Capítulo 21. Aprendiz

855 96 10
                                    

El silencio se convirtió de pronto en el protagonista de su conversación, pues ninguno de los dos jóvenes lograba encontrar algún tema que pudiera ser lo suficientemente interesante como para comentarlo al otro.

A Adrien le preocupaba que ella pudiese llegar a aburrirse de él y decidiera dar fin al agradable e informativo tiempo que estaban pasando juntos. No quería eso. No ahora que las cosas iban tan bien...

—No recuerdo mucho de ti... ¿Y tú? ¿Podrías contarme algo sobre mí?— escupió sin siquiera detenerse a pensarlo. De inmediato tuvo ganas de golpearse, ¿Qué podría decirle ella de él? No parecía ser que su vida le importara demasiado a Marinette. Mordió su labio con nerviosismo. —Digo... Quisiera saber si te hice algo más además de... Ya sabes, lo del chicle. O alguna otra cosa que te molestara.

Marinette abrió la boca, dispuesta a decirle todo lo que recordaba de él, sin embargo, varios pedazos de recuerdos se distorsionaron haciendo un repetitivo sonido similar a una mala señal televisiva, impidiendo que reuniera la información que necesitaba. Se dio cuenta entonces que los únicos recuerdos claros que poseía eran los de la primera semana de clases, cuando conoció a Alya, cuando eligió dónde sentarse... Aunque eso tampoco estaba del todo claro, pues no recordaba cuándo había comenzado a sentarse detrás de Nino. Incluso el día en el que Adrien le había pegado el chicle era algo confuso... No obstante, al pensarlo un poco más, el recuerdo de un extraño sueño llegó a ella... Aquel sueño en el que Adrien se disculpaba, alegando que sólo trataba de quitar la goma de mascar de su asiento. ¿Por qué lo recordaba ahora?

Había sido un simple sueño... ¿Verdad?

—Tú... ¿Realmente no recuerdas nada de la escuela?— preguntó intentando disimular lo temblorosas que se encontraban sus manos.

—Es gracioso, ¿Verdad? La mayoría de mis recuerdos son algo borrosos... Creo que no tengo ningún recuerdo... ¿Cómo decirlo? Hum... Importante. Ya sabes, de esos en los que piensas más de vez en cuando ya que son graciosos, dulces, dolorosos... Sólo tengo escenas borrosas de cosas triviales que hice. Pero... Por extraño que esto suene... No te veo en ningún segundo de ellos. Creo que es por eso que siento tanta curiosidad en lo que respecta a ti...

Sus ojos se conectaron en un trance hipnótico, el cual, casi de manera inconsciente, los obligaba a acercarse... Una sensación rara, como de vértigo, casi eléctrica, les hizo alejarse. Ambos corazones se sincronizaron en un mismo latir...

—¡Adrien, por fin te encuentro!— se escuchó de pronto. Adrien se levantó de su lugar de inmediato como un acto reflejo al sorpresivo llamado de su padre, la magia acababa de esfumarse.

—¡Señor Agreste!— exclamó Marinette al ver a su más grande ídolo parado frente a ella.

Gabriel se acercó a su hijo y le revolvió el cabello en un gesto cariñoso, al cual Adrien respondió soltando una risa y sacudiendo la cabeza de manera negativa.

—¡Ya basta, papá!—pidió entre risas. Una vez que el momento entre padre e hijo terminó, Adrien se acercó a Marinette, quien había encontrado la reciente escena bastante tierna, y sin querer parecer muy familiarizado con ella, dijo con algo de incomodidad. —Papá, ella es...

—¡Señorita Dupaing-Cheng! Tengo que felicitar su magnífico trabajo y confesar que soy un ferviente admirador de sus diseños. Usted me recuerda mucho a mí cuando tenía su edad...

Marinette mordió su labio inferior con fuerza, intentando guardar ése grito de emoción que ansiaba salir al exterior. Pues, después de todo, su ídolo, su ejemplo a seguir, acababa de decirle que la admiraba también. En verdad quería ponerse a saltar como una niña que acababa de recibir exactamente la que le había pedido a Santa Claus.

—Me siento realmente halagada, Señor Agreste, usted... Usted es un gran ejemplo a seguir para mí.

Todos guardaron silencio después de eso, presenciando desde allí, el increíble concierto que Système solaire estaba dando. Pronto acabarían y Marinette sabía que debería enfrentar a su amigo, escuchar lo que fuera que él quisiera decir. Tragó con algo de dificultad, pensando en cómo serían las cosas si sucedía todo lo que ella se estaba imaginando.

—¡Oh, por Dios! ¡Estoy teniendo una visión! ¡Una visión maravillosa!— exclamó Gabriel de pronto, ganando la atención de ambos jóvenes.—Veo... Veo a la señorita Dupaing-Cheng siendo mi aprendiz... ¿Qué piensas de eso, linda?

El corazón de la azabache se detuvo y no pudo evitar cubrir su boca con las manos ante el pequeño chillido que había salido de sus labios. Su sueño se estaba volviendo realidad justo en aquel momento...

—¡Por Supuesto! ¡Este...! ¡Este es un sueño hecho realidad, Señor! Me encantaría aprender de usted...— las lágrimas estaban a punto de caer, pero Adrien se apresuró a tomar sus hombros y le regaló su mejor sonrisa.

—Felicitaciones, Marinette... Eres increíble.— confesó sin apartar su verde mirada de los azules ojos de la chica.

—Sé que serás capaz de hacer los trajes de apertura para el desfile de Otoño, ¿tú que piensas? Muéstrame de lo que eres capaz... Y si me impresionas más de lo que ya lo has hecho, me haré cargo de tu matrícula en la universidad Tissus et Rubis, pero debes hacerlo antes que el ciclo empiece... Sabrás que, como la mejor institución en Francia, es de vital importancia que estés al día con los temas y estudios. Mi hijo estará disponible para ser tu modelo si lo necesitas, ¿Qué te parece, Adrien?— preguntó revolviendo nuevamente el rubio cabello del chico.

Adrien sonrió de lado. ¿Por qué no? Sabía que aquella era una oportunidad dorada para acercarse a ella.

—Por supuesto... Cuando me necesite, estaré más que dispuesto a ayudar. No hay problema, ¿Verdad, preciosa?

Marinette hizo lo imposible para no patearlo, en verdad, ése rubio y coqueto chico, la exasperaba demasiado...

—Claro, señor Agreste, no voy a desaprovechar ésta increíble oportunidad... ¡Prometo dar lo mejor de mí y no defraudar su confianza!— exclamó reteniendo el aliento.

Gabriel sonrió.

—Lo sé. Eres una muchacha muy capaz...— y al decir aquello, le dio dos palmaditas sobre su cabeza, para luego marcharse por donde había venido, en dirección al público.

Marinette se acercó a Adrien con un notorio ceño fruncido y señalando al chico con su dedo, le dijo entre dientes.

—Ni se te ocurra, Agreste... Sé lo que estás pensando, y te advierto que mis agujas podrían... Ya sabes... Clavarse "Accidentalmente" en tu piel. ¿Lo has entendido?— y al decir aquello, una sonrisa fue todo lo que recibió de consuelo antes de verla marcharse hacia los chicos que regresaban del escenario.

Adrien sabía muy bien que ella no bromeaba... Pero no podía evitar pensar en que debía hacer todo lo posible para llegar al fondo de la gran incógnita que los rodeaba a ambos.

Bajo la misma Luna (Marichat) [TERMINADA] Where stories live. Discover now