Capítulo 37

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Pablo 


Me detuve al llegar. Ya no podía más. El sudor me caía por todo el cuerpo y el reflejo del sol me estaba matando.

Sin embargo, supe que todo había valido la pena. Me incliné apoyando mis manos sobre mis rodillas y tomé grandes bocados de aire. Estuve así por apenas unos segundos y cuando me reincorporé detuve el cronometro de mi reloj.

— Nada mal, Pablito.

Dije en voz alta para mi mismo.

Hace tres días me tomó veintiocho minutos en subir la misma colina, hace dos semanas me tomaba media hora. Y hoy pude hacerlo en veintiséis minutos, así que me propuse mantener el mismo ritmo durante los siguientes días para poder subirla en veinticuatro minutos la próxima semana.

Antes de emprender el camino de bajada admiré la vista que tenía. He estado subiendo toda la montaña en las últimas tres semanas y no me cansaba de ella. Esta colina, Palms Views Mountain, era una de las más concurridas en Los Ángeles por personas como yo a quienes nos gusta una buena sesión de cardio al aire libre. La vista de la ciudad, y parte de su costa, es sencillamente hermosa. Siempre llevaba mi pesada cámara Canon colgada sobre mi espalda dentro de su estuche para retratar lo que mis ojos observaban encantados. Tomé un par de fotos y finalmente descendí.

Al llegar a la civilización le quité el candado a mi bicicleta y me subí a ella listo para recorrer el camino de regreso al departamento donde estamos viviendo. Me toma al rededor de unos quince minutos en ir y regresar de Palms Views a la linda zona residencial, pero honestamente quisiera que fueran más. Me encanta observar las calles limpias y el orden en todos lados mientras tomaba fotos hasta de las cosas o situaciones menos atractivas. Incluso a veces me confundían con un paparazzi. Pero no dejaría de tomarle fotos a la ciudad; me gusta retratarla.

Era muy irónico porque aún me costaba mucho adaptarme.

Entré al departamento dando un largo suspiro y dejando mi bicicleta al lado de la puerta tras cerrarla a mis espaldas. Descolgué mi cámara para dejarla en la mesita de la entrada y fui directo a la cocina muerto de hambre.

— Hola, mi amor. ¿Cómo te fue?

Saludó mi modelo girando su rostro sobre su hombro para mirarme. Todavía estaba usando su pijama que consistía en unos cortos shorts blancos de conejitos y un top del mismo color que apenas le llegaba al ombligo. ¿Mi parte favorita? Sus anchas caderas. Dejé que mis manos viajaran por ese pedazo de piel mientras le depositaba un largo beso de buenos días.

Por un lado ella estaba haciendo unos pancakes saludables con avena orgánica y banana, sus favoritos. Por otro lado también estaba haciendo los míos: pancakes normales con algo de tocino. Ignorando el humo que salían de ellos tomé uno de la pequeña torre que estaba sobre el plato que preparó para mí y me lo llevé a la boca para devorármelo en tres mordidas.

— No sé cómo podes hacer cardio nada más con una manzana y café en el estómago.

Comentó retirando los últimos pancakes del sartén para servirlos en los platos. Me encogí de hombros y me llevé otro a la boca.

— Sé que en casa mi chica me está haciendo alto desayuno.

Respondí con la boca llena apropósito y sonreí al escucharla reír.

Desayunamos sin hablar mucho, sólo lo necesario mientras ella me mostraba en su celular parte del video que grabó ayer para una marca de ropa llamada H&M. Victoria había firmado un contrato para ser imagen de su nueva colección y estaba muy emocionada por eso.

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