first love❞ || min yoongi [SUGA]

11 || trouble

Los días junto a Yoongi pasaban más rápido de lo que me gustaría, sin embargo, los minutos se veían convertidos en horas cuando él no estaba conmigo. Y esto fue exactamente lo que pasó cuando, tal y como dijo, se fue a Daegu para pasar unas cortas vacaciones junto a uno de sus amigos.

Durante esa semana donde mi máximo contacto con Yoongi eran mensajes instantáneos y llamadas, aproveché para crearme un círculo social de amigos en Seúl más amplio ya que llevaba ya viviendo allí casi cuatro meses y, a parte de Yoongi, solo hablaba con mis compañeros de trabajo. Así que decidí pasar más tiempo con Yongsun, una de las chicas de la empresa que siempre se había mostrado muy agradable conmigo desde que me conoció, e incluso meses atrás me animó a salir de fiesta con ella por Hongdae para conocer gente.

Fue entonces cuando, más pronto que tarde, me sorprendí a mí misma contándole la situación que estaba viviendo con Yoongi evadiendo el hecho de que fuera un idol, ya que no tenía ni idea de qué hacer respecto a mis sentimientos y no contaba con nadie a quien poder pedirle consejo, pero Yongsun tenía un verdadero don a la hora de tratar con las personas y en la resolución de conflictos. Sin embargo, no me sirvió de mucho ya que, tras extrañarse de que pudiera seguir siendo tan amiga de mi ex después de tanto tiempo sin hablarnos, me dijo que era más que obvio que lo que yo sentía por Yoongi era también recíproco y que debería dar el paso.

Claro que, al no decirle que Yoongi era un personaje público, no pude explicarle que pese a que me gustara nunca podría volver a tenerlo de pareja ya que me negaba a entrar a formar parte de ese mundillo donde no podría ni salir a dar un paseo tomada de la mano de mi novio sin descubrir posteriormente un montón de fotografías en las redes sociales con sus respectivos comentarios negativos.

Así que simplemente me limité a asentir a sus palabras prometiéndole que, si veía el momento oportuno, le confesaría mis sentimientos a Yoongi pese a que realmente no fuera a hacerlo, pues no solo lo conocía y estaba segura de que él no me veía a mí de la misma forma que yo a él si no que, además, si por algún casual yo también llegara a gustarle, tampoco quería salir con él.

Básicamente era todo un caos y, pese a que en esa semana sin verlo intenté a toda costa no pensar mucho más en ello, al final volvió de Daegu y yo seguía exactamente igual que como cuando se fue.

—¿Al final qué película quieres ver?

—Por enésima vez, Yoongi, me da igual. Pon la que quieras.

—¡Siempre me dices eso y nunca te termina gustando la que pongo!

Aquella misma mañana Yoongi había vuelto de Daegu y en esos momentos, a las siete de la tarde, se encontraba en mi casa como otro domingo cualquiera sentado en el sillón de mi sala de estar con el mando a distancia en la mano buscando una película para ver ese día mientras yo estaba en la cocina mirando qué podríamos cenar pues, aunque casi siempre cocinaba él porque a mí no se me daba del todo bien, esta vez quería ser yo la que se encargara de la comida.

—No es que no me gusten —protesté desde la cocina lo suficientemente alto para que me escuchara, ojeando mi refrigerador—, es que la temática de mafia que te gusta a ti en las películas no me atrae y me aburre.

—Entonces pondré una de miedo esta vez.

Fruncí el ceño, no solo porque a él no le gustaran las películas de terror pese a que fueran mis favoritas, si no porque su voz se escuchaba mucho más lejos y amortiguada aún cuando la puerta de la cocina daba directamente a mi salón. Así que, extrañada, me asomé por el marco de la puerta y me encontré con que ambos sillones estaban vacíos.

—¿Yoongi? —lo llamé—. ¿Dónde estás?

—Estoy en la terraza.

Justamente cuando respondió lo vi a través de las cortinas beige frente al ventanal de la habitación y, tras preguntarme qué hacía allí fuera, decidí unirme, saliendo también al pequeño balcón de mi apartamento en un séptimo piso, golpeándome el frío en la cara nada más poner un pie fuera mientras Yoongi, con los brazos apoyados en los barandales que formaban el límite de la plataforma, me seguía con la mirada conforme me acercaba hasta estar a su lado.