Recordando los rostros impertérritos de los tres, negó, apesadumbrado.

―Nada ― murmuró ―. Eunsook noona me preguntó si tenía algún problema con decolorarme el cabello, pero-

―¡Ahí está!

―¡Lo sabía!

Confundido, observó cómo Seojoon y Hyungsik empezaban a hablar con emoción.

―Le gustaste. No a cualquiera le preguntas tal cosa ― agregó el último, aplaudiendo ―. Sólo a alguien con potencial le preguntarías eso.

―Exactamente ― concordó Seojoon ―. Ese papel es para ti, Taehyung. Tengo un buen presentimiento de todo esto.

Él no podía decir lo mismo. Más sin embargo, decidió callarse sus dudas. Minho, a su lado, parecía igual de excitado que los mayores, recordando cómo le habían preguntado lo mismo a algunos de sus amigos del medio antes de recibir buenas noticias. Era una buena forma de calmar su ansiedad y darle ánimos, así que en silencio siguió la agradable conversación de los mayores, sintiéndose cómodo.

Adoraba a sus hyungs y la manera tan leal en la que siempre velaban por su bienestar.

La noche anterior les había comentado por Line que tendría la entrevista con Kim Eunsook en la mañana y, a pesar de la ocupada agenda que poseían los tres, ninguno había escatimado en hacer un espacio para estar ahí, apoyándolo.

Suspirando, sólo pudo pensar en lo mucho que lo habían ayudado desde su regreso de Daegu y en lo agradecido que se sentía hacia ellos.

Seojoon, aún hablando de lo seguro que estaba acerca de su lugar en el drama, sugirió ir a un café para hablar más a gusto, a lo que los tres asintieron casi de inmediato, saliendo a paso tranquilo del hotel para encontrarse con el fresco panorama de febrero. Con el sol brillando en lo alto y un suave viento meciendo las pequeñas hojas de los arbustos, se encontraron caminando por la ancha acera, esquivando a los numerosos peatones que recorrían a esas hora una de las zonas más caras de la ciudad.

El fornido cuerpo de Minho no tardó en ocupar un lugar a su lado, codeando su costado de forma juguetona antes de intercambiar ligeras sonrisas. Desde Hwarang, Minho se había convertido en una de las personas en las que más confiaba, luego de sus padres, Jimin, Heeyeon y Jungkook. Lo quería mucho, y no verlo tan seguido como antes había sido un gran golpe a su cotidianidad. 

Aún retozando, bajo una que otra mirada rápida de sus otros hyungs que iban unos pasos por delante, volvió a recordar lo bien que se sentía jugar con Minho, justo antes de sentir una cariñosa mano en su cabeza, despeinándolo por completo. 

―Y entonces, Taetae... ¿Cómo va todo en la universidad? ― cuestionó, luciendo realmente interesado ―. ¿Qué pasó con la obra? Vi algunos estados de Hani y Sana que daban grima.

―Urg. Bueno... Es que todos se odian, hyung.

La fuerte risa de Minho llamó la atención de Seojoon y Hyungsik, quienes detuvieron su andar y los esperaron hasta que los cuatro estuvieron reunidos a una buena distancia. Frunciendo los labios, admiró cómo Minho seguía riendo, contagiando a los otros dos casi al instante. 

No entendía por qué reían. ¡No era nada gracioso!

―¡Realmente te compadezco, Taehyungie! ― soltó, ya más calmado ―. Las obras de final de curso fueron creadas para odiarlos a todos. Creo que la única vez que no odié a nadie fue en aquella obra de navidad, donde estuvimos con Jinnie y Yongsun.

―Uhm, es cierto... Esas obras eran un dolor de cabeza.

―Lo certifico. Pero no te preocupes, Taehyungie, las cosas mejorarán cuando todo eso termine ― calmó Seojoon, recordando un par de cosas más de su época de estudiante antes de incitarlos a retomar el paso, adelantándose unos pasos junto a Hyungsik.

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