Se me hizo un nudo en el estómago que me ahogaba. No de miedo, pero de ansiedad.

-Volveré.

Quise preguntarle a dónde iba, pero se fue demasiado rápido.

Agradeciendo su ausencia, traté nuevamente de encontrar una forma de salir. No había ventanas.

Ni armario. Sólo esta habitación y nada más.

Qué raro... -¿Qué voy a hacer cuando tenga que ir al baño? -

No era como si tuviera que usarlo ahora, pero... Un sonido a mi espalda me hizo saltar. Me di vuelta para ver una puerta en la pared. Con el corazón latiendo fuertemente, corrí hacia ella, esperando que diera al pasillo. Lo que había detrás de la puerta me sorprendió todavía más.

Era un baño enorme y brillante con una ducha de mármol y una bañera de pie. La decoración brillante parecía fuera de lugar junto a la austeridad del cuarto. Obviamente este era el lugar donde el bastardo vanidoso se malcriaba.

Abrí y cerré la puerta mientras consideraba la forma en la que había aparecido. ¿Cómo funcionaban las cosas acá? Uno preguntaba y...

-Quiero irme. -

No pasó nada. Vamos, no me hagas esto. Sabes que quiero salir de aquí. Volví a intentarlo.

-¿Por dónde me voy? -

-¿Qué hago cuando tenga que irme? -

Quizás la clave estaba en la forma de pedirlo. Pero volví a decepcionarme cuando la puerta no apareció.

No creiste que iba a ser tan fácil, ¿verdad? Un chacal podía soñar. Hablando de eso, traté de convertirme en chacal. Pero inclusive esa habilidad innata me había sido quitada. Era completamente humana.

Que horrible.

No es que ser humano fuera algo malo, pero no me gustaba sentirme vulnerable. Me gustaba tener mis poderes. Todo lo que me quedaba en este momento eran mis sentidos súper desarrollados. Al menos tengo algo.

Oh, genial. ¡Qué suerte tengo! Mañana ganaré la lotería.

Si, tenía tanta suerte.

-Pero ahora tengo voz. -No pude resistir decirlo en voz alta. Era tan extraño poder hablar después de toda una vida de silencio.

La última vez que había hablado... Me encogí al recordar el horror que me había costado la voz. Mi madre me la había robado para mantenerme a salvo.

Al final, deseaba que mi madre me hubiera dejado gritar y morir con el resto de ellos. Habría sido un destino más misericordioso.

Especialmente si el demonio me hacía lo que le había hecho a Solin.

Queriendo una distracción de un pasado demasiado doloroso para contemplarlo, y un futuro que no se veía muy bien, volví a la habitación, donde el aroma de la comida caliente me llamaba hasta el escritorio.

Saqué la tapa de la bandeja de plata para encontrar una mezcla extraña. ¿Panqueques de banana? 

Irónicamente, me encantaban. ¿Quizás le había leído la mente? Ese pensamiento me asustó. No me gustaba la idea de que alguien leyera mis pensamientos.

Los otros platos tenían más sentido. Dulces y una suerte de pastel de carne. También había muchas frutas frescas y vino. Suficiente como para alimentarme por días.

Todo se veía delicioso, lo que me hacía preguntarme. -¿Estará envenenada? -

Con un demonio, nunca se sabía. Aunque para ser honesta, si me quisiera muerta, seguramente no tendría que recurrir a envenenarme. Muy probablemente podría matarme con sólo pensarlo. Y definitivamente con sus manos.

Seguramente la comida era confiable.

Tomando un plato limpio, lo llené con comida, y luego me senté para comer en la guarida de mi enemigo.

* * *

-¿Y bueno? -

Odiaba esa palabra con una pasión furiosa. En mi lista, ocupaba los primeros lugares, como sacarle los ojos a alguien, destriparlo y castrarlo.

No tenía miedo de Noir. Era sólo que sabía lo que el bastardo iba a hacerme cuando contestara, y odiaba la espera del dolor que estaba por venir.

Solamente, no me castres. El sexo era mi única fuente de placer, por más remoto que fuera, que pueda tener. Lamentablemente, odiaría perderla.

-Estoy cerca, mi señor. -

Noir siseó como una serpiente que se estaba preparando para atacar.

-¿Cerca?¿No fue eso lo que me dijiste hace dos días? -

No, te dije que me dejaras solo para cuestionarme, Rey de los idiotas, y me mandaste a hacer tantas cosas que no tuve más que una hora para interrogarlo en más de dos días.

Apreté los dientes para evitar decir las palabras que sólo lograrían que me castraran. Me forcé a mí mismo a mantener la mirada en el piso, a los pies de Noir. Si miraba hacia arriba, Noir me arrancaría los ojos.

Pero lo que realmente quería hacer era matarlo a golpes.

Si sólo pudiera. Sin poderes, no podría ni siquiera darle un puñetazo antes de que Noir me inmovilizara. Y porque había tratado de hacerlo un número de veces, y sabía exactamente cuál era el castigo por esa estupidez en particular.

-Finalmente encontré una forma de hacerlo hablar. Tendré la respuesta muy pronto. -

En vez de calmar a Noir, lo hizo encender una furia homicida.

-Dime, ¿realmente, duele ser tan estúpido? Tengo que saberlo. ¿Realmente? Pensé que para este momento ya habrías aprendido que no tolero errores. -

Me preparé para el dolor, mientras este se esparcía por mi cuerpo entero y la armadura se desvanecía. Tan pronto como estuve desnudo, Noir me lanzó contra la pared de piedra que estaba detrás de él.

Tuve un doloroso aterrizaje en el piso, mientras trataba de respirar, pero era imposible hacerlo en la agonía del dolor. Noir fue rápidamente hacia donde estaba y me levantó por la garganta, asfixiándome con su agarre. Era imposible no ver el brillo maligno en sus ojos, que decía que esto no era un castigo.

Era puro placer.

Sí, iba a ser una noche realmente larga.

El Guardián [Willyrex&Tú] *Editando*Where stories live. Discover now