“No pasa nada.”

“Está bien. ¿Pero qué palabra tengo que sacar de mi vocabulario?, ¡oh! Gran Caballero que

anteriormente dijo Ni” (referencia a Monthy Python and the Holly Grail)

Él frunció el entrecejo mientras trataba de descifrar las extrañas palabras. “¿Eh?”

Ella le sonrió. “Es una referencia a una película. ¿Dime, qué palabra?”

“Monos.”

“Está bien. Sin monos de ningún tipo. Sólo recuérdame que saque de la cajonera mi

colección de soquetes con monos cuando lleguemos a casa.”

Cuando lleguemos a casa…

Esas fueron las palabras más dulces que había escuchado alguna vez.

Significaba que ella veía un futuro para ambos.

¿Entonces por qué él no podía verlo?

Pero cada vez que lo intentaba, solo podía imaginarse nuevamente con Noir. ¿Estaba tan dañado que no podía creer en más nada?

O era una premonición que le decía que nunca merecería la felicidad.

Ella bajó su mano por el frente de su cuerpo hasta su pene. Sus dedos hacían magia en su cuerpo mientras mediante masajes lo devolvía a la vida. Él no tenía idea cómo podía endurecerse nuevamente. No después de las horas que ya habían pasado juntos. Pero no le tomó mucho estar como un garrote y listo para volver a la acción.

Dando la vuelta en sus brazos, él tomó su rostro en sus manos y la besó como ella le había enseñado.

Luego la levantó en sus brazos y la llevó de vuelta a la cama para probarla por completo.

_____ tembló mientras él le lamía la oreja y luego se movía bajando por su garganta hasta sus pechos.

Parecía obsesionado con ellos. Pero su atención en este momento estaba dirigida a otra cosa, se dio cuenta, cuando bajó por su estómago mordisqueando su camino a una parte de ella que debería estar dolorida en ese momento.

Pero no lo estaba.

Ella abrió sus piernas, dándole acceso para hacer lo que quisiera.

Con sus ojos entrecerrados, él bajó su cabeza para probarla. Ella dejó salir un sonido de placer mientras deslizaba su lengua sobre ella, y luego la rozaba con sus barba.

Enterrando su mano en su suave cabellera, ella miró cómo la provocaba. Era insaciable con su cuerpo.

Y ella tampoco podía obtener lo suficiente de él. Ella se frotó contra él mientras él se adentró en su cuerpo con su lengua. Mordiéndose el labio, ella gimió mientras los dedos de Guillermo le hicieron compañía a su lengua atormentándola con placer.

“¿Guillermo?”

Levantó la vista para ver el fuego en sus ojos y la sonrisa en su cara mientras la lamía. Él amaba la forma en que decía su nombre cuando lo hacían. Le dejaba saber que no estaba pensando en nadie más.

Y ahora que sabía la verdad acerca de Solin, él se sentía todavía más posesivo de ella.

Ella era suya.

Toda suya.

Guillermo le dio una larga y lenta lamida. “Acaba para mí, _____. Quiero saborearte en mis labios otra vez.”

_____ jadeó cuando él la tocó nuevamente con sus labios y apuró los movimientos de sus dedos.

Alargándose, ella puso su mano sobre su mejilla para poder sentir el movimiento de los músculos mientras la

saboreaba.

Y en ese momento, hizo lo que le había pedido mientras su cuerpo se convulsionaba.

Luego, él subió lentamente sobre su cuerpo hasta deslizarse profundamente dentro de ella mientras ella todavía disfrutaba su orgasmo.

La sensación cálida y gruesa que la llenaba la hicieron gemir mientras él comenzó a moverse contra sus caderas.

Con fuertes y largas embestidas elevó su placer mucho más.

Arqueando su espalda, ella se movió contra él con la misma desesperación que él tenía.

“Así, bebé,” le susurró cuando encontró el ritmo perfecto que siempre la dejaba queriendo más.

Él entrelazó sus dedos con los de ella, mirándola mientras se enterraba entre sus caderas. Ella amaba sentirlo de esta forma. Adentro y afuera de su cuerpo.

Guillermo apretó su mano en la propia mientras la miraba mirarlo con el gesto más tierno que había conocido. Nadie lo había mirado de la forma en que ella lo hacía. Sin asco y sin condenarlo. Ella era tan pequeña en sus brazos que a veces tenía miedo de lastimarla accidentalmente. Pero ella había podido manejar lo peor de él.

Lo que no tenía sentido, porque él sabía que al final, ella era su mejor parte. Lo único bueno que tenía.

Y él se perdía en ella. Con un placer tan profundo que quemaba su alma, él se enterró dentro de ella hasta su empuñadura y se liberó. Se quedó completamente quieto mientras su cuerpo convulsionaba.

Satisfecho y débil, él bajó sobre ella, cuidando de no poner demasiado peso. Pero no quería salir de su interior todavía. Ella lo envolvió con sus brazos y piernas y cubrió su cuerpo entero con el propio.

“¿En qué estás pensando?” le preguntó mientras le retiraba el pelo de la cara.

“En nada, excepto en cuánto me gusta estar dentro de tu cuerpo.”

Ella movió sus caderas contra las de él. “La verdad que se siente bien tenerte ahí.”

Él la besó y luego se retiró para sentarse sobre sus piernas y poder estudiar su cuerpo.

_____ frunció el ceño mientras lo miraba cómo la tocaba con sus dedos.

“¿Qué estás haciendo?”

“Estoy mirando a la parte de mí que todavía está dentro tuyo.” Él tocó la humedad entre sus piernas y la frotó con su pulgar. “No quiero que nunca más haya otro hombre contigo… de esta manera.”

Ella tembló ante a posesividad de su tono.

“¿Qué estás diciendo?”

Te amo. Pero Guillermo no se animaba a decirlo en voz alta. No sabía cómo hacerlo. Aun así, ella le sonrió y luego comenzó a cantar con la voz más hermosa que había escuchado alguna vez, una canción que lo tocaba tan profundamente, que no pudo respirar mientras las emociones lo sobrepasaron.

El Guardián [Willyrex&Tú] *Editando*Where stories live. Discover now