhere stories live. Discover now