Capítulo 14. Confianza

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Tres días habían transcurrido desde entonces. Y el mensaje que Ladybug esperaba ansiosa no llegaba. Comenzaba a preocuparse seriamente. ¿Será que algo le pasó? ¿Será que algo salió mal?

Tikki se acercó a ella dispuesta a ayudarle. Pues parecía que a su portadora le daría un ataque en cualquier momento y eso no sería para nada bueno. Se posicionó delante de sus ojos y cuando la chica se detuvo, una pequeña y adorable bofetada se estampó contra su mejilla. Marinette acarició la zona afectada, pues en verdad había dolido.

—¿Qué...?— Intentó preguntar, pero Tikki le dedicó la mirada más intimidante que jamás había visto, lo que la dejó sin palabras.

—¿Por qué no confías aunque sea sólo un poco en él? Chat sabrá cómo lidiar con su parte. Sólo tienes que confiar... Sólo...— Tikki guardó silencio. Allí estaba. El mensaje de Chat Noir. 

—¿Llegó? ¿El mensaje?— Preguntó con desespero al notar el rostro de la pequeña Kwami. Tikki, un poco más aliviada, se limitó a asentir lentamente.—¡Bien! ¡Tikki, transformación!

Tikki suspiró ante la emoción de su portadora y se dejó succionar por los pendientes. Una vez trasformada en Ladybug, Marinette se apresuró en tomar su Yoyo y a responder a la llamada, pero la voz al otro lado de la línea logró congelar su alma...

—Ladybug... ¿Ansiosa? Lamento que no pudieras venir antes a pesar de que mi querido hijo debía de invitarte, fue un error, lamentamos la confusión, aunque... Veo que ya habían planeado algo sin que me diera cuenta... Lástima, temo decirte que si no vienes, nuestra batalla pasará a ser también del resto de los ciudadanos y sé que no quieres eso, ¿O sí?... Entonces ven, pues es cierto que no sería capaz de dañar a mi hijo, pero los demás Parisinos no deberían ser un problema, ¿No lo crees? Estaré esperando por ti en mi casa, supongo que sabes dónde queda. Entonces... ¡Nos vemos pronto!

Las manos de Marinette habían comenzado a temblar, sus piernas perdieron la fuerza  y cayó de rodillas a mitad de su habitación. Lágrimas quemaron sus ojos, el miedo le estaba aprisionando de la peor manera. Su pecho comenzó a comprimirse, como si alguien hubiese tomado en sus manos el adolorido corazón de la chica y lo estuviera apretando con fuerza. Estaba desesperándose. No tenía opción más que ir, fuera o no, una trampa.

"Tranquila, Marinette, Confía... Sólo debes confiar un poco" Susurró una vocecita dentro de su cabeza. Supo de inmediato que se trataba de Tikki.

Ladybug cerró sus puños con fuerza, expulsó todo el aire que había en sus pulmones y se encaminó hacia la Mansión Agreste, donde, con un poco de ayuda, podría acabar con todo.

(...)

Se detuvo frente a la gran puerta principal de la mansión Agreste y volvió a decirse a sí misma que, fuera como fuera, debía salir de allí sólo una vez que las cosas estuvieran resueltas. Entraría, haría lo necesario para impedir que Hawk Moth lastimara a la gente de París y tomaría el miraculous de la mariposa. Ése era el plan principal. Lo demás... Bueno, los demás eran detalles técnicos.

Abrió la puerta y sin titubear, se adentró a la boca del lobo, consciente de los peligros a los que ahora estaba expuesta. Todo estaba oscuro en el gran salón, apenas y se podían distinguir unas que otras siluetas en la profunda oscuridad del lugar. Ladybug siguió avanzando, y a cada paso que daba le era más difícil avanzar, hasta que de pronto, las luces iluminaron cada rincón del gran cuarto. Ladybug recorrió con la mirada su entorno, hasta que por fin encontró a Hawk Moth parado al final de las grandes escaleras que hacían de espectáculo principal al entrar. Su sonrisa desprendía un aire superior, sus ojos estaban fijos en los movimientos de la heroína y el peso de su cuerpo caía sobre el bastón que sostenía delante de él. Al afinar mejor su vista, pudo ver una especie de campo de fuerza que lo rodeaba, por lo que los planes de ladybug se complicaron un poco más.

—¿Qué es lo que está planeando? ¿Acaso va a luchar conmigo desde ésa burbuja? Déjeme decirle que me parece algo patético, señor. —comentó ladybug con casualidad, como si no se estuviera muriendo de los nervios.

—Por supuesto... Sé que quieres mi miraculous, ¿creías que me pondría delante de ti, así, sin más, esperando a que me lo quites?— el hombre hizo un ademán con su mano libre, de una manera teatral.

—Claro que no. Pero realmente ha defraudado mis expectativas. Esperaba más de usted...

—¡Hum! Ladybug, aún no has visto nada. Sólo necesito tu miraculous, pues ten por seguro que el de Chat Noir ya es mío.

—¡No estés tan seguro de eso! ¡Chat jamás dejaría...!— Ladybug guardó silencio. Una figura se movió de pronto desde su lado derecho, posicionándose delante de ella, en una pose de batalla. Marinette abrió los ojos con sorpresa, las lágrimas comenzaron a nublar su vista. Era... Era Chat Noir. Pero estaba diferente. —¡Chat! ¡Por Dios, Chat Noir! Dios... Chat Noir, ¡Escucha!— la desesperación llegó como un golpe inesperado y Marinette estaba comenzando a temblar. La piel de Chat Noir se había vuelto completamente negra, mezclándose junto a su traje. Sus ojos verdes ahora eran morados y no parecía haber vida en ellos.

Adrien... Chat Noir... Había sido akumotizado.

¿Cómo es que pudo ser capaz? ¿Hacerle eso a su propio hijo? ¿Es que no tenía corazón?

—Hijo... Tráeme su miraculous.— y sin titubear, el joven saltó sobre la chica, inmovilizado sus brazos y piernas con ayuda de su peso. Marinette se encontraba aturdida, confundida y asustada. Muy asustada. Ya no... Ya no podía ver al chico que tanto quería en aquellos ojos. ¿Qué... Qué podía hacer? No se creía capaz de nada.

—Chat... Por favor... No me hagas esto...— susurró en el momento que las manos del chico tocaron uno de sus pendientes. —Chat... No sé qué es lo que estás planeando, pero por lo que más quieras... No me mires de ésa forma. No lo hagas más... — lágrimas cayeron por sus mejillas, rodando hasta el suelo. Uno de sus pendientes ya estaba en manos de él, su transformación comenzaba a desaparecer. —Adrien... Chat... Quien seas... Por favor... — ésa fue su última súplica antes de sentir cómo el otro pendiente le era arrebatado.

El rostro de Chat mostró asombro una vez que la identidad de la heroína quedó al descubierto, pero sólo fue por un corto período de tiempo, justo antes de levantarse y caminar hacia su padre, quien sonreía victorioso.

—Eso es, hijo, qué obediente eres.

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Bajo la misma Luna (Marichat) [TERMINADA] Where stories live. Discover now