Capítulo 4. Confusión

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Marinette saltó de su asiento asustada. Las risas de sus compañeros le confirmó lo que temía. Se había quedado dormida en clases de nuevo. Al igual que ayer... Y el día antes de ayer... Y el día anterior a ése... Uhg.

Ya había pasado un mes desde navidad y Chat Noir jamás regresó. Sus padres tampoco regresaban aún, ya que su abuelo, el padre de su madre, había enfermado de pronto y Tom se negaba a volver sin Sabine. Aunque de cierta forma ella también tenía mucho que ver en eso, pues había sido ella la que insistió tanto por que no se preocuparan en regresar pronto, que accedieron en quedarse hasta que su abuelo se mejorara. Aunque, para ser sincera, la idea de vivir sola por unos días parecía fácil, pero un mes... Todo se estaba complicando.

Pues ser ladybug, limpiar la casa, mantener la panadería, más los deberes de la escuela y las preocupaciones que últimamente no la habían dejado dormir, comenzaron a crear conflictos en su supuestamente increíble "mes como adolescente independiente".

Alya le había preguntado si le parecía bien que fuera a ayudarle, pero Marinette no quería que gastara su tiempo libre haciendo sus deberes, después de todo, Alya ahora también tenía un deber que debía cumplir que le causaba mucho trabajo y esfuerzo. ¿Cuál era? Alya no se lo quería decir. Pero de todas formas Marinette prefería hacerlo sola.

Chat Noir actuaba extraño cada vez que se encontraban. Ya no bromeaba como antes y evitaba hablar con ella más de lo necesario durante las batallas. ¿Quizá estaba teniendo problemas en su vida normal?

Y Adrien también actuaba raro. Parecía que la evitaba y las pocas veces que coincidían gracias a la relación que llevaban Alya y Nino, él se mantenía alejado de la conversación o intercambiaban apenas unas palabras.

Todo estaba tan... Raro.

Marinette colgó la mochila sobre su hombro y salió del salón apenas y escuchó el timbre de salida. Alya había estado ausente los últimos días de la escuela y Marinette aún no sabía nada del por qué. Sus padres regresarían en dos días más, así que se permitió no hacer nada al llegar a casa.

Cuando abrió los ojos se sorprendió al ver que afuera ya estaba bastante oscuro. Tikki llegó volando hacia ella y le acarició la mejilla.

—¿Has dormido bien?— Marinette asintió con la cabeza mientras se estiraba en su lugar. Ahora que por fin se sentía totalmente descansada, su humor había mejorado mucho y las ganas de tomar aire fresco la llevaron al balcón.

Afuera seguía haciendo mucho frío y agradeció haberse abrigado lo bastante bien como para no sentirlo. Su nariz estaba roja, al igual que sus mejillas. Sus labios eran todo lo contrario, pues el frío los hacía palidecer, pero no estaba pensando exactamente cómo se veía ella, sino en cómo se veía la hermosa luna llena.

Las memorias del mes pasado llovieron a cántaros. Lo que había descubierto de Chat Noir días antes de Navidad... ¿Cómo se sentiría extrañar tanto a alguien? ¿Se sentiría solo todo el tiempo? ¿Qué le había sucedido a su mamá?

Marinette no lo estaba buscando, pero de todas formas lo encontró. Encontró un secreto sobre la vida privada de Chat Noir. Y le dolía saber que él sufría tanto.

¿Quién... Quién podría ocultarse debajo de aquella máscara?

—¡Marinette!... ¿Po-por qué estás llorando?—preguntó Tikki con tono preocupado y acercándose para apreciar mejor el rostro de la chica.

No se había dado cuenta. Tocó su mejilla y sintió sus dedos mojados. ¿Qué era lo que le estaba pasando? ¿Por qué de repente se sentía de maneras tan diferentes en un plazo tan corto de tiempo? 

—Yo... Yo no sé lo que me pasa... Últimamente yo no... No puedo... ¡Ahg! ¡No puedo dejar de pensar en él! ¿¡Qué está mal!? ¡Maldición! ¡Ésta situación me hace sentir tan... Tan... Tan jodidamente frustrada!- gritó a la vez que daba un fuerte golpe en el suelo con su pie derecho.

—¿De qué estás hablando, Marinette?— la pequeña Motita roja volaba de aquí para allá intentando ver con claridad el rostro de su portadora, pero ésta hacía todo lo posible para ocultarlo.

Los sollozos de su amiga se hicieron más audibles con el paso de los minutos, haciéndole saber por qué se mantenía reacia a mirarle a los ojos. Tikki respiró profundo, intentando tranquilizarse, buscando al mismo tiempo en su cabeza, la manera de mejorar las cosas que tanto se habían descarriado.

Un golpe cercano a ellas, las obligó a ponerse alertas. En la oscuridad no muy lejana, ambas lograron distinguir una figura negra que sea movía con agilidad pero de forma cuidadosa hacia dónde ella se encontraban. De pronto saltó y aterrizó justo frente a sus ojos, donde por fin la luz de la terraza reveló su identidad.

Marinette abrió los ojos ampliamente, se encontraba algo asustada por culpa del suspenso del que habían sido presas, pero también aliviada, pues sabía a la perfección que él no representaba ningún peligro.

—¡Chat!— exclamó a modo de regaño. —¿Qué... Qué estás haciendo aquí?— tartamudeó sin poder tranquilizarse. Ahora que lo tenía frente a ella, no podía evitar que su corazón latiera de forma incorrecta.

—...ne-necesito...— intentó explicarse, pero las palabras no sonaron como nada más que un simple balbuceo. Marinette se acercó a él, intentando ignorar su incomprendido corazón.

—¿Chat...?

—...puedo...— volvió a decir en un suspiro. —...No... Ya no... Puedo... Más, Princesa...— y cuando por fin las manos de Marinette lo alcanzaron, Adrien se dejó caer lentamente, sin poder seguir de pie por más tiempo.

—¡Por Dios, Chat Noir!

.....

Bajo la misma Luna (Marichat) [TERMINADA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora