“¿De qué forma?” Ella estaba completamente desconcertada por su comportamiento y su reacción.

“¿Por decir que creo que eres inteligente?”

Su respiración se volvió dificultosa mientras la furia oscurecía su mirada. “Estoy al tanto de mis fallas. De todas ellas. Lo último que quiero o necesito es que seas condescendiente conmigo.”

¿Qué le habrían hecho para que ni siquiera pudiera aceptar un halago de corazón? Le rompía el corazón haberlo lastimado con un comentario inocente que había tenido la intención de hacerlo sentir bien.

“Te juro que no estaba siendo condescendiente contigo. Era mi honesta opinión.”

Aun así, el enojo permanecía en sus ojos.

“Perdóname,” le dijo nuevamente, y luego volvió a su escritorio. “No estaba tratando de ofenderte ni de hacerte enojar.” Guillermo se odiaba a sí mismo por robarle su felicidad. ¿Habría sido honesta en su comentario? ¿Sería posible que pensara que él era inteligente? ¿Por qué lo haría? Nadie lo había pensado antes. Él sabía que era lento para aprender. Él siempre había sido de esa forma. Era la razón por la que le había costado tanto entender a esa máquina. La razón por la que todavía no podía hacer que funcionara.

Era la razón por la que Noir le pegaba todo el tiempo. No aprendía a mantener la boca cerrada ni la vista en el piso. No aprendía a quedarse callado sin hablar. Sólo un completo idiota seguiría confrontando a alguien que sabía que iba a lastimarlo. Calmado y cauteloso, él se acercó al escritorio y la miró abrir ventanas con cosas que no podía leer o entender. “¿Qué estás haciendo ahora?”

“Bueno, estaba buscando tus páginas favoritas.”

“Pero no es un libro.”

Ella lo miró con un gesto irritado. “¿Sabes?, si te hubiera hecho ese comentario, especialmente con ese tono de voz, te encularías y te irías protestando.”

Enojada, se acomodó en la silla y le dio la espalda. “Estoy al tanto de que no es un libro. ¡Por Dios!”

Guillermo se tomó un minuto para pensar sobre eso. Ella tenía razón. Él había sido grosero con ella sin querer. “Sólo estoy tratando de entender.”

Ella todavía estaba enojada, pero al menos le explicaba las cosas. “Podéis guardar tus páginas de internet favoritas, entonces, si queréis, más tarde podéis volver.”

“Como marcar con un señalador las páginas de un libro.”

Ella asintió. “Por eso se dice de esa forma. Pero no tenéis ninguna página en tus favoritos.”

“Ya sé. Te dije que tuve problemas para encenderla y configurarla.”

_____ frunció el ceño. “¿Seguiste las instrucciones? A ella no le habían sido de mucha ayuda, pero…

“No pude.”

“¿No tenías el manual?”

“Sí. Pero no entendí el lenguaje en el que estaba escrito.”

A ella se le aflojó la mandíbula. ¿Era analfabeto? “Pero hablas un español perfecto.” Si bien tenía un acento marcado que ella nunca había escuchado antes, ella había conocido a gente que había nacido hablando el idioma y no eran tan fluidos. Algunas veces ella tampoco lo era.

“Si, puedo entender los idiomas fácilmente cuando los escucho. Pero no puedo leerlos.”

Por Dios, era mucho más inteligente de lo que pensaba. ¿Cómo había podido avanzar tanto con la computadora sin manual y sin poder leer lo que había en la pantalla?

El Guardián [Willyrex&Tú] *Editando*Where stories live. Discover now