07 || confusion

474 44 0
                                    

Me encontraba de nuevo como todos los días en mi aburrido escritorio en la oficina de la empresa para la que trabajaba, lamentándome de que el fin de semana se hubiera esfumado tan rápido y ahora, lunes, estuviera atrapada entre cuatro monótonas paredes hasta que el sol se fuera por el horizonte. Pero por lo menos la calefacción allí no tenía que pagarla y en casa sí.

Llevaba alrededor de media hora sentada frente al monitor de mi ordenador mirándolo sin más, con mi cabeza perdida completamente en las nubes cosa que no era muy normal en mí pues yo era una persona con los pies siempre en la tierra, sin embargo, ese parecía no ser mi día y lo cierto es que no me gustaba para nada estar así y menos en el trabajo, donde se supone que debo ser productiva y no alguien que se queda embobada mirando a las musarañas. 

Pero lo cierto es que, para mi desgracia, no me veía en absoluto capaz de centrarme en las características de la bolsa de Corea en ese momento pues recuerdos aparecían recurrentemente por mis pensamientos haciendo esfumar todo mi alrededor, logrando que en lo único que pudiera centrarme fuera en la tarde del día anterior yendo al cine con Yoongi.

Desde que me mudé a Seúl y había retomado el contacto con Yoongi, era raro el día en el que no nos veíamos aunque fueran cinco minutos ya que todo aquel mes de enero y la primera mitad de febrero lo habíamos pasado en una cafetería de Gangnam durante mis descansos de media hora del trabajo, acompañando nuestra conversación con los mismos dos americanos de siempre. Aunque obviamente no era el mismo plan todos los días pues, por ejemplo, cuando yo tenía el día libre solía ir al edificio de su discográfica para luego irnos a cenar y dar una vuelta por la ciudad hasta las tantas de la noche, o bien, cuando ambos no trabajábamos, podíamos variar desde recorrer de arriba abajo la ciudad hasta tan solo quedarnos en mi casa viendo la televisión en un día tranquilo, aunque Yoongi siempre acababa durmiéndose en uno de los dos sillones y yo me quedaba viendo la tele sola.

Aún me costaba creer que en tan poco tiempo hubiéramos vuelto a tener la misma confianza de siempre y casi me parecía irreal y poco creíble que tras tantos años sin ningún tipo de relación volviéramos a ser tan amigos, pero no me quejaba ni mucho menos.

Sin embargo, era curioso como al retomar la amistad con Yoongi había conseguido recordar sensaciones que hacía mucho tiempo que no sentía pero que, gracias a él, ya me eran muy familiares y esto no hacía más que confundirme.


2007.02.23

Desde pequeña me había apasionado la música y a la corta edad de siete años me vi a mí misma suplicándole de rodillas a mi madre para que me inscribiera en una academia de piano hasta que lo conseguí, sin embargo, cuatro años más tarde y abrumada por los estudios decidí darle la espalda a mi pasión por el bien de mi futuro académico.

Pero en ese momento, ya con trece años, me encontraba de nuevo paseando mis dedos por las blanquinegras y familiares teclas del piano con una agilidad nata como si nunca lo hubiera dejado y tocara todos los días, aunque al no encontrarse mis manos solas en aquel teclado el sonido no era tan limpio como mis movimientos pero sí torpe y difuso como los del chico a mi lado.

—Hazlo con cuidado —dije divertida, con mis ojos castaños posados sobre sus largos y blanquecinos dedos—. No quieras partir el piano, Yoongi.

Yoongi y yo éramos los mejores amigos durante nuestra infancia, sin embargo, cuando él entró en la escuela primaria Gwaneum nos distanciamos un poco y ya no nos veíamos tan a menudo, aunque ahora las cosas seguían igual incluso estando ambos en el mismo colegio pero en cursos diferentes.

Fue por esto que su petición para enseñarle a tocar el piano me trastocó en un principio pues nuestro contacto diario se resumía en saludarnos cordialmente por los pasillos o volver juntos a casa cosa que normalmente no pasaba pues él siempre iba solo y yo con otros amigos por calles distintas.

Básicamente nuestra amistad infantil había tomado caminos diferentes.

Pero ahora Yoongi venía dos veces a la semana por las tardes a mi casa desde hacía poco menos de un mes para que le enseñara a tocar el piano inclusive si yo tampoco tenía mucha idea después de tanto tiempo sin dar clases, aunque con ayuda de mis antiguos libros y lo almacenado en mi cerebro nos estábamos apañando más que bien sorprendentemente.

No obstante, lo cierto es que yo no paraba de pensar que realmente a Yoongi yo no le hacía falta pues progresaba muy bien por sí mismo y tenía una fuerza de voluntad increíble además de una inteligencia perfectamente capaz de aprender las cosas sin instrucción, pero me sorprendí a mí misma en aquel momento, mirando como él observaba atento sus manos intentando seguir mi consejo de tocar más delicadamente, deseando que eso no ocurriera y así poder seguir viéndolo tan a menudo.

Al darme cuenta de que había admitido eso, fruncí el ceño y aparté la mirada, intentando deshacerme de ese pensamiento tan aleatorio que había aparecido por mi cabeza, justo cuando él mismo fijó sus ojos negros en mí.

—¿Mejor? —preguntó, y yo volví a mirarlo con las cejas arqueadas antes de asentir—. Parecía más fácil, la verdad.

Ya sabes las notas, Yoongi, ahora es cuestión de perfeccionar el movimiento de tus dedos dije. 

Yoongi cabeceó afirmativamente y después volvió a la partitura de nuevo tras la corta pausa, dejando a mi vista puesta fija en él y en su bonito perfil que tan poco me había encargado de apreciar; en sus gruesos labios entreabiertos por la concentración cuyo arco de cupido era sutil pero a la vez único, en su nariz ligeramente curvada y en sus estrechos ojos que danzaban tranquilos entre la hoja de papel con las notas y las teclas.

De pronto, tras ese análisis, sentí un vuelco en mi corazón cuando de nuevo se volvió hacia mí pillándome infraganti observándole, notando mis mejillas sonrojarse justo cuando apartaba la mirada corriendo pese a que era demasiado tarde tanto para mis ojos como para mis sentimientos. 


Aquella misma sensación que me invadió ese día me había vuelto a asaltar en el presente, ya fuera deseando verlo más que a nada todos los días incluso si creía que nuestra amistad había surgido por un favor que me hacía Yoongi al no tener yo amigos en Seúl, o bien sorprendiéndome a mí misma observando sus facciones como si de una obra de arte maestra se tratara.

Recordaba que tras ese día, cuando Yoongi se fue de mi casa después de por fin no acribillar con la yema de sus dedos las teclas del piano, aquella sensación continuaba repitiéndose día sí y día también cada vez que estaba con él hasta que, finalmente, me di cuenta que eso era lo que se sentía cuando te gustaba alguien y seguí con ello hasta que caí profundamente enamorada de él.

Y ahora volvía a estar igual que cuando tenía trece años.




first love❞ || min yoongi [SUGA]Where stories live. Discover now