Capítulo 23. Sensación

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Marinette se sentía insegura, puesto que el ambiente dentro de aquel hotel no era el más cómodo, sin embargo, reuniendo todas sus fuerzas para no salir huyendo de allí, colgó su mochila al hombro y tomando aire profundamente, abrió la puerta con cuidado. Observó el lugar, un gran salón de fiestas en el que se encontraban varias personas, cada una parecía tener un trabajo, el cual se encontraban haciendo, ya que todos estaban ocupados y bastante ajetreados. Marinette caminó un poco, buscando a alguien que pudiera decirle dónde se encontraba Adrien. Una mujer bonita y de cabellos rojos que pasaba por allí la vio y se acercó a ella de inmediato.

—¿Tú eres...?— preguntó mirándola de manera fugaz antes de volver su mirada hacia la tableta que traía en sus manos.

Marinette tragó con dificultad y se enderezó, intentando demostrar un poco más de seguridad. Tal vez ya estaba bastante acostumbrada a eventos de ése tipo gracias a Système solaire y sus sesiones publicitarias, sin embargo, normalmente nadie la miraba como si fuera un estorbo o alguien que no tenía nada que ver allí. Por lo que le resultó difícil encontrar su voz para contestarle a la intimidante chica frente a ella.

—Hola, hum... Soy Marinette Dupain-Cheng y vengo a ver a Adrien Agreste. Él me dijo que...— mordió su labio y guardó silencio ante el gesto despectivo que la mujer le brindó.

—Escucha, cariño... ¿Y si te dijera que no eres la primera en decir eso hoy? Ya me estoy frustrando de tener que sacar a tantas muchachitas hormonales de aquí... ¿Por qué no se mantienen lejos? Además... ¿Cómo logran ubicar éstos lugares? En serio...

Marinette cerró sus ojos y soltó una maldición en voz baja. Si Adrien en verdad quería que viniera, fácilmente podía haberle dicho a alguien que lo haría... ¿Y ahora qué?

—Escuche... Él en verdad me pidió que viniera. Tenemos que hacer un trabajo juntos, soy la aprendiz del señor Agreste... Marinette... Hum... Dupain-Cheng... ¿No le suena? Por favor...

—Realmente no. Y si no sales, tendré que llamar a...

—¡Señorita Dupain-Cheng! ¡Por aquí!— gritó un hombre bajo, delgado y con lentes, quien se veía bastante simpático, apurando su paso hacia ellas.—Soy Matthew, el representante de Adrien. Él me dijo que vendrías, sólo que no te esperaba tan temprano. Por lo general las personas llegan tarde. ¿No es más común eso?— soltó una risita, tomando a la chica de la muñeca y arrastrándola por el estudio, no sin antes agradecerle a Sandra, la mujer que casi la sacaba a patadas.

—Hum... Yo... ¿Adrien se va a desocupar pronto?— preguntó Marinette con su voz más aguda de lo normal luego de un rato siendo arrastrada por el salón. Estaba algo nerviosa. ¿Por qué motivo?

—Oh, sí... No te preocupes. Siéntate, desde aquí podrás verlo bien, pronto llegará. Justo ahora se está cambiando de prenda. No sé si lo sabrás pero esta es una colección traída de Japón, especialmente para que él fuese el modelo. Su popularidad aumenta a una velocidad hilarante... Su padre está muy orgulloso de él. Al igual que yo... Pero eso último no se lo digas.— bromeó, regalándole una sonrisa cómplice.

Marinette sonrió. A pesar de todo, se sentía muy bonito escuchar a la gente hablar tan bien de alguien, sentir la apreciación que sienten a través de las palabras... Él no podía ser tan malo después de todo.

—¡Oh, allí viene! Personalmente, las Yukatas no me gustan tanto, pero a él le quedan bastante bien, ¿Tú qué opinas?— Matthew la miró y subió sus lentes un poco. Marinette no pudo evitar encogerse.

Él era... Se veía... A Marinette le fue imposible quitar sus ojos de él y de sus elegantes movimientos. Su porte era perfecto, incluso la manera en la que movía sus brazos era un espectáculo. ¿Cómo lo hacía?

Su cabello rubio se encontraba despeinado, más de lo que normalmente lo llevaba, mientras que en sus mejillas se podía apreciar un leve rubor debido al maquillaje, el cual casi no se notaba. La tela de la que estaba hecha la Yukata claramente era fina, cada doblez y punto de costura era perfecto... Al igual que el modelo que la portaba.

Era... Sexy.

Marinette se cubrió el rostro con ambas manos, sus pensamientos la estaban llevando a un desenlace desastroso, el cual era visible en sus mejillas... Se había sonrojado. ¿Él podría verla desde allí? Probablemente sí. Ya que no le fue ningún problema para ella notar cada detalle en su rostro. Mordió su labio. Se sentía avergonzada y algo decepcionada de sí misma. ¿En verdad podía babear sólo por una cara bonita?

—Sí, eso es exactamente lo que causa en todas... Sólo mira más allá.— sugirió el hombre señalando hacia un grupo de chicas que parecían ser sus estilistas.

Marinette dirigió su mirada hacia ellas y no tardó en darse cuenta que parecían estar a punto de caer desmayadas. Soltó un bufido. Ella no era muy diferente a esas chicas después de todo...

Al volver la mirada hacia el rubio, su corazón se saltó un latido al notar que él la estaba mirando también, y cuando sus ojos se encontraron, una sonrisa coqueta se dibujó en los labios del chico. El corazón de la azabache no hizo más que alterarse. Un guiño fue todo lo que se necesitó para que los gritos de todas las mujeres presentes llenaran el lugar. Pero Marinette sólo podía verlo a él. En silencio. Asombrada por cómo su corazón no dejaba de latir frenéticamente. Él ladeó su cabeza y le sonrió, pero ésta vez, la ternura fue protagonista de aquel acto. El fotógrafo soltó un grito de euforia.

—¡Eso es! ¡Los sentimientos son tan reales! Sigue así, Adrien, hoy estás increíblemente entusiasta. ¿Deberíamos hacer que la señorita venga más seguido a las sesiones?— preguntó dándole una rápida mirada a Marinette, quien aún era incapaz de quitar sus ojos de los intensos y verdes de él. —¡Hey, eso te emocionó!

Marinette desvío la mirada. Ya no podía soportar seguir colgando en sus ojos. ¿Qué era lo que le estaba ocurriendo tan de repente?

Los minutos transcurrieron, ella seguía mirando la punta de sus zapatos. Se sentía tan avergonzada...

—Bueno, ¡Cambio de escenario!—gritó otro de los tantos hombre que se encontraban allí. El supervisor, al parecer. —Buen trabajo a todos... Y recuerda, sólo es una hora, Adrien. No hagas nada que yo no haría, ¿De acuerdo?— se burló ayudando a bajar al rubio de la plataforma.

Marinette se apresuró a pararse y a tomar su mochila al momento en el que vio que Adrien se acercaba a ella. Su rostro estaba rojo y los latidos de su corazón era todo lo que lograba escuchar. El aire se estancó en sus plumones. ¿Qué le estaba sucediendo?

—Iré a cambiarme. Espérame aquí un segundo, ¿Está bien?— y allí estaba... Otra vez esa linda y tierna sonrisa que había hecho detener su corazón antes.

—Claro... Te espero aquí...— contestó casi de manera automática.

Adrien suspiró y se apresuró hacia los vestidores. Una vez allí, tomó en sus manos la camiseta por la que se cambiaría el Yukata y la estrujó con fuerza. ¿Por qué... Por qué su corazón latía de manera tan desenfrenada?



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Bajo la misma Luna (Marichat) [TERMINADA] Where stories live. Discover now