17/11/18

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―¡Hani, por aquí!

Desviando la vista del gran menú que llevaba rato admirando, encontró miradas con Taehyung, quien agitaba su mano hacia ella con vigor. Él estaba sentado en una de las mesas con vista al río Han y mantenía una gran carpeta a su lado, junto a un batido y un trozo de pastel. Saludándolo con una sonrisa, hizo su pedido antes de acercarse a paso rápido hacia donde su mejor amigo se encontraba.

―Siento la tardanza ― alcanzó a decir mientras se sentaba frente a él, observando de pasada las fotos sobre la mesa. Eran imágenes de una revista muy conocida en el sector juvenil, y en ella se podía apreciar no sólo a Taehyung, sino también a Minho, a Park Hyungsik y a Park Seojoon. Seguro eran de una entrevista acerca de la serie en la que Taehyung estaba participando.

Haciendo una nota mental para adquirir varios ejemplares  y tenerlos de recuerdo, se acomodó mejor en el mullido asiento, dando un largo vistazo a Taehyung. Hacía varios días que se había cambiado el color de cabello, luciendo ahora un castaño que le quedaba como anillo al dedo. Ese día tenía un aspecto algo desgarbado, con una franela tres tallas más grande y unos pantalones de algodón igual de enormes, mientras unos lentes sin fórmula adornaban sus cansados ojos. Algo preocupada, advirtió que era uno de esos días, por lo que carraspeando, esperó hasta que la mesera terminara de colocar su pedido sobre la mesa para hablar.

―¿Mucho trabajo? ― indagó, dando un sorbo a su taza de café. Taehyung la miró por largos segundos, asintiendo.

―¿Podrías ayudarme? Tengo una reunión mañana y no sé qué decir.

―Oh... Eso es nuevo ― murmuró, extrañada. Él nunca le había pedido ayuda con ese tipo de cosas. Es más, Taehyung era demasiado bueno haciendo discursos. Más de una docena de veces había dejado a profesores y compañeros anonadados por sus habilidades y carisma al hablar.

Aunque... si estaba en esos días, tendría sentido el que no pudiera concentrarse. 

Tomando la hoja que su amigo llevaba rato mirando entre sus manos, leyó el breve saludo que estaba escrito, riendo por lo bajo. Sólo cuatro palabras y un mar de dibujitos de corazones inundaban el folio.

―No te burles ― gruñó él, haciéndola carcajear ―. Hani...

―Lo siento, lo siento.

Luego de eso, se concentró en leer varios artículos de una de las revistas mientras escuchaba a Taehyung, quien le explicaba con brevedad el tema que tratarían. A los diez minutos ya había escrito un discurso lo suficientemente bueno como para sacar de Taehyung un suspiro apreciativo. Contenta, dejó de lado el lápiz y el folio, volviendo a perder su mirada en el fatigado rostro del más alto.

―Gracias. De verdad me salvaste.

―Para eso están los amigos ― aclaró, dando otro sorbo a su taza ―. Tae, tú... ¿Cómo estás?

Él desvió la mirada al ventanal, luciendo pensativo por largos segundos, antes de cerrar sus ojos y masajear su sien.

―Mejor que hace cuatro días atrás ― admitió, observándola ―. El décimo tercer día de cada mes debería ser eliminado de la faz de la tierra.

―Mmm. No sé. Quizás si me contaras la razón del por qué tanto odio podría estar de acuerdo contigo ― dijo, habituada a lo mismo ―. Ya sabes, muero por odiar ese día tanto como tú.

Taehyung pareció indeciso por momentos, antes de negar con suavidad. "Como siempre" pensó, decepcionada.

Y es que desde hacía meses que algo en Taehyung había cambiado. Aún no sabía el qué, porque su amigo seguía actuando igual que antes, pero había ocasiones -como el día trece de cada mes y los siguientes- en que él parecía tan perdido en sus pensamientos y tan melancólico, que no podía menos que preocuparse a morir.

Algo, muy dentro de sí, le decía que tenía que ver con la persona que le gustaba. Y es que, para su sorpresa, más nunca la había mencionado. Ni siquiera cuando, extrañada de la situación, lo había acorralado preguntándole qué había pasado con esa persona y cuándo los iba a presentar.

Nunca antes había odiado tanto el que Taehyung fuera así de cerrado con sus cosas como en esos momentos.

―Por cierto, ¿cómo se encuentra Minseok?

Era un completo y absoluto cambio de tema. Y más le valía aceptarlo si es que quería mejorar el humor de su amigo. 

Pensando en Minseok, alcanzó a formar una boba sonrisa mientras se echaba contra el respaldo de la silla.

―Está mejor. Incluso ya volvió al trabajo. Gracias a Dios fue una lesión sin importancia ― comentó, recordando cómo su novio -y ahora prometido- se había torcido el tobillo el día que le había pedido matrimonio ―. ¡Eso me recuerda...! ¿Todavía sigues interesado en alquilar el piso en Hongdae?

―Por supuesto. Ese fue mi favorito ― recordó, frunciendo el ceño ―. No me digas... ¿El amigo de Minseok se decidió?

Y aplaudiendo, se alegró enormemente de ser la portadora de tan buenas noticias.

El risueño rostro de Taehyung era de las cosas que podría ver mil veces y nunca cansarse de ello.

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