04 || again

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Mis pies descalzos pisaban el gélido mármol de mi cocina mientras preparaba el desayuno aquella mañana de invierno, virtiendo dos cucharaditas de café molido en el filtro de mi cafetera de aluminio italiana antes de nivelarlo, enroscar la tapa y encender el fuego de la vitrocerámica.

Una vez hecho esto esperé con un costado apoyado en mi nevera hasta un poco antes de que empezara a hervir, abrazándome a mí misma por el frío que sentía y deseando que llegara ya la primavera a Seúl para que subieran un poco las temperaturas. Apenas llevaba cinco minutos despierta cuando ya echaba de menos la calidez de mi edredón y de todas las mantas de mi cama, sobretodo aquel día más que nunca ya que la noche del sábado la había pasado enteramente despierta.

Yo no era una persona a la que le entusiasmara mucho ir de fiesta todos los fines de semana, sin embargo, había sido arrastrada por una compañera de trabajo en la empresa donde trabajaba llamada Yoogsun, con la cual había conseguido congeniar muy bien en este poco tiempo que llevaba en la capital. Ella vivía aquí desde pequeña y me había animado a salir con ella y sus amigos para que yo pudiera conocer gente nueva pues no tenía a nadie en Seúl y lo cierto es que, a pesar de que yo no era una persona muy sociable, conseguí un par de números aquella noche entre bailes y copas de alcohol.

Al recordar esto, por pura curiosidad, estiré mi pálido y delgado brazo hasta poder alcanzar mi teléfono móvil que descansaba en la encimera junto al fregadero para comprobar mis contactos y cuantos de estos eran nuevos. Pero antes de que pudiera seguir bajando por la corta lista, el número de Yoongi apareció produciendo un cosquilleo en mis dedos.

Habían pasado dos días desde que nos vimos por primera vez después de tantos años y, lo cierto, es que no lo sentí en absoluto como un desconocido como yo llevaba pensando años que ocurriría. Al contrario, en aquella cafetería noté un ambiente de confianza entre nosotros dos muy extraño pese a que me sentía muy incómoda y tímida al sentir su mirada profunda sobre mí, como si todo este tiempo sin vernos no hubiera corrido en nuestra relación y fue sinceramente algo muy extraño, sobretodo porque a mi cabeza vinieron recuerdos que habían permanecido almacenados y que, ahora, parecían calcarse en el presente.


2003.07.24

El ruido de unas obras no muy lejos de aquel pequeño parque cuyo suelo estaba cubierto de piedrecitas se escuchaba por todo el lugar, pero no me importaba mucho ya que estaba concentrada en llegar a lo más alto en aquel columpio chirriante balanceándome de adelante a atrás con mis pequeñas piernecillas.

Sin embargo, lo que sí consiguió alejarme de mi ambiciosa meta fue la aparición de un niño con el cabello negro azabache que vestía pantalones cortos color pistacho por encima de las rodillas y una camiseta azul cielo. Este debajo de su brazo llevaba una pelota de baloncesto y, confundida deteniéndome para frenar el columpio, pensé en qué haría con eso si no había ninguna canasta en ese parque.

El niño me saludó con una mano y dejó a los pies del tobogán el balón antes de acercarse hacia mí con las manos en los bolsillos justo cuando mis pies finalmente tocaban el suelo.

—Hola, Yoongi —saludé tímida, con mis manos en las cadenas del columpio y mis ojos fijos en mis zapatos negros sucios por el polvo que soltaban las piedras del piso—. ¿Adónde vas con la pelota?

Él, su hermano mayor y yo éramos los únicos niños del vecindario y, además de que nuestros padres eran muy amigos, estábamos casi obligados a jugar juntos desde pequeños. Pero estos últimos meses su hermano había comenzado a dejarnos de lado no queriendo ser parte ya de cosas tan infantiles, por lo que Yoongi y yo siempre estábamos solos y me daba una vergüenza terrible, tanto hasta el punto de no poder siquiera mirarlo por más de dos segundos incluso si prácticamente esos nueve años de vida que tenía los había pasado a su lado.

—No sé —respondió, encogiéndose de hombros—. Mi padre la ha traído a casa y me la ha dado.

—¿Y qué quieres hacer con ella? —dije—. ¡No hay ninguna canasta aquí, Yoongi!

Yoongi miró de un lado a otro del parque, como si no llevara un montón de años yendo allí, y se dio cuenta de que yo tenía razón mientras me reía y ponía los pies en el suelo. Sin embargo, cuando hice esto fruncí el ceño al notar un pinchazo en la planta del pie que hizo que soltara un pequeño gemido de dolor llamando la atención del niño de once años.

Este pareció entender lo que sucedía y se puso de cuclillas frente a mí, aún sentada en el asiento del columpio, y preguntó bajo mi mirada interrogante:

—¿Se te ha metido una piedra en el zapato?

Asentí y Yoongi, agachado, se atrevió a desatarme los cordones blancos del zapato antes de quitármelo del todo, sacudiéndolo en el aire hasta que finalmente una piedrecita blanca cayó al suelo, y después, aún con mis ojos vigorizantes atentos a cada uno de sus movimientos, volvió a colocarme la zapatilla en su sitio regalándome una sonrisa tierna cuando terminó enseñándome todos los dientes.

Pero yo, con una timidez repentina y un rubor en las mejillas producido por esta, no fui capaz de hacer otra cosa que agachar la mirada y ponerme en pie susurrándole un pequeño gracias, diriguiéndome hacia la pelota de baloncesto para tomarla entre mis manos con tal de distraerme y no avergonzarme por Yoongi.


El sonidito de agua burbujeando me sacó de mis pensamientos indicando que por fin mi café estaba hecho, por lo que apagué el fuego y me dispuse a buscar una taza en los armarios de la cocina junto a la campana extractora sin dejar de pensar en lo similar que me había sentido aquella tarde con Yoongi días atrás respecto a nuestra niñez, pero decidí dejarlo como anécdota o fantasías de mi subconsciente y sentarme a desayunar de una vez por todas en la pequeña mesa de la cocina.

Estaba bebiéndome mi café cuando, de pronto, como si me hubiera estado leyendo la mente, una notificación saltó en mi bandeja de entrada indicando un mensaje nuevo sorprendiéndome al ver el nombre de Yoongi encabezándolo logrand casi que, por la casualidad, me atragantara con mi café recién hecho.

"Yoongi: ¿Tienes algo que hacer hoy?"

"Yoongi: No me he olvidado de ti, ladrona de relojes"

Bufé, dejando mi taza en la mesa y cogiendo el celular entre mis manos para contestarle. Ojalá yo si me hubiera olvidado de él.

first love❞ || min yoongi [SUGA]Where stories live. Discover now