19/11/19

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Estaba a punto de ser las once de la mañana cuando terminó la práctica. Jadeando con cansancio, se desplazó hacia la esquina de la habitación donde estaba su toalla y su botella de agua, dando un largo sorbo mientras admiraba su figura en el largo espejo que adornaba una de las paredes.

A unos pocos pasos estaba Hansol, acostado boca arriba mientras trataba de regular su respiración, y Ryan y Giussepe, ambos igual de exhaustos, sentados en el piso con sus teléfonos en mano.

Giussepe, con su marcado acento italiano, fue el primero en hablar, socarronamente.

―Luego de esta práctica me siento un hombre ganador.

Ryan, a su lado, bufó.

―No seas ridículo. Con todos los errores que cometiste, tendremos suerte si no quedamos detrás de la ambulancia.

―Ryan tiene razón, Gi. Más te vale practicar hasta que los pies te sangren ― gruñó Hansol, cansado ―. No vamos a ganar la tutoría con el profesor Jung si sigues equivocándote en pasos tan sencillos.

Giussepe tuvo la decencia de parecer avergonzado, asintiendo de mala gana mientras despeinaba su ondulado cabello. Se sentía un poco mal por él, pero no iba a defenderlo cuando más de una vez trató de convencerlo, en vano, de quedarse practicando hasta tarde con él.

Al menos tenía la certeza de que mejoraría, como siempre hacía. No por nada Giussepe era conocido como el Chico Milagro de la universidad.

Con eso en mente, dio otro largo sorbo a su botella de agua, pensando en las pocas semanas que les quedaban y en todo lo que les faltaba por practicar. La grave voz de Ryan, teñida en diversión, lo sacó de sus pensamientos, atrayendo no sólo su atención, sino la de todos en la sala.

―Uy, Hansol, ¿ya viste las nuevas noticias? ― cuestionó, sin despegar la vista de su móvil ―. Catherine Tudson consiguió novio. Pff, de la que te libraste.

Hansol entrecerró los ojos, gruñendo:

―Catherine no estaba mal.

Giussepe y Ryan se rieron con fuerza, negando. Él tampoco pudo dejar de bufar, divertido.

―La semana pasada dijiste que era un dolor en el trasero― recordó, negando.

―Recuerda que Pran estaba ahí, Hoseok ― exclamó Ryan, riendo ―. Hansol está hecho un mujeriego...

Cual resorte, el menor de los cuatro se levantó, fulminándolos con la mirada.

―¡No soy un mujeriego!

―Oh, vamos, hombre. Admítelo de una buena vez ― sonrió Giussepe ―. Catherine y Pran son unas bellezas. Te entiendo-

―Que no soy mujeriego, idiota.

―Pues a mí me parece mejor partido Wannie ― acotó Ryan, a lo que no pudo evitar tensarse en su lugar, ligeramente fastidiado. Giussepe, que tenía ojo de águila, le sonrió burlón.

―Hey, no hables de Wannie si no quieres ver a Hoseok molesto.

Ambos rieron, escandalosos como sólo ellos dos podían ser. Aún mosqueado, cogió su teléfono, indispuesto a seguirles el juego. A esas alturas, ya estaba un poco harto de sus bromas.

―¿Nunca nos dirás, Hoseok? ― frunciendo el ceño, alcanzó a contemplar el divertido rostro de Giussepe, sabiendo de antemano lo que le seguía a continuación ―. Ya sabes, hombre, ustedes dos lucían muy bien juntos.

―Y ella sigue loca por ti ― añadió Ryan, alzando sus cejas  ―. Ha rechazado a varios chicos, y siempre que está contigo es como... No sé... como si brillara.

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